Ambas citas están programadas para el jueves 10 de junio, una jornada que se antoja volátil en los mercados, a juicio del director de Riesgos
MADRID. El dólar subió a finales de la semana pasada frente a sus pares del G10, pero acabó cediendo la mayor parte de esas ganancias tras publicarse el informe de nóminas -un tanto decepcionante- el viernes. Los datos de empleo siguen siendo difíciles de interpretar, pero otros indicadores del crecimiento mundial continúan mostrando signos de fortaleza y las presiones inflacionistas no cesan.
La mayoría de las divisas de los mercados emergentes consiguieron terminar la semana apreciándose, ya que los precios de las materias primas siguen aumentando. Entre las principales divisas, el real brasileño fue el ganador indiscutible, mientras que el dólar neozelandés fue el que peor se comportó.
Esta semana dos acontecimientos -ambos el jueves- centrarán la atención del mercado. Por un lado, está la reunión de junio del BCE; aunque ni nosotros ni el mercado esperamos ningún cambio en la configuración de la política monetaria, los comunicados pudieran sean algo menos conservadores de lo que el mercado espera, lo que podría dar un impulso a la moneda común. Por otro lado, mientras se celebra la reunión, se publicará el IPC de mayo en EE UU, por lo que la tarde del jueves promete ser volátil para el trading.
El IPC de mayo de la Eurozona dejó claro que no se encuentra exenta de las presiones inflacionistas que se están produciendo en todo el mundo. El IPC finalmente superó el umbral del 2% del BCE por primera vez desde 2018. La inflación subyacente subió de forma más modesta, hasta el 0,9% y todavía por debajo del objetivo del banco central. Creemos que hay amplio margen para sorpresas alcistas.
La clave de la reunión del BCE de esta semana será si el ritmo “considerablemente” más alto de compra de bonos anunciado en mayo se reducirá en vista del fortalecimiento de la economía. Creemos que el banco no está preparado aún para dar ese paso, aunque las previsiones de sus miembros reflejarán sin duda una perspectiva más optimista. En general esperamos que el euro se aprecie, aunque más como consecuencia de la debilidad general del dólar que por la fortaleza del euro en sí.
Los datos del informe de nóminas de mayo en EE UU confirmaron una vez más que las limitaciones en la oferta se están convirtiendo en el principal obstáculo para el crecimiento de EE UU, y que la alta demanda seguirá presionando al alza los precios.
La creación de 559.000 puestos de trabajo ha sido positiva, aunque no ha cumplido las expectativas y la tasa de participación de la población activa se ha estancado. Los salarios aumentaron más de lo previsto -otra señal de que los empresarios están luchando por cubrir los puestos de trabajo-. Creemos que los generosos subsidios de desempleo, el cierre de colegios y la reubicación de trabajadores durante la pandemia seguirán dificultando la contratación, por lo que el auge de la demanda se traducirá en un aumento de las presiones inflacionistas al menos durante el próximo año. Si la Reserva Federal no responde, como parece que sucederá, no creemos que sea positivo para el dólar.
La fuerza de los índices PMI de actividad empresarial de mayo y las últimas declaraciones (no muy conservadoras) de los responsables del Banco de Inglaterra hacen pensar que el Reino Unido podría adelantarse a la Reserva Federal y al BCE en la subida de tipos. Creemos que esta posibilidad es la que explica gran parte de la reciente fortaleza de la libra, y los últimos datos publicados siguen apoyando esta teoría.
Esta semana no habrá publicaciones que influyan en el mercado y que añadan mucha más información al panorama actual, por lo que esperamos que la libra esterlina se mueva en función de otros acontecimientos, especialmente por la reunión del BCE del jueves.
Enrique Díaz-Álvarez es director de Riesgos de Ebury