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Alaska, Dinarama y la ley del deseo

20/10/2024 - 

VALÈNCIA. 1984 fue el año en el que el nuevo pop español empezó a reflejar su madurez. Tras los años formativos de la Transición y el torbellino de ideas, los artistas que habían comandado ese relevo generacional dejaron de querer imitar a sus referentes y empezaron a imprimir su personalidad en su música. Ese fue el año en que Radio Futura, ya con una nueva formación, florecieron con La ley del desierto / La ley del mar. Fue también el año en que Gabinete Caligari publicaron Cuatro rosas, una de las canciones que definió lo que sería su estilo. Y ese otoño Dinarama lanzaron el disco que consagró al tripartito formado por Alaska, Carlos Berlanga y Nacho Canut. Deseo carnal marcó el principio de la edad adulta de un trío que hasta entonces había usado la cultura pop como escudo y refugio. Aquí el amor ya no era un sentimiento sublimado a través de fantasías adolescentes. El tema ya era contemplado como algo que te arrastra consigo y que puede ser peligroso. No hay modo de defenderse, pero al menos puedes tomarte la revancha exprimiéndole canciones a esos torrentes de pasión. Deseo carnal refleja en música y letras el fin de la inocencia de los componentes de Dinarama. Su éxito masivo también sirvió para poner un límite temporal a eso llamado movida. 

El álbum tuvo su génesis cuando Carlos Berlanga cumplía con el servicio militar en Canarias. Al terminar, se trajo con él unos cuantos bocetos de canciones a los que acabó de dar forma en Madrid. Como era habitual, las letras las escribió con Nacho Canut, que recordaba así aquel proceso: “Me las cantaba acompañándose con la guitarra. Su gran influencia entonces era Aztec Camera, aunque también seguíamos nuestro método habitual: yo le decía, ¿Por qué no hacemos una como Billy Idol?, y él componía una en esa onda. Con patrones como la Tamla Motown o los Psychedelic Furs, fueron formándose las canciones que aparecieron en Deseo Carnal”. Paralelamente a esta labor, Pito Cubillas, el mánager de la banda, se ocupó de reestructurar el grupo. Dinarama pasaron a ser únicamente Berlanga, Canut y Alaska, que dejó de ser una simple colaboradora para convertirse en el tercer miembro de Dinarama.

La cantante tenía sus reticencias en lo relativo a convertirse en un miembro fijo del grupo, y estas estaban más que fundadas. Las discrepancias en cuanto a qué dirección musical seguir ya habían marcado un desencuentro con Berlanga cuando aún existían los Pegamoides. En aquel momento, Alaska prefería una música más oscura, cercana al rock gótico, mientras que Berlanga era carne de melodía pop y se inspiraba en una paleta de estilos que iba del funk a la bossa. Además de una voz, Alaska aportaba imagen al proyecto Dinarama.  “A Carlos no le gustaba salir en las portadas ni hacer entrevistas –recordaba Canut-. Y a mí tampoco. Olvido era la persona idónea. A ella le gustaba la música que hacíamos, pero tampoco le volvía loca. Del repertorio de Deseo carnal, le gustaban los temas que estaban en la línea de Dead Or Alive, pero el bolero o las canciones que eran más cercanas al soul, no. De hecho, sus favoritas eran las canciones que a veces tocamos con Fangoria: Isis, Carne, huesos y tú y Falsas costumbres”. 

Deseo carnal se registró en Madrid durante el verano de 1984. Por primera vez desde que firmaron contrato con Hispavox en 1980, la discográfica les ofrecía un presupuesto suntuoso para grabar. Eso les permitió buscar un productor extranjero, que era algo que los tres veían necesario, alguien que comprendiera de dónde venían y adónde querían llegar. Lo intentaron con Conny Plank, productor de krautrock que últimamente había trabajado con Killing Joke, pero no pudo ser. Zeus B. Held, productor de Dead Or Alive también recibió su solicitud. Este les recomendó que probaran con su ayudante, Nick Patrick. El entendimiento fue inmediato: “Antes de comenzar a grabar, Patrick me preguntó: Sinceramente, Nacho, ¿de verdad quieres tocar el bajo? Y yo le contesté: Sinceramente, no. En mis grupos favoritos las líneas de bajo se hacían con sintetizadores así que... Creo que desde entonces nunca más he vuelto a tocar el bajo en un disco. Entre una máquina y una persona tocando un instrumento, nosotros preferimos siempre la máquina, que es la que nos hace caso”. El presupuesto de grabación les permitió también grabar una sección de cuerdas, algo que llevaban queriendo hacer desde los tiempos de los Pegamoides. 

Para los fans de Alaska, Berlanga y Canut, el disco fue un triunfo artístico. Proyectaban una imagen y un discurso que ningún otro artista aspirante a conquistar el mercado musical español esgrimía entonces. Las canciones absorbían el Hi-NRG –una variante de la música disco que celebraba el deseo sexual-, la Motown, el rock más oscuro y el pop. “Cada vez que Carlos mentaba la bossa [uno de sus géneros favoritos] Olvido y yo nos burlábamos. Hubiera sido imposible que metiera un tema así en Dinarama. Pero el bolero entroncaba perfectamente con la vena latina de Olvido, con sus raíces mexicanas y esa parte de ella que es muy Paquita la del Barrio, muy La Lupe... En realidad, y a pesar de eso, para nosotros era un juego de lo más exótico. Veíamos el bolero igual que los yanquis en los 50, como algo exótico, porque en el fondo los tres éramos muy sajones”. Los temas esotéricos, tan del gusto del trío, aparecían en canciones como Isis y La decisión. Un hombre de verdad era un alegato discotequero con unas connotaciones eróticas tan explícitas como humorísticas. Ni tú ni nadie rendía homenaje a los grupos de chicas de color de Tamla Motown. Cómo pudiste hacerme esto a mí combinaba un drama de celos con el hi-NRG a la española. Que los tres miembros de Dinarama atravesaran situaciones sentimentales más bien tormentosas contribuyó en buena medida a que a través del disco fluyera un torrente de pasiones absolutamente real.

Deseo carnal puso en órbita a Alaska y Dinarama. Les hizo vender grandes cantidades en España, y también les consagró comercialmente en el mercado mexicano. La popularidad de la cantante creció aún más gracias a su papel como presentadora del programa televisivo infantil La bola de cristal. Se calcula que el álbum llegó a superar el millón de copias vendidas. “¿Nuestro mejor momento? No creo que fuera ése. Nos convertimos en un grupo masivo y la gente empezó a vernos como si fuéramos Mecano, y nosotros no éramos eso. Era como si jugáramos a serlo, pero en realidad no lo éramos. Yo tenía claro que tarde o temprano volveríamos a nuestra posición natural. Éramos unos intrusos, un accidente. Se notaba en la promoción y en detalles como que, cuando presentamos el disco, en lugar de hacerlo en un Palacio de Deportes preferimos estar en Rockola cuatro noches, para demostrar que seguíamos siendo los mismos. Y esas cosas la gente las capta”.

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