Una de las cosas que más coraje me da es tener razón y que nadie haga nada por reparar el daño. No es que me sienta como Casandra, aquella mujer maldita por los dioses que vaticinó la caída de Troya pero a la que nadie atendió, pero sí que es verdad que el Partido Popular lleva años clamando en el desierto (por ahora metafórico, pero quién sabe si dentro de unos años real) por la extinción del Trasvase Tajo-Segura que proyectaba el PSOE. Paso a paso, poco a poco, se van cumpliendo los plazos. El cambio de las reglas de explotación de la infraestructura para reducir de 38 a 27 hectómetros la cantidad trasvasable mensual cuando los pantanos estén al mínimo supondrá un recorte casi definitivo para la mitad sur de la provincia de Alicante, la Región de Murcia y Almería.
Si yo, como oriolana, alicantina y valenciana estoy fastidiada (si en lugar de un artículo fuera un tuit usaría otra expresión), no me quiero imaginar cómo estará mi amigo y compañero Pepe Císcar. Creo que el hombre se ha quedado sin voz de tantas veces que ha repetido lo que ha ido pasando los últimos años en una operación perfectamente coordinada por el PSOE de Pedro Sánchez con el conocimiento y la displicencia del PSPV de Ximo Puig, que ha atendido con desinterés a los regantes alicantinos que le han pedido mil veces que defienda el agua, no que les da de beber, sino de comer a más de cien mil familias. Mucho ‘ximoanuncio’, pero los socialistas de Madrid y Castilla-La Mancha cada vez tiraban el mojón un poco más para su lado y menos para el interés de la Comunitat Valenciana y, por qué no decirlo, también de España.
Podría en este artículo reiterar las mil y una ventajas que desde su inauguración nos ha dado el Trasvase Tajo-Segura a nuestra autonomía. Con este agua, se ha regado la huerta de Europa, se han creado miles de puestos de trabajo y ganado millones de euros en empresas que han dado cobijo y futuro a varias regiones enteras. Aparte de los beneficios medioambientales de tener tierras cultivadas, fértiles y productivas contra el cambio climático y la desertización que amenaza a España. Creo que eso lo tenemos todos claro. Entonces, ¿por qué este empeño del PSOE en quitarnos el Trasvase Tajo-Segura? Y más cuando fue un gobierno del PP el que logró un acuerdo que parecía blindar la Tubería. Pero el PSOE no es capaz de admitirlo. Años después, sigo sin comprenderlo.
Y que no me digan que ahora van a plantar alcachofas en Cuenca o que es para que se llenen los pantanos y crear una red de turismo interior para que los madrileños vayan a Toledo a hacer esquí acuático. Si a algún pueblo le falta agua potable, no duden que seré yo la primera en exigirle a García-Page, como antes era a Barreda y antes a Bono, que le ponga los grifos a todas las casas. No, no es por eso.
Y vuelvo. ¿Por qué? ¿Es que el PSOE todavía odia a esta Comunitat porque una vez nos plantamos y pedimos ‘Agua para todos’? ¿Es por qué todavía estamos pagando las macrodesalizadoras de Cristina Narbona, algunas sin estar siquiera al 100% años después, y que no han solucionado el problema? Seguro que mi compañero de tribuna José Muñoz sabrá explicarlo el próximo lunes. Yo sigo sin entenderlo.
Lo único que sé ahora, como siempre, es que el Partido Popular ha estado, está y estará siempre en defensa de nuestro territorio y nuestra gente, de los agricultores, transportistas y hasta de los fruteros que quieren ‘kilómetro cero’ en sus estanterías. Reclamamos que el Trasvase Tajo-Segura no se toca, que es fuente de riqueza y prosperidad para la Comunitat Valenciana y que Llevamos años clamando por un agua que los socialistas siempre nos han negado y que ahora quieren ahogarnos, precisamente, por no disponer de ella.