VALÈNCIA. En una época donde todo se hace viral y todo es un estímulo, canalizar la atención de los estudiantes puede suponer todo un reto para sus maestros. En los últimos años las Tecnologías de la Información han ido llegando para quedarse como recursos básicos en la docencia del siglo XXI, pero un nuevo factor se añade a la ecuación en algunos centros educativos de València como es el caso del IES Enrique Tierno Galván, en Moncada. Juan Carlos Reyes, profesor de Historia del grupo de 3º de E.S.O., elimina las barreras físicas del aula para ofrecer una experiencia al aire libre y en movimiento donde el diálogo entre compañeros es crucial para la asimilación de los conceptos.
No es algo particularmente nuevo para él, ni mucho menos, pues es el creador del Método Peripatético Adaptado a la Educación Contemporánea (PAEC), un sistema de docencia teorizado en 2008, puesto en práctica desde 2009 y que, entre otros reconocimientos, fue galardonado en la V edición de los Premios a la Innovación Social y Urbana del Ayuntamiento de València.
Como el nombre indica, el método adapta los característicos paseos del maestro con los discípulos en la escuela peripatética de la Grecia clásica al entorno actual. Una inspiración que no sorprende dada la formación del profesor, quien es licenciado en Historia, en Antropología Social y Cultural y en Estudios Ingleses. También suma a su currículum su papel como profesor en centros universitarios, más allá de los institutos. Y así, en una fusión de los estilos del pasado con las herramientas y capacidades del presente, prepara una jornada más de trabajo, a la que pudo asistir Valencia Plaza.
Esta vez va a ser algo especial, es la primera vez que con este grupo de alumnos de entre 14 y 15 años hará la clase en el exterior. Durante los meses previos ya ha estado comentándolo con ellos, escuchando qué tenían que decir al respecto y generando espacios de debate sobre cuándo deberían dar ese paso. El timbre que recuerda a alumnos y docentes el final del recreo se oye por todo el patio, los balones dejan de botar y uno a uno todos entran en el edificio donde retomarán las clases. Aunque, realmente, no son todos.
Juan Carlos se para próximo a la puerta de la cafetería, saca el móvil y escribe un par de mensajes. Al poco rato cerca de 20 adolescentes aparecen mochila a la espalda y esperan a las primeras palabras de su profesor. Les ha contactado vía Telegram, aplicación de mensajería instantánea donde comparte grupo con la clase y avisa de noticias como, por supuesto, el inicio de la clase y el punto de encuentro.
Con paso decidido van hacia el centro del patio, a las canchas de baloncesto. Juan Carlos les pide que se pongan en círculo y se dividan en grupos ya formados previamente al más puro estilo del Ágora ateniense. El discurso inicial del maestro a los discípulos es breve, pero les recuerda el objetivo de salir por primera vez fuera del aula: "aprender, colaborar y, sobre todo, divertirnos". También les recuerda los roles de portavoz y secretario que cada grupo tiene - y que los propios alumnos se asignan entre ellos -, así como el deber de cumplir la máxima de respetar los turnos de palabra: en el Ágora hablarán de uno en uno. Aunque eso será en unos minutos.
Los grupos abandonan ese espacio común inicial para andar por separado a lo largo del espacio habilitado: pueden ir por donde quieran. La única regla es que estos minutos son única y exclusivamente para dedicarlos a los compañeros de tu grupo, no puedes mezclarte o interactuar con ninguno. Como en pocas sesiones los alumnos tendrán un examen, van comentando con sus compañeros qué puede entrar, la tipología de los ejercicios que aparecerán o estrategias para estudiar y preparar la prueba.
Pero, ¿por qué andando? Tanto alumnos que miren desde la ventana al patio, como vecinos de Moncada que paseen por la zona y miren a través de la verja podrían preguntárselo. Es atípico ver alumnos andando sosegadamente en esas zonas si no es el recreo o no es una clase de Educación Física. Todo reside en los resultados de un trabajo de investigación que Juan Carlos realizó para comprobar las diferencias en la percepción del tiempo dependiendo de los tipos de conversación.
Dos escenarios: una conversación entre dos personas sentadas y otra con dos personas en movimiento. Todas se conocían a través de terceros pero no tenían confianza entre ellos. Con unos tiempos totales de similares - de entre 30 y 40 minutos -, los resultados mostraban que las personas que charlaban mientras andaban sugerían que habían estado juntas menos tiempo del que reloj marcaba, mientras que la pareja sentada percibía un tiempo mayor al real.
"Cuando dos personas que no se conocen mucho se sientan a hablar, los temas suelen ser los mismos: el tiempo, hace bueno... lo típico. Sin embargo, andando la conversación sale más natural", argumenta.
No dejan de ser adolescentes y, como apunta Juan Carlos, hay veces que aprovechan estas actividades grupales aisladas del resto de la clase para contarse sus cosas, reírse o, en definitiva, tener las conversaciones que chavales de esta edad tendrían. A su profesor no le molesta, lo entiende. La única exigencia es que, cuando él se acerque a intercambiar opiniones y preguntas con ellos, el foco de atención deberá volver a la clase y contenidos.
Y así es. Cuando Juan Carlos va pasando de grupo en grupo sumándose a la caminata, empieza a comentar con sus alumnos. "¿Qué creéis que puede salir en el examen?", "¿Un gráfico, quizá?", "¿Cuáles pensáis que son los elementos básicos de un gráfico?". Todas estas preguntas son respondidas con claridad por parte de los integrantes de los diferentes grupos. Sin atropellarse unos a otros, respetando el turno de palabra y escuchando al igual.
Por supuesto la sesión no se limita en exclusiva a debatir aspectos del examen, también se repasan los contenidos de Historia pertinentes. Con la particularidad que supone tener a cuatro grupos actuando independientemente por el patio y al profesor rotando entre ellos, una de las características de PAEC sale a la luz: la capacidad de que los alumnos sean entre ellos, además de compañeros, profesores.
Uno de los baremos que se ha usado para decidir cómo formar los grupos ha sido, en este caso, dejar que los alumnos con mejores notas eligiesen a los integrantes. "Como los capitanes cuando jugábamos a fútbol", declara sonriendo Juan Carlos. De este modo, facilita que alumnos que tienen más conocimientos y han llegado a unos "mínimos" que otros compañeros no, puedan ayudarles en la asimilación de conceptos.
Como declara su profesor: "Hay temas que los profesores tenemos trilladísimos. Todos los años damos, por ejemplo, la agricultura no nos implica novedad a la hora de enseñarla; pero a los chicos muchas veces sí les interesa explicársela a alguien del grupo que tenga dudas".
"A veces intentamos aprovechar recursos como la música", cuenta Juan Carlos haciendo referencia a la tendencia de alumnos por, al estar andando con compañeros, poner algo de música desde los móviles. Ocasionalmente, dependiendo del contenido impartido, se opta por poner alguna pieza de fondo, "preferiblemente música instrumental". Por ejemplo, de estudiar el período medieval, melodías de esta época se podrían llegar a reproducir a nivel ambiental.
El Método PAEC ha ido avanzando y ganando reconocimiento poco a poco con el pasar de los años. Galardones, interés de los medios y proyectos en marcha son el eco del trabajo que empezó Juan Carlos en 2008 y en el que, en la actualidad, le acompañan otras 19 personas en la asociación constituida para la difusión, estudio y evolución de esta docencia alternativa.
Una de las principales herramientas para pulir el método no es otro que las encuestas a docentes que lo practican y alumnos que aprenden con él. El feedback obtenido por parte de estos dos grupos es lo que ha ido apuntalando al método de hoy en día. Aún así es bastante versátil, la metodología que empleen unos docentes puede variar respecto a la de otros, pero siempre englobados en el ámbito general marcado por PAEC.
El equipo está preparando un manual que se publicará próximamente, al igual que una revista tanto digital como física para comunicar los avances logrados en esta disciplina. Todas estas labores paralelas a la propia enseñanza son fruto de los profesores que ya colaboran y emplean PAEC y, además, también es gracias a varios mecenas que están colaborando en cuanto les es posible sin "querer hacer su nombre público".
Pese al gran esfuerzo que ponen de su parte, Juan Carlos advierte que la iniciativa privada es "limitada" y, aunque ya ha contactado con ayuntamientos y políticos, ve necesario disponer de "ayuda institucional" que agilice las líneas de trabajo actuales y potencie la difusión: "Sin ellos es muy difícil".
Por el momento la acción es la que es, y no es poca. Los límites ya no son geográficos, escuelas de toda España, Europa y América Latina se han interesado; ni tampoco el trabajo se reduce al ámbito escolar, ya que también se ha implementado PAEC para trabajar con grupos en riesgo de exclusión social. Salir a fuera, sacar la cultura a la calle y compartir experiencias para llegar lo más lejos posible: esos son los objetivos ya no sólo de Juan Carlos, si no la de muchos otros profesionales que enseñan que sí es factible "romper el límite" de las aulas para lograr una "verdadera transformación social".