VALÈNCIA. Buenas sensaciones del juego: sentirse cerca de la victoria, picar al enemigo, juntarse cerca de un tablero. Malas sensaciones del juego: tener que aprender las normas y fingir que no se olvidarán pasados unos minutos, ver cómo se va la partida al traste, notar como una pareja hace trampas… Todas estas normas se reescriben de cierta manera en Gabinete de Dibujos, en València. La muestra Juegos reunidos. Manual de instrucciones estará para que los valencianos jueguen con ella hasta el 14 de abril. El player one es el artista: Manuel Antonio Domínguez, quien vuelca en la sala su obsesión y pulsión por los juegos reunidos, que marcaron a su generación y en cierto modo a su forma de ver la vida.
Todo nace de una hiperfijación por València por parte del artista. Él estudió en la ciudad, donde terminó como especialista en arte público, y comenzó a centrar su trabajo en lo objetual. En este momento comienza a acercarse al rastro, a contemplar con lupa esos pequeños recovecos que recopilan la memoria de la ciudad. Para el artista la peculiaridad del rastro era que le ayudaba a “mapear la ciudad”, y con ello pudo aprender a verla de otra manera: “Los que se encuentran en el rastro son recolectores, y viven de forma nómada. Van transportando sus cosas y con ello conforman la ciudad, para mi esa información era clave, y me ayudó a generar mi propio discurso creativo”.
Cuenta que una de las cosas que más le sorprendió del rastro fue que había una gran cantidad de cubiletes, y que estos a su vez hacían que se hablara del juego, poniendo el germen para generar esta muestra: “La parte objetual de mi trabajo aparece en València, además de los juegos que forman parte de mi vida”, y con ellos empezó a elaborar su propia partida, que entre otras cosas habla de colectividad, de cariño y de la voluntad de fijarse en los pequeños detalles. Con esto se genera el espacio para la partida, que tal y como reza el texto de sala, redactado por Bartolomé Limón: “Siempre hemos necesitado un espacio de reunión, donde encontrarnos con el otro, sentirlo, tocarlo, compartir… y jugar”.
“Al final es un encuentro de muchas personas, se genera un espacio de reunión. Es un disfrute comunal de alguna manera”, explica el artista sobre el simple acto de jugar. Y en su disfrute se encuentra el mismo arte, intervenir sobre los juegos reunidos le permite recrearse en un momento generacional en el que fue clave: “Los juegos reunidos me han acompañado durante muchísimo tiempo, a mi y a la población española. Me pareció interesante subvertir dentro de los elementos la intervención pictórica, llevándolo de una manera más visual y placentera”.
Esta forma de intervenir le lleva, de la misma manera, a comprender los juegos comunales que pierden a la sociedad entera: juegos de cartas, fútbol, quién es quién… todos estos elementos son los que hacen que nos situemos al mismo tiempo en el momento que estamos viviendo: “Todos los elementos han hecho que se desate algo que tiene que ver con la imaginación colectiva entorno al juego”, explica el artista, “en la exposción se aparece la competición, la búsqueda y demás factores que pueden verse entre las obras”.
Sus propias normas incluyen también una radiografía social del momento en el que genera todo su trabajo. Durante la pandemia pudiera parecer que se jugaba con miedo a hacerse una prueba COVID, que también se encuentra presente entre los cuadros: “En mi obra cuento la experiencia vital que he tenido conmigo mismo, con mis amistades y con el entorno”, en su norma entra incluir lo que le rodea, “trabajo con la realidad del momento y con los canales de difusión”.
En la partida también entra el espectador, que dentro de la muestra más allá de ver la obra puede intentar localizar algunos elementos en esta. Para ello hay piezas que cuentan con una información de búsqueda en la que se incita a que el que visita Gabinete de Dibujos “encuentre” al pajarito y a que se divierta con el arte y lo vea más allá de la obro: “Hay que disfrutar con el arte, huir del consumismo artístico más rápido. Yo considero que creo muy a fuego lento, y a veces cabe replantearse los dibujos y obras de la misma manera. Conseguir que la persona se pare, para apreciar más el discurso”, comenta sobre sus propias “normas del juego”.
Para ello en la sala hay una pieza central que se coloca en modo de tablero, invitando al visitante (o en este caso al jugador) a que la rodee constantemente. En una espiral de recorrido, como si de la Oca se tratara el cuadro invita a que se den vueltas sobre este, averiguando los pequeños componentes que habitan la obra. Volviendo al texto de Limón cabe destacar de nuevo una regla clave: ganemos o perdamos, nos aburramos o nos divirtamos siempre estamos “ganando experiencia, creando y compartiendo. Al fin y al cabo ese es el objetivo de los juegos grupales, el hecho de compartir, de crear comunidad”, ¿y qué mejor manera que hacerlo rodeado de demás visitantes en una misma sala?
-¿Cuáles son los otros juegos que se pueden ver en la muestra?
-De alguna manera se puede ver un juego con el cuerpo y con el afecto... Había algo que me apetecía enlazar: el sexo, al fin y al cabo es como un juego reunido también.