VALÈNCIA. De nada ha servido su indudable valor histórico. De nada que fuera diseñado por un referente de la arquitectura valenciana como Javier Goerlich a instancias de otro prohombre local, el periodista y editor Vicent Miquel Carceller. El cine Metropol, remozado e inaugurado como sala de exhibición en octubre de 1934, será historia o mejor dicho dejará de ser, 85 años después de su apertura. Una vez el Ayuntamiento de València dé el visto bueno, le espera la grúa.
Por el momento la comisión de Patrimonio del consistorio aceptó este jueves permitir que siga adelante el proyecto de crear un hotel en ese espacio. Un informe de Disciplina Urbanística, donde no se ponía ningún impedimento a la demolición, ha sido la voz de alarma. Al Metropol le quedan horas.
Un cine que nació de casualidad. Concebido y construido en 1860 para uso residencial, fue Goerlich el que le dio su actual estructura, con una planta baja donde se ubicó una sala de proyecciones que llegó a tener hasta 1.200 butacas. Los beneficios que obtenía Carceller con La Traca le invitaron a reinvertir el dinero en una sala de cine que prácticamente desde su apertura fue un referente de la vida social valenciana. Llegó la Guerra Civil, asesinaron a Carceller en Paterna, Goerlich moriría en 1972, y el cine seguía ahí. Sobrevivió a sus creadores, como las grandes obras.
El Metropol vivió los momentos de mayor esplendor en la década de los cuarenta de manos del empresario y programador Heliodoro Collado. En los cincuenta pasó a manos de la Compañía Metropolitana de Espectáculos, SA, en la que se encontraba como socio el empresario Enrique Fayos.
Fue precisamente de manos de la familia Fayos que el Metropol vivió sus últimos años de popularidad, a finales de los noventa, cuando se reconvirtió en cine de reestreno y programa doble, junto al próximo cine D'Or, gestionado también por ellos. Pero los Fayos no eran propietarios de la sala, como recuerda Enrique Fayos hijo. A finales de los ochenta el inmueble pasó a ser propiedad de Francisco Tarazona, quien siempre pensó en darle otro provecho al edificio, aunque lo mantuvo como cine mientras no existiera alternativa. Renovaba los alquileres con los Fayos; a regañadientes, pero los renovaba.
Un incendio en febrero de 2001 marcó el destino del Metropol. Condenado a desaparecer, su muerte era cuestión de tiempo. Cerró y no volvió a prácticamente abrir. La agonía ha sido lenta y muy larga. Tuvo pequeños momentos de resurrección. Fue almacén de unas obras en un edificio próximo e incluso en 2006 albergó una edición de Casa Decor en València. Pero eran excepciones. La mayor parte del tiempo permanecía cerrado. Esperando a que llegase la sentencia. Ésta ya está en camino. El Metropol ahora ya, sí, es definitivamente otro cine perdido de València. El tiempo pasa y es implacable. Aún no hay fecha, pero en el barrio, en los locales cercanos al viejo cine ya saben que en el futuro tendrán allí un hotel.