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Investigaciones Agrarias DE LA UPV

Alertan de la contaminación de las aguas subterráneas en la huerta valenciana por los fertilizantes

26/10/2016 - 

VALENCIA, (EFE). Un estudio de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) y el Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (Ivia) alerta de la posible contaminación de aguas subterráneas por el uso excesivo en los cultivos de gallinaza como fertilizante, una práctica habitual en la huerta valenciana.

Según el trabajo, la aplicación excesiva de gallinaza en los cultivos puede estar contribuyendo a la contaminación de las aguas subterráneas por lixiviación de nitrato proveniente de la mineralización del nitrógeno orgánico de este tipo de fertilizantes.

Esta es una de las principales conclusiones de la tesis doctoral de Claudia Ximena Jaramillo, dirigida por el miembro del Instituto de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente (IIAMA) de la UPV Antonio Lidón y el investigador del IVIA Carlos Mompó Ramos. El trabajo titulado Mineralización de la gallinaza y de los restos de cosecha en el suelo. Aplicación al cultivo de la coliflor en la huerta de Valencia parte de la premisa de que el área de Valencia está catalogada como zona vulnerable a la contaminación por nitrato procedente de fuentes agrarias.

En el estudio se ha analizado el aporte de nitrógeno en el suelo producido por la gallinaza y los restos de cosecha, así como la rapidez con que los nitrógenos orgánicos de estos materiales se convierten en nitrato mineral disponible para las plantas pero también arrastrado hacia los acuíferos.

La Directiva Europea 91/676/CEE sobre "Protección de las aguas contra la contaminación producida por nitratos utilizados en la agricultura" determina que lo máximo permitido por ley es de 50 miligramos de nitrato por litro y en la actualidad el 67 % de la población de la Comunitat Valenciana vive en zonas vulnerables.

Por ello, la Generalitat elaboró un código de buenas prácticas y un programa de actuación de obligado cumplimiento "que no se está siguiendo con rigurosidad en algunos aspectos", según el estudio.

Durante tres años, Jaramillo ha efectuado ensayos de campo en parcelas de huerta de Valencia para analizar qué ocurre tras la aplicación de gallinaza y determinar cuáles son las cantidades a aportar y minimizar los efectos de la mineralización, el proceso en el que la materia orgánica se descompone y libera nitrógeno.

La investigadora ha explicado que las medidas de campo se han complementado con simulaciones con el modelo EU-Rotate_N, que permite evaluar el efecto de diferentes escenarios, para comprobar que "las cantidades mineralizadas son muy altas", casi tres veces más, porque se permite entre 8 y 10 toneladas de gallinaza por hectárea, unos 170 kilos de nitrato, pero se aplican de 20 a 25.

"El 60 % de la gallinaza se mineraliza en el suelo, y lo no absorbido por la planta corre el riesgo de lixiviarse y contribuir a la contaminación de las aguas subterráneas", ha explicado y ha señalado que su proyecto busca ayudar a los agricultores a mejorar su rendimiento y reducir el impacto medioambiental.

Este tipo de productos supone un aporte extra al cultivo que repercute en una mayor cosecha pero, según ha advertido, "se ha comprobado que aunque se apliquen mayores cantidades no son eficientes ni económica ni productiva ni medioambientalmente".

Muestra investigadora

La investigación se ha realizado con coliflor, que necesita para su desarrollo unos 250 kilos de nitrógeno por hectárea aunque los agricultores "pueden estar aplicando hasta 500, más del doble".

De la coliflor solo se recoge la pella (parte comestible) por lo que todas las hojas quedan en el suelo, lo que constituye un aporte extra de nitrógeno al suelo que queda para el siguiente cultivo.

"Si una planta pesa 7 kilos, y se recoge solo la pella que pesa 2, ¿qué pasa con los 5 kilos restantes?", se ha preguntado y ha explicado que estos restos tienen un alto contenido de nitrógeno, y al descomponerse en el suelo pueden liberar unos 200 kilos de nitrógeno por hectárea que, si no son aprovechados por el cultivo siguiente, o el agricultor no lo tiene en cuenta a la hora de planificar sus abonados, se puede producir un exceso de nitrato en el suelo que puede lixiviarse y contaminar las aguas subterráneas.

El Programa de actuación derivado de la directiva europea no establece ninguna recomendación en cuanto al manejo de estos materiales, lo que podría ser de gran utilidad para los agricultores, según la investigadora, que ha recomendado usar estos abonos orgánicos con mesura para minimizar la contaminación de aguas subterráneas.

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