Amante de los viajes y la gastronomía, defiende que los colegios incluyan una asignatura que enseñe a los más jóvenes los conceptos básicos de la economía
VALÈNCIA.- Cuando empezó a cursar sus estudios Alberto Girona Payá (València, 1987) siempre pensó que se centraría en el mundo empresarial aunque la bolsa ya le atraía y, de hecho, invertía los pocos ahorros que tenía en su época universitaria. Fue en unas prácticas de verano en una banca comercial cuando se planteó seriamente entrar en el sector financiero, y en esas que le llegó una oportunidad de trabajar en banca privada que no desaprovechó.
Este graduado en ADE por la Universidad Católica de València, que desconecta del trabajo yendo al campo, disfrutando de la gastronomía y viajando, se quedó prendado del proyecto que le puso sobre la mesa Banco Finantia Sofinloc (BFS) en enero de 2015. Previamente había pasado por Banco de Valencia, BNP Paribas e Inversis Banco. «Una banca consolidada, flexible, sin producto propio, especializada y con la opción de complementarla con unos depósitos más que atractivos en un entorno donde la renta fija ya comenzaba a preocupar en las carteras más conservadoras» atrajeron su interés por BFS donde actualmente es el responsable de la oficina valenciana.
Hablamos de una entidad donde el perfil de la clientela es mayoritariamente conservador, como apunta este profesional que cuenta con el certificado European Financial Advisor (EFA) de la EFPA y el Programa Superior de Asesoramiento Financiero impartido por la Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros (FEBF). Una institución —esta última— en la que participa Girona y a la que otorga «un papel importante tanto en la formación como en la intermediación» en la City valenciana. Una plaza sobre la que mantiene una visión positiva ya que, apunta, «hay proyectos locales que van ganando peso basados en la especialización y la cercanía al cliente».
Sobre el BFS conviene recordar que comenzó sus actividades en España en 1987 con la sociedad de servicios financieros Finantia y en 1992 pasó a denominarse Banco Finantia. Son ya más de tres décadas las que lleva la entidad en España donde su clientela es «principalmente ahorradores que buscan depósitos con algo de atractivo en una entidad con gran solvencia y con presencia en la plaza valenciana de más de quince años».
«Con nosotros descubren que la inversión en fondos de inversión va más allá de la colocación de productos a la que están acostumbrados en la banca comercial y de lo que, por cierto, huyen escarmentados. A quienes cumplen el perfil les acompañamos en el proceso de inversión y enseguida notan el valor añadido que les proporcionamos con el asesoramiento y gama de productos», explica.
Por otro lado, reconoce que si uno duerme mal cuando el patio financiero se complica es «porque algo se ha hecho mal y eso vale tanto para gestores como para clientes; por tanto es fundamental que a los clientes se les expliquen bien las cosas y estén bien perfilados, es decir, calibrar su perfil de riesgo». Como también apunta que, «lamentablemente, no ha mejorado mucho la cultura financiera de los valencianos en los últimos tiempos» y, por el contrario, «sí ha aumentado la desconfianza frente al sector».
«Las criptomonedas son parte del futuro, queramos o no, otra cosa es saber cuál va a triunfar», asegura
Su recomendación para tratar de dotar a la población de una mayor cultura financiera es «impartir en los colegios una asignatura de economía personal donde se traten conceptos básicos económicos, del ahorro, productos financieros e incluso gestión de la economía doméstica». Este profesional no duda en advertir de que el fenómeno fintech «ha venido para quedarse», aunque también recomienda «tener mucho cuidado a la hora de dar los datos y dinero a aplicaciones y todo lo que suene a startup sin detenerse mucho a pensarlo». Girona atisba un futuro «con mucha concentración de entidades financieras, una menor presencia física y mucha implicación fintech».
Como experto, no duda en señalar que la demonización que muchos hacen de las sicavs «se asocia al concepto de que son un vehículo de inversión que utilizan los ricos para no pagar impuestos. Aunque eso fuera cierto, que no lo es, el problema yo no lo vería en las sicavs en sí sino en el uso que se les pueda dar. Si no gusta que se empleen para según qué casos, lo que hay que hacer es regularlas para evitarlo, pero no eliminarlas».
Ni que decir tiene que el sector financiero está inmerso en un proceso de gran transformación «donde la mayor incertidumbre no está ni en las propias entidades ni en los clientes, sino en los empleados». De ahí que recomiende a todos aquellos interesados en trabajar en banca que lo hagan siempre que tengan vocación, formación e ímpetu porque «quien entre en el sector con la mente puesta en cómo eran las cosas hace una generación más vale que no lo haga».
Por último, y preguntado sobre el fenómeno de las criptomonedas, es tajante: «Son parte del futuro, queramos o no; otra cosa es saber cuál va a triunfar y si tienen detrás un banco central. Tiene que haber una adecuada regulación sobre esta nueva figura, un control absoluto y creo que sería un beneficio para todos».
* Este artículo se publicó originalmente en el número 48 de la revista Plaza