VALÈNCIA. El día de su toma de posesión, la nueva consellera de Sanidad, Ana Barceló, habló de diálogo y de dejarse la piel en solucionar los problemas de la Sanidad valenciana. De entrada, parecen dos buenos pilares sobre los que apoyarse en la gestión de un departamento tan complejo como el suyo. Sus declaraciones fueron una ráfaga de aire fresco que, por primera vez en tres años, nos hizo pensar a muchos que el Gobierno Valenciano le decía por fin adiós al sectarismo y abría las puertas al diálogo.
Sin embargo, no hemos tardado demasiado en comprobar que tanto en su primera entrevista, concedida a la cadena Ser el pasado miércoles, como en la sesión de control en Les Corts a la que asistía por primera vez, Ana Barceló aseveró, sin dar margen al diálogo dos días antes esgrimido, que su Conselleria continuará con la política de su predecesora de acabar con el modelo de colaboración público-privado de las concesiones. Todo y pese a que la propia Conselleria de Sanidad reconoce sus buenos resultados en salud, de las concesiones, el Síndic de Comptes en la auditoria realizada avala el ahorro de un 25% a las arcas públicas con mayor calidad asistencial y los ciudadanos aseguran, de forma reiterada, a través de las encuestas de satisfacción, estar más contentos en estos centros por la rapidez y atención recibidas.
Si la administración, los sindicatos, los profesionales y las empresas colaboradores del sistema sanitario público estamos de acuerdo en lo importante, ofrecer la máxima calidad y la mejor atención a los pacientes, ¿cómo es posible que se cierre la puerta, sin más, a una opción que se ha demostrado positiva para todos? Sí, también para los profesionales. No hay más que leer estos días a un sindicato, pidiendo que se aplique al personal estatutario -profesionales dependientes de la Conselleria- el régimen de incentivos y retributivo de los trabajadores de las concesiones-. Al parecer, después de tantas críticas, algo de lo que se hace en las concesiones se quiere mantener.
La nueva consellera ha asumido el cargo en un momento muy delicado para la Sanidad Valenciana. Hereda un departamento que después de tres años ha aumentado las listas de espera, no ha sacado adelante ninguna nueva infraestructura sanitaria, tiene conflictos abiertos con sindicatos, colegios profesionales, empresas y asociaciones de pacientes, y parece que sólo ha estado centrado en acabar con el modelo de colaboración público-privada para la gestión sanitaria. Por desgracia, son muchos los valencianos que siguen esperando muchos meses la cita con un especialista, o una intervención quirúrgica. Y también son cada vez más los que ven coartado su derecho a elegir libremente el centro y al especialista que quieren que les atienda. De todos es conocido el veto de pacientes al IVO o al Hospital de Manises, entre otros.
Si los hospitales concertados son Sanidad pública, universal y gratuita, ¿por qué vetar la gestión privada de un servicio público en Sanidad cuando sí que se hace en sectores, como mínimo tan sensibles como éste? Y me refiero a las residencias de mayores y los centros de menores, por ejemplo, o el suministro de agua y la recogida de residuos en otro ámbito.
Ana Barceló debería valorar lo que realmente es importante para los ciudadanos. A muy pocos les importa quién es el gerente de un departamento de salud, y mucho menos, quién le paga. Sólo quieren ser atendidos en un buen hospital o centro de salud, en un tiempo de espera razonable, y tener un diagnóstico y un tratamiento efectivo, con las mejores infraestructuras y el mejor personal. Porque la excelencia y la calidad del sistema sanitario depende de una buena combinación de los diferentes modelos existentes.
Por eso, desde mi humilde posición, le pediría a la nueva consellera que escuche a todos los actores del panorama sanitario. Que no sólo hable de diálogo, sino que lo practique. Que no permita que la inercia de un camino político trazado por su predecesora cierre la puerta a la mejora de nuestra Sanidad, de la atención a los pacientes y de la carrera profesional e investigadora del personal sanitario. Porque en su mano está ahora cerrar el capítulo del sectarismo y abrir el del diálogo.
Carlos Rodrigo es doctor en Medicina y presidente de SanitatSolsUna