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València a tota virolla 

Afrancesa que algo queda: dónde está Francia en tu València

Declarados afrancesados (al menos, a ratos; al menos, por un día) descubren dónde habita su fragmento urbano más francés ahora que su Instituto cierra por la aversión de Macron a lo valenciano. O algo así

5/06/2021 - 

VALÈNCIA. Ante la desdicha y la ceniza que se precipitó en esta mismas líneas hace justo una semana (todo cierra, todo lágrimas), una alternativa para el resarcimiento. En qué enclaves de València encuentra el prójimo su momento más afrancesado. Prometemos no incluir ningún simbolismo con Amélie y por tanto evitar el trance espinoso de dibujar a la Amélie Poulain de la terreta. Por favor.

Ante las primeras indagaciones, sorpresa: “mai m’havia parat a pensar que hi ha ‘més francès’ a València”, señala un posible afrancesado. “Pues mira que me acabo de enterar de que cierra el Instituto Francés”, dice ahora un francés. “No tenía idea. Creo que entré solo dos veces”. Por fin del tercer testimonio se arrancan los primeros brotes verdes: “compte avec moi!”.

Tras un arranque prometedor (Macron, ahora te entendemos) unas cuantas protagonistas de la ciutat revisitan sus puntos neurálgicos con aires galos.

Edificio del Reloj

Por Patricia Bolinches, ilustradora, diseñadora gráfica

“La calle de la Paz tiene ese punto elegantón afrancesado. A mi me atrapa mucho sus miradores y la cúpula de la finca nº23. Pero claramente creo que el más "francés" es el Edificio del Reloj, en el puerto. Tan francés como que podría ser el hermano pequeño de la estación de Lyon, en París. Es curioso que el Edificio del Reloj originalmente era un edificio de viviendas para la burguesía valenciana”. 

La casa de Mercier

Isabel Puig, gestora cultural 

“Si tengo que dejar que mi mente sobrevuele el imaginario francés en València, sin duda la primera imagen que compone es la casa del artista Mathieu Mercier y Moraima Goetmank. Un hogar y espacio de creación por el que han pasado algunos de los más relevantes agentes culturales europeos e internacionales, lo que sin duda favorece la visibilidad de la ciudad en otros lares.  Y si hablamos de gastronomía -para mi tándem indivisible si pienso en el país vecino- me pasaría por el Ostras Pedrín, con la caída del sol para disfrutar de un champán bien frío y unas ostras Guillardeau. Delicioso, frenchy y para darse un homenaje merecido cualquier día de la semana”. 

La casa de Mercier. Foto: ESTRELLA JOVER

Edificio Bolinches

María Aucejo, arquitecta y diseñadora de interiores

“El primer que em ve al cap és l'excés rococó del Palau del Marqués de Dosaigües o el laberint d'arbustos retallats dels Jardins de Monfort, però em sap greu condemnar als francesos al record pels seus anys absolutistes en exclusiva. Pensant en tòpics més amables, em decante per la façana més afrancesada de València, l'Edifici Bolinches. Sempre he pensat que recorda a un pastís pel color de la façana i els detalls modernistes de forja. Els remats pintats de blanc i la ceràmica verda ben bé podrien trobar-se a França si ens imaginem música d'acordió de fons. L'edifici dóna la benvinguda al carrer La Pau, enfrontat al Parterre i el jardí de La Glorieta, l'únic de tots els llocs que he dit d'origen francés real”.

Café de las Horas

Mª Ángeles Fayos, gestora cultural

“Lo que más me traslada a Francia es el Café de las Horas, me recuerda al Barrio Latino. Hay dos jardines como el laberinto dentro de los Jardines de Viveros y los jardines de Monforte en los que veo estilo francés. Incluso en el Teatro Olympia, la estructura -realizada por Vicente Rodriguez en 1915- es similar a la de la torre Eiffel”. 

Café Lisboa

Paul Loubet, artista

“El Café Lisboa porque es ahí donde acompañaba a los amigos a ver los partidos de Francia y del PSG. Pero también, frente al mar, la Lonja por La Marina de València. Me recuerda mucho la criée aux poissons en el puerto de Sète”. 

Y es, en el último término, cuando quizá la correlación València-Francia más suprema sobresale. La que viene del mar y se emparenta más con el viento marsellés que con el orden previsto parisino. La que, desde la geometría variable, interconecta al Mediterráneo entre sus puertos. Una vía de escape entre polos que divergen de la centralidad y buscan encontrarse en lo salvaje. En el exceso y en los complejos. Tal vez el mayor afrancesamiento llega desde donde los estereotipos franceses quedan fuera: la mediterraneidad desbordada. 

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