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Adiós a la meditadora de Escif, un icono en estos tiempos raros

5/09/2021 - 

VALÈNCIA. Aunque en estos dos años ha mantenido los ojos cerrados, uno tiene la sensación de que no ha perdido detalle de aquello que pasaba a su alrededor. Y no ha sido poco. En unas horas la meditadora de Escif quedará reducida a un puñado de cenizas, en una noche de domingo que nos devolverá al mundo prepandémico. Es el final entre llamas la única parte del plan establecido que ha cumplido, una única certeza entre tanta incógnita. Fue en marzo de 2020 cuando aterrizó en una plaza del Ayuntamiento abarrotada de gente. No podía ser de otra manera. Entonces había un barullo que semanas después nos resultaría atronador. Charlas a viva voz, persianas subidas, terrazas, puestos callejeros y olor a pólvora. Y en medio de todo el gentío, la estatua de una mujer meditando, tranquila, con los ojos cerrados. “En el epicentro del ruido estamos plantando un espacio de silencio”, explicaba Escif sobre el proyecto, que levantó con mimo junto a los artistas falleros José Ramón Espuig y Manolo Martín

En pleno frenesí fallero y con la ingenuidad de que aquello que pasaba en China o Italia era cosa de ficción, la meditadora pasó del taller a la calle, pero muy pronto las cosas cambiarían. El busto amaneció con una enorme mascarilla cubriendo su boca, cuando no teníamos mucha idea de qué era aquello de las FFP y FFP2. Apenas unas horas después València tomaba la histórica decisión de aplazar las Fallas, con las calles ya salpicadas de ninots, y se enfrentaba a una bajada de persianas generalizada inimaginable.“Estamos sólo en la primera fase del combate contra el virus”, decía por aquel entonces el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Llegaron las calles vacías, el silencio, la distancia social y mental, los guantes para entrar en el supermercado y las reuniones familiares a través de la pantalla del móvil. Y una última imagen como símbolo de una normalidad que ya era vieja, una meditadora con mascarilla y ojos cerrados que descansaba en soledad en el centro de la ciudad. 

Foto: KIKE TABERNER.

El fuego llegó ese maldito mes de marzo a la plaza, sí, pero lo hizo sin público, sin anuncios y en silencio. De esta manera decidió el Ayuntamiento cerrar las Fallas de 2020, con la quema del cuerpo de la meditadora en una noche para el olvido, en la que miles de personas vieron a través de las redes sociales cómo ardía parte de la falla municipal. El dispositivo se había llevado con máxima discreción, un casi cremà que volvía a ser símbolo, en este caso de que la crisis sanitaria no iba a ser cosa de un par de semanas. Con los ojos todavía cerrados y la boca cubierta por una mascarilla, el busto abandonó la que había sido hasta entonces su casa para descansar -ya sin su cuerpo- en un almacén. ¿Por cuánto tiempo? De nuevo preguntas sin respuesta. 

Por segundo año consecutivo, el mes de marzo de 2021 pasaba sin Fallas, aunque en este caso la fotografía era un tanto distinta a la de 2020, un panorama que permitía dibujar una suerte de futuro. Un esbozo, sí, pero futuro al fin y al cabo. El plan pasaba por una celebración en septiembre, una idea que parecía casi ciencia ficción, como todo en estos tiempos raros. También incluía la cremà del busto que se salvó de las llamas en 2020, una cabeza solitaria que nos recuerda tanto a la normalidad como a la falta de ella. “Este año 2021, en la plaza del Ayuntamiento, no tendremos nuestra falla. No. No se planta la meditadora. Si un fragmento, una alusión, un mausoleo. Es un acto simbólico, pero no es una falla”, explicaba Escif en un comunicado en el que, por cierto, se mostró abiertamente crítico con los planes del Ayuntamiento para su obra. La meditadora no pudo terminar de montarse. Se quedó a medias. Cuerpo y mente quedaron separadas. Afortunadamente su mensaje trascendió la forma”. 

Foto: KIKE TABERNER.

Finalmente, un año y medio después, la 'casi falla' regresó a la plaza del Ayuntamiento, un retraso que, fíjate tú qué cosas, ha hecho que coincida con el Año Berlanga. Ni adrede. Su regreso dibuja la promesa de una vuelta a la normalidad (no sabemos si la nueva o la vieja) y sigue dejando imágenes para la historia. Y ya van unas cuantas. Ahora, la de un plaza coronada por una falla en pleno mes de agosto, un verano que no conocía ninot alguno. Y mucho menos las vallas amarillas de una conocida marca de arroz.  

Este sprint final, como todo en estos dos años, tampoco iba a ser fácil. El fuego de la purificación quiso ser apagado por unas fuertes lluvias que complicaron -y mucho- la noche del miércoles, la de una extraña plantà pasada por agua, en la que no pocos monumentos se vieron tristemente afectados. Con todo -y pese a todo-, la meditadora de Escif y el resto de fallas de València se consumirán en esta extraordinaria noche de septiembre para recordarnos que, ahora sí, açò també passarà.

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