MADRID (EP). A falta de noticias macroeconómicas importantes y decisiones por parte de los bancos centrales, el euro, el dólar y la libra esterlina cotizaron en rangos estrechos, mientras que los activos considerados de riesgo retrocedieron modestamente desde los máximos anuales alcanzados la semana anterior. Estos movimientos no fueron lo suficientemente fuertes como para cambiar la tendencia general de 2023: un billete verde más débil y unos mercados emergentes más fuertes (liderados por los de la cuenca del Pacífico y América Latina).
Esta semana también se prevé tranquila, como antesala de las reuniones de los bancos centrales en mayo. Prestaremos atención a la inflación PCE de marzo en EE UU. y al informe del PIB del primer trimestre este jueves, seguidos el viernes por los informes de inflación de principios de abril de los distintos países de la Eurozona.
El Banco de Japón se reunirá por su parte a primera hora de la mañana del viernes, y siempre existe la posibilidad de que se produzcan sorpresas, dada la tensión entre la política ultradisciplinaria del Banco y las crecientes presiones inflacionistas.
Los principales datos económicos de la semana pasada fueron los índices PMI de actividad empresarial. Destacan dos tendencias: una, la economía de la Eurozona se está acelerando, liderada por el sector servicios; en segundo lugar, el sector industrial está más rezagado, y el efecto de la reapertura de China aún no se ha dejado sentir en el sector manufacturero.
En cualquier caso, está claro que el riesgo de recesión se ha desvanecido y que el BCE aún tiene mucho trabajo por hacer para domar las presiones inflacionistas, especialmente dada la mayor rigidez de la inflación y la dinámica salarial en la Eurozona en comparación con Estados Unidos. Esto nos sugiere que la tendencia a medio plazo del euro debería ser alcista.
La semana pasada también fue floja en cuanto a datos macroeconómicos, pero las solicitudes semanales de subsidio por desempleo aportaron algunas pruebas más de que el mercado laboral estadounidense se está enfriando a medida que el endurecimiento de la Fed se filtra en la economía con los retrasos habituales. Por otra parte, las cifras del índice PMI de actividad empresarial sorprendieron al alza.
Claramente, los signos de desaceleración económica siguen siendo muy provisionales y los datos deben observarse con atención. Esta semana nos centraremos en la inflación medida por el índice de precios al consumo (IPC) de marzo y en la estimación temprana del crecimiento del PIB del primer trimestre, aunque ambos datos son un tanto retrospectivos y es poco probable que hagan cambiar la opinión o muevan los mercados.
La publicación del informe de empleo y salarios de la semana pasada, seguida inmediatamente por otra incómoda sorpresa en el informe de inflación de mayo, corroboran nuestra postura de que al Banco de Inglaterra aún le queda mucho trabajo por hacer para controlar las presiones inflacionistas, al igual que a su homólogo del otro lado del Canal de la Mancha.
Incluso tras la subida de la semana pasada, las expectativas terminales para el tipo del Banco siguen por debajo del 5%, lo que consideramos insuficiente cuando la inflación subyacente se mantiene persistentemente por encima del 6% y los salarios han alcanzado ese nivel. Con pocas noticias de interés esta semana, prevemos que la libra esterlina cotice estrechamente con el euro.
Enrique Díaz-Álvarez es director de Riesgos de Ebury