Foto: LIVE MUSIC VALENCIAVALÈNCIA. Una de las mejores entradas de público en mucho tiempo, sin restricciones ya, para recibir como nuevo titular de la Orquesta de Valencia al director alemán Alexander Liebreich. Desde su llegada ha recibido todos los parabienes de los músicos de la formación por su carácter dialogante a la par que ha demostrado unos conocimientos técnicos suficientes para llevar a cabo una buena labor con nuestra formación. Le deseamos toda la suerte. Los resultados en este primer concierto como titular son prometedores, aunque no todo saliera de igual forma. La velada fue un crescendo que culminó con un soberbio Pájaro de Fuego.
Elisabeth Leonskaja es junto con Martha Arguerich, algo mayor y Maria Joao Pires una de las tres grandes damas del piano en activo y hay que decir que la veterana pianista se encuentra en un formidable estado de forma. Fue notable la lectura de la pianista georgiana (1945) del amplio y exigente concierto para piano número dos de Johannes Brahms, luciendo una soberana técnica de digitación y una enorme interiorización de la partitura. Fantástico el Allegro Appassionato, quizás el mejor de los cuatro movimientos. Cierto que hubo pasajes en los que no extrajo el mejor sonido posible del piano quizás por un uso del pedal que en la sala Iturbi se hubiese desplegado a las mil maravillas pero que no se adaptó del todo a la difícil acústica del auditorio.
Los cálidos aplausos “obligaron” a la de Tbilisi a interpretar un impromptu op.90 número 3 Schubertiano verdaderamente antológico, luciendo una mano derecha magistral con unos legatos a lo largo y ancho de la partitura al alcance de pocos pianistas. La orquesta guiada con claridad por un muy pendiente Liebreich se acomodó sin problema a las necesidades de la solista, aunque evidenció en algunos instantes los problemas que siempre ha tenido con la compleja música del compositor hamburgués. Faltó peso en la cuerda y mostró un sonido que, aunque ha mejorado sensiblemente, todavía se muestra en ciertos aspectos deudor de la etapa anterior, por lo que es este uno de los aspectos en los que Liebreich va a tener que arremangarse. En cuanto a los solistas por encima de todos mencionar a Mariano García al violonchelo en el hermoso andante.
Tras un Per la flor del lliri blau, de Joaquín Rodrigo, que pasó sin pena ni gloria puesto que la partitura no da para más, fue en la Suite del Pájaro de fuego de Igor Stravinski donde Liebreich abrió el tarro de las esencias, lo cual no estuvo mal por aquello de irnos con un buen sabor de boca. El director alemán mostró una claridad expositiva deslumbrante, ofreciendo una lectura un tanto “francesa” con una transparencia de carácter impresionista como hacía tiempo que no escuchaba.
Es de agradecer el gesto claro que exibe Liebreich quien confió en sus músicos y los llevó al límite en pasajes como la Danza Infernal, siempre sin buscar efectismos que habría sido lo fácil. Liebrech, inteligentemente, controló los volúmenes en el final, frenando los metales y dando más protagonismo a la percusión y a la cuerda. El calderón con el que los últimos compases que culminan con un calderón en forte que no quiso alargar más de lo necesario para llevarse el aplauso y el bravo fácil. Excelentes los principales atriles de la formación llevándose la palma el soberbio oboe Roberto Turlo en el segundo movimiento, muy bien también en esta ocasión el trompa Santiago Pla, no tanto en el concierto brahmsiano, en su comprometido solo en el inicio del finale, donde quizás la frase más conocida de la suite se cita en la zona aguda del instrumento sobre el célebre pianísimo que toda la cuerda llevó de forma magistral. Siempre cabe citar a Javier Eguillor en los timbales que es un seguro de vida para la orquesta y, en esta ocasión también el excelente fagot de Ignacio Soler en la Berceuse.
FICHA TÉCNICA
Palau de Les Arts Reina Sofía, 30 de septiembre de 2021
Auditori del Palau de Les Arts, 28 de octubre de 2021
Obras de Brahms, Rodrigo y Stravinsky
Elisabeth Leonskaja
Orquesta de Valencia
Alexander Liebreich, director musical
