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vicente grimalt, el empresario discreto

Ale-Hop: ¿De quién es la famosa vaca?

La vaca que se asoma por cada vez más lugares de toda España es alicantina y es el símbolo de un éxito, el de Ale-Hop, la empresa creada por Vicente Grimalt que ha renovado el panorama de los ‘todo a cien’

| 23/02/2017 | 9 min, 6 seg

VALÈNCIA.- Hay tiendas en las que es difícil pasar por la puerta y no entrar. Mirar su colorido interior y sentir la necesidad de comprar cualquier cosa. No saber qué regalar y que te venga a la cabeza de forma automática. Es el ‘todo a cien’ del siglo XXI, el ‘todo a cien’ bonito que fomenta la compra impulsiva. Todo ello mientras la vaca que custodia la puerta te observa. Sí, esa cadena que pocos saben que nació en Alicante y que facturó 60,9 millones de euros en 2015.

Ale-Hop no pasa inadvertida. La compañía alicantina de moda, regalos y complementos ha abierto medio centenar de tiendas, repartidas por toda España, en los tres últimos años. Incluso ha impulsado su internacionalización empezando por Portugal, donde tiene 24 tiendas en franquicia. En total, 132 tiendas repartidas por los dos países, 40 de ellas bajo el modelo de cesión de marca.

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Se trata de una cifra que ha ido ascendiendo en los últimos años, pasando de 89 tiendas en 2013 a 135 en 2016 mientras que el número de trabajadores subió de 388 en 2013 a 776 en 2016. Pero, ¿quién está detrás de tanto cojín en forma de emoji y tazas a lo Mr Wonderful?

Natural de la localidad alicantina de Gata de Gorgos, Vicente Grimalt, junto a sus cuatro hijos —Darío, Pablo, Raúl y Sergio—, es el impulsor del ‘imperio de la vaca’. La marca es propiedad de la empresa Clave Denia SA, fundada por Grimalt. Pocos lo conocen, más allá de su círculo local, ya que sus hijos velan por mantener su anonimato y Darío Grimalt Monfort lleva la voz cantante como representante de la segunda generación de la compañía. Desde que montara la primera tienda en 2001, son pocas veces las que se le ha visto en los medios de comunicación, la mayoría de veces debido a visitas de políticos a su almacén logístistico de Ondara o en su visita a Valencia para firmar el alquiler del edificio del Impiva, perteneciente a la Generalitat, para abrir una de sus tiendas referencia en la Plaza del Ayuntamiento. 

La primera tienda de Ale-Hop se abrió en el año 2000, pero Grimalt ya había tirado millas con Clave Denia. Fundador de la mercantil en 1991, empezó con una empresa dedicada a la importación y venta al por mayor de artículos de regalo, decoración, muebles y complementos en Dénia, en una antigua fábrica de juguetes en la calle Foramur. Esta fábrica se convirtió en una tienda llamada Clave, con almacén y oficinas en la planta superior.

Para sus inicios con Clave se inspiraron en Vinçon, una tienda muy prestigiosa de Barcelona, y la ya extinta Bañón, donde vendían mobiliario, decoración y hacían listas de boda. La idea de Grimalt siempre fue hacer una cadena de tiendas para hacer una integración vertical hacia delante llegando al consumidor final. Aunque la tienda y la empresa arrancaron muy bien y se planteó crear una cadena, reflexionó y se dio cuenta que aún no estaba preparado para iniciar ese camino, optando por dedicarse a la venta al por mayor a través de la importación y a ahorrar todo lo que pudiese.

Aquellos sombreros mexicanos

El ascenso de Ale-Hop recuerda al de profesionales como Amancio Ortega, fundador de Zara, que sin ningún tipo de formación empezaron su ascenso. Grimalt estudió en el colegio solo la enseñanza obligatoria para irse a trabajar en la agricultura con su padre en Gata de Gorgos. Sin embargo, pronto empezó a trabajar en una fábrica local. Su primera andadura en la venta de productos fue comprando sombreros mexicanos que se hacían en su pueblo en aquellos años y que vendía por las localidades en las que había fiestas, en tiendas y por donde alguien estuviera dispuesto a comprarle. Años después, entre él y un socio, montaron una empresa en la que compraban a fábricas y vendían en tiendas haciendo de mayoristas. A finales de los años ochenta, Grimalt decidió emprender su propio proyecto con el objetivo de hacer su propia cadena de tiendas. 

En el año 2000, con la entrada de su hijo mayor a la empresa, abrió la primera tienda Ale-Hop en la calle de la Paz de Valencia. «Era una tienda pequeña pero que sirvió de laboratorio para probar e investigar. Después vinieron cuatro tiendas más hasta la llegada del primer establecimiento de Benidorm, que tuvo un gran éxito, y mostró el gran potencial que tenía el formato de tiendas de Ale-Hop», explica Darío Grimalt.

Para ello, los Grimalt hicieron una selección de los productos al reducirse considerablemente el tamaño de la tienda respecto a Clave, que medía unos 1.000 metros cuadrados, y a partir de ahí se posicionaron en lugares turísticos con una frecuencia de paso muy alta. De hecho, al buscar una compra de impulso no les interesa lanzarse al comercio online, algo que también ocurre con cadenas con la misma filosofía, como Primark. 

Diseño propio

Ale-Hop dispone de 6.000 referencias y en las tiendas suelen tener unas 1.500, dependiendo del tamaño del local. «Diseñamos casi todo lo que hay en la tienda, ya que le damos mucha importancia a que los productos sean exclusivos de Ale-Hop. Buscamos el toque original, divertido y moderno que tienen nuestros productos», explica Grimalt. La fabricación se subcontrata en varios países.

En los locales, de unos 200 metros cuadrados, predominan las decoraciones simples para dejar el protagonismo al producto. En estos últimos años, Ale-Hop está teniendo que rivalizar con otras cadenas de ‘todo a cien’ bonito, como la danesa Tiger, que recientemente desembarcó en València. Los destinos vacacionales destacan en su mapa de implantación, especialmente en las provincias de Alicante y Barcelona, y en Lisboa, aunque la vaca está ya en la práctica totalidad de las comunidades autónomas españolas.

Muy poca gente conoce a su fundador, Vicente Grimalt, más allá de su círculo local, ya que sus hijos velan por mantener su anonimato

Las claves de Ale-Hop han sido la buena selección de artículos en origen para su catálogo, una concienzuda estrategia de renovación de producto y la buena elección de puntos de venta, señalan. Su política de expansión desde hace tres años, según explican, es abrir entre 15 y 25 locales cada año. «Si vemos que van bien las tiendas abrimos más, y si no, paramos. Para nosotros es muy importante el largo plazo, y como no tenemos deudas ni prestamos ni accionistas, podemos ir al ritmo más adecuado para hacer la empresa con pilares fuertes, escogiendo muy bien los locales». 

Aunque su modelo de crecimiento también pasa por la franquicia, Ale-Hop lleva tres años sin abrirse a nuevos franquiciados y su intención es crecer con tiendas propias. Solo permiten abrir tiendas bajo esta fórmula a sus franquiciados de Portugal y el País Vasco, que abrirán hasta seis en 2017. El resto de nuevos establecimientos serán propios.

A pesar de que el número de empleados roza los 800, los sindicatos mayoritarios en la Comunitat Valenciana aseguran que los Grimalt han conseguido, de momento, que no estén presentes en la compañía. La previsión de crecimiento para el presente año es volver a abrir unas 20 o 25 tiendas y alcanzar el una facturación que debería rondar los 100 millones de euros, una cifra récord para la compañía. Los beneficios del ejercicio el ejercicio pasado fueron de 12,3 millones, un 43% más que en 2014. 

Nuevo centro logístico

Su modelo logístico para abastecer a las tiendas pivota en tres almacenes. Ondara de 6.000 metros cuadrados donde tienen también las oficinas centrales; Pedreguer de 4.500 metros cuadrados, y Alqueria de la Comptessa, ya en Valencia, de 8.000 metros cuadrados. Desde ellos distribuyen a todas las tiendas una vez a la semana como mínimo. 

La empresa proyecta un segundo almacén en la provincia de Valencia, en Bellreguard, en un solar de aproximadamente 47.000 metros cuadrados, con una inversión de 9 millones de euros y la creación de un centenar de puestos de trabajo. En unos meses, la empresa construirá una nave de 20.000 metros cuadrados y un anexo de otros 6.000.

Sobre una posible expansión internacional, los Grimalt explican que lo han tenido en mente pero en España aún les quedan muchas localidades para abrir una tienda. «Son muchísimos los correos diarios de propietarios y gente que escriben para ofrecernos la posibilidad de abrir locales en muchos sitios de España y fuera de España», aseguran.   

Para Ale-Hop, al margen del modelo, el éxito ha pasado por trabajar siempre con fondos propios sin tener prestamos ni deudas. «Nos ha ayudado mucho a superar la crisis tener solvencia y utilizar el método del abuelo agricultor: de lo que te ganes este año ahorra, porque quizás el año que viene no llueva y no hay cosecha», apunta Darío Grimalt.  

¿Por qué una vaca?

VALÈNCIA.- «Es una animal simpático, en algunas culturas incluso es sagrada, no da miedo, produce alimento, es una animal bien valorado y tiene justo los colores que utilizamos nosotros: blanco y negro», explica Darío Grimalt. ¿Y por qué Ale-Hop? «Es una palabra que se utiliza en el circo cuando el malabarista o los acróbatas hacen algo impresionante; nos gustó y además es internacional, corto y no difícil de pronunciar».

La vaca se ha convertido en el reclamo de entrada de una cadena en zonas de paso, donde la compra por impulso es esencial. Esto ha llevado a los Grimalt a despreocuparse de la parte online, centrándose en tiendas físicas en zonas turísticas y de costa. Un ‘todo a cien’ bonito que compite con cadenas como la danesa Tiger. 

*Este artículo se publicó originalmente en el número 28 de la revista Plaza

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