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CRÍTICA DE CONCIERTO

Albert Sanz ejerce de profeta en su tierra con un precioso concierto en el Principal

26 Festival de Jazz de València
7 de julio de 2023
Teatro Principal
Albert Sanz, Piano; Jorge Rossy, Vibráfono; Javier Colina, Contrabajo; Borja Barrueta, batería; Antonio Serrano, Harmónica
Orquesta de Valencia
Daniel Abad Casanova, director musical
9/07/2023 - 

VALÈNCIA. La defensa de “lo de aquí” no es una causa que deba llevarse como un absoluto, salvo que “lo de aquí” merezca verdaderamente la pena. Igualar a todos los nuestros en su promoción y defensa, por el exclusivo mérito de ser producto de la tierra sería una clamorosa injusticia. Albert Sanz (València, 1978) sí es uno de esos artistas valencianos que merece ser reivindicado, un gran músico se mire por donde se mire. Para empezar, se trata de un creador, no únicamente un traductor de la música de otros y su personalísimo La espuma del mar es quizás el comienzo de un camino hacia territorios de amplios horizontes que quizás ni él ha explorado del todo. Una música fronteriza, también accesible, que prefiero que escuchen antes meterme en un problema de definiciones e influencias que, en obras tan propias, hasta el mismo compositor quizás no compartiría. Emotivo y bonito concierto, uno de los platos fuertes de este 26 Festival de Jazz de València, que está siendo todo un éxito, con excelentes músicos de jazz (los participantes en la grabación), la orquesta de tu ciudad bajo la dirección de un joven, sensible a toda música de calidad y excelentemente preparado director y en el teatro de siempre de tu ciudad luciendo una magnífica entrada. Creo que para un músico no se puede pedir más. Mucho fue el trabajo para que todo saliera bien, y así fue. Como dijo Sanz en una de sus intervenciones, lo difícil de un concierto complejo como este fue más lo que hay que salvar- extramusical incluido- hasta que la música empieza a sonar más allá de la composición y los arreglos para para gran orquesta sinfónica. 

Respecto a esto último, es el de Sanz un notable trabajo de orquestación para la ocasión, que nos da a entender su gran formación musical, más allá del Jazz, con algunos puntos especialmente álgidos como la amplia introducción de tintes impresionistas, debussynianos en Ce Qualcuno segundo tema del disco o de todo el tema Open Arms. El íntimo tema que da título al disco y que cuenta con la colaboración en la grabación de la cantante gerundense Silvia Pérez Cruz, fue cantado en esta ocasión por el propio Sanz. La velada, que no decayó en ningún instante, se inició con la hermosa A mi lado y fue desgranando los diez temas del disco, concluyendo por todo lo alto con Bolero de la Albufera, la última canción de La espuma del mar en la que intervino el virtuoso solista de harmónica Antonio Serrano con un fantástico solo de corte jazzístico, cerrando un concierto con el público congregado puesto en pie. La insistencia obligó a repetir Quiero, la canción con un mensaje lleno de deseos y que suscribiríamos todos.

Si bien se trata de más que reputados músicos de jazz los que acompañan a Sanz, La espuma del mar no es un disco para el lucimiento personal y los instantes de improvisación instrumental son muy contados. No obstante, sobre las tablas se pudo comprobar la excelencia del cuarteto empezando por el piano imaginativo, sensible, por instantes virtuoso, de amplia escuela del compositor, magnífico el veterano músico navarro Javier Colina al contrabajo con una introducción a Sin Rumbo a la altura del maestro que es, la amalgama de sonidos emitidos por el vibráfono del multiintrumentista barcelonés Jorge Rossy que tapizaron cada uno de los temas y la seguridad del vasco Borja Barrueta a la batería. 

La orquesta se mostró efectiva y fue una perfecta traductora de la obra de Sanz, en especial las intervenciones de los metales y una cuerda en este caso por obra y gracia de Daniel Abad que se erigió en un maestro de ceremonias, procurando que el complejo entramado orquestal y jazzístico, además de la participación solista de Sanz estuviera dinámica y rítmicamente en su sitio y evitando que cada uno hiciera la guerra por su cuenta. Teniendo en cuenta que se trataba de un estreno absoluto y en un espacio de acústica mejorable para esta clase de conciertos el resultado fue inmejorable. Sensible a la música y al verdadero protagonista, Abad se mantuvo inteligentemente siempre un paso por detrás para no robar protagonismo musical, aunque en definitiva fuera el factótum de llevar a buen puerto una la velada preciosa que el público supo premiar como corresponde.  

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