En pleno centro de València se encuentra Alenar Bodega Mediterránea. Tapas, raciones y aperitivos habituales en nuestro Mediterráneo con un toque más moderno.
El centro de València no es una plaza fácil. Abundan las franquicias, los grupos de adolescentes moviéndose con lentitud hacia una hamburguesa o un preparado lácteo con toppings y azúcar. Los turistas, que resurgen tímidamente, también influyen en la configuración de la oferta gastronómica de un distrito. Y los viandantes, cargados con bolsas, que no tienen como objetivo principal picar algo. Pero ahí está —en la calle Calle Martinez Cubells, 6 (en el centro del centro)— Alenar Bodega Mediterránea.
«Nuestra pasión es la gastronomía y cada vez que terminábamos comiendo por el centro siempre terminábamos decepcionados por la ausencia de una propuesta honesta y genuinamente de la “terreta” entre tanta franquicia o propuestas atrapa-turistas. Extrañábamos una propuesta fácil de encontrar en otros barrios de la ciudad en establecimientos que admiramos/amamos como Casa Montaña en el Cabanyal, La Cooperativa del Mar en Ruzafa o por ejemplo en lugares emblemáticos de La Marina Alta como Casa Benjamín en Denia… Nos daba rabia que no existiese nada así en el centro, así que decidimos montarlo nosotros», cuenta el fundador de la bodega, Jordi Gil Agulles.
«Alenar significa en valenciano coger aire profundamente, respirar siendo consciente, inhalar para traer vida. Es lo primero que hacemos cuando llegamos al mar, cuando olemos a tierra mojada, cuando estamos enamorados... o cuando, cerrando los ojos, disfrutamos comiendo algo que nos encanta».
La carta, creada por Two Many Chefs —Carlos Medina, exconcursante de Top Chef y Antonio Soriano, antiguo cocinero del Grupo Copenhagen— es una visita remozada a las tapas, raciones y aperitivos que abundan en nuestro Mediterráneo: Sepia con mayonesa de codium, bacalao ahumado con tomate y aceitunas negras, coca de pulpo seco y berenjena asada o coca de pimientos rojos asados con sardina, mojama, cebolla y pericana de Bocairent. Los guiños a la comarca de la Marina Alta —lugar de origen de Jordi— abundan.
«En Alenar tenemos una cocina muy pequeña (toda a la vista de los clientes) con un horno y poco más. Para contrarrestar, solo nos queda usar productos de primerísima calidad. Y por amor a nuestra tierra y para reducir nuestro impacto medioambiental, los productos de cercanía, las joyas gastronómicas que tenemos, y que muchas veces no sabemos que tenemos son pilares fundamentales: pasando por el agua de Benassal, los quesos de Catí, los aceites de la Sierra de Espadán, el tomate de El Perelló, los pimientos de la huerta, el café de especialidad tostado en Altea (d’Origen)… Ante todo, prima el producto con una intervención mínima. Evidentemente, el jamón cortado a mano es de Extremadura, los salazones de Cádiz y las anchoas artesanales Ortiz del Cantábrico».
En esta bodega, por supuesto, se bebe: «Nos encanta dar a conocer las joyas vinícolas de aquellos proyectos que nos enamoran: Javier Revert, Curii Uvas y Vinos, Rafael Cambra, Fil-loxera, Hispano Suiza, Finca Collado, Celler del Roure.... Copeamos 4 tintos, 4 blancos, 1 rosado y un cava de Requena y tenemos más de 80 referencias de vinos, cavas y vermuts a botella entera que no dejan de crecer pues “no son todos los que están ni están todos los que son”. Toda comida (esmorzaret incluido) termina siempre con una misteleta de Xaló o un herbero de Bocairent». Y se almuerza, o más bien, al estar situados entre oficinas, se gastro almuerza. Bocadillos como el Paquito del Montgó, con carne de cordero desmigado sobre puré robuchon de boniato, miel de pino, ditet, bearnesa y chips de boniato dejan patente el nivel de los esmorzars.
¿Qué pido? Pimientos rojos asados, sardina, mojama, cebolla y pericana de Bocairent.
Precio: 25€