La cantante madrileña regresa a València para presentar las nuevas canciones con las que ha relanzado su segundo álbum, Que Se Joda Todo Lo Demás (Infarto Producciones, 2021). El concierto, que se celebrará este viernes en la sala Moon, incluirá su aclamada versión de “Vete” de Bad Bunny
VALÈNCIA. Alicia Climent, conocida artísticamente como Alice Wonder, creció en una casa llena de instrumentos, vinilos y sobremesas familiares prolongadas con canciones. Su padre, el alicantino Vicente Climent, es un veterano baterista profesional que ha trabajado con Miguel Ríos, Calamaro y Santiago Auserón (ahora mismo está de gira con Serrat). Su madre era la cantante de Magenta, un trío femenino de los ochenta producido por Nacho Cano que durante un tiempo se postuló como posible banda-hermana de Mecano. Con estos datos en mente, podemos comprender el eclecticismo musical de esta madrileña de 24 años, que trabaja indistintamente con productores veteranos como Ángel Luján (Xoel López, Anni B Sweet) y con jóvenes creadores de sonidos urbanos como Trillfox y Piru (Rojuu, Judeline). Hablamos de una artista desprejuiciada, que ha conseguido formar una importante base de seguidores -250.000 personas la escuchan cada mes en Spotify- a pesar de no seguir necesariamente la línea de puntos que marcan las tendencias del momento.
“He crecido escuchando soul, R&B y jazz, pero muy poca canción española; por eso quizás no la tengo nada arraigada. También me encantaba la música clásica; la pedía para dormirme por las noches. Después, cuando tenía aproximadamente diez años, mi hermana mayor me introdujo en el mundo del hip hop-pop: me volaron la cabeza Rihanna, Black Eyed Peas, Beyoncé… Con catorce descubrí el rollo oscuro, que es lo que más me mola ahora. Desde bandas de metal como System of a Down, a otras de rock clásico como Aerosmith. También tuve una fase de escuchar mucho a Slowdive, aunque Radiohead sigue siendo una de mis bandas preferidas del mundo”. Y, ¿qué hay del grunge?, le preguntamos. “Me gustan más grupos como Alice in Chains y Soundgarden que Nirvana, que nunca me han transmitido mucho. Siempre los he considerado como los poperos del grunge (ríe)”.
Alice Wonder se presentó al mundo con estos mimbres tan anglosajones, y tan alejados de las influencias fundacionales de la gente de su edad. Se dio a conocer en las redes sociales tocando versiones de otros artistas, exactamente lo mismo que hacen a diario cientos de miles de chicos y chicas en todos los países. Pero ella hizo clic. El single homónimo de su EP debut, Take off, acumuló varios millones de reproducciones. Después llegó su primer LP, Firekid, un disco que contradecía la idea de que los jóvenes españoles de menos de 30 años solo escuchan música urbana cantada en español o spanglish.
“Me siento muy rara dentro de la generación Z, y no por ser artista, sino como ser humano. Tengo mi nicho de amigos que también son muy especiales, pero en los espacios comunes siempre he sentido que no me apetecía hablar de los mismos temas, que no estaba en el mismo punto. Se hizo muy evidente cuando saqué mi primer disco, Firekid (2018), que de repente tenía un poco de rock progresivo, trip hop… estilos más antiguos que no son en los que está la gente de mi generación. Yo lo sabía, pero tenía que sacarlo igualmente porque es lo que había surgido. Al mismo tiempo, mi generación premia mucho a las personas que son originales y que son como les apetece ser. En ese sentido sí que estoy enganchando con la Generación Z. Es una generación que está muy enganchada a la toxicidad, pero valora mucho la honestidad”.
Las canciones de Firekid funcionaban solas y además tuvo oportunidades únicas para presentarlas ante audiencias muy amplias -con 19 años teloneó a Rufus T. Firefly; al año siguiente abría para Vetusta Morla-. Entonces vino la pandemia y sus planes de empezar a promocionarse en el extranjero quedaron transitoriamente aplazados. Empezaron a salir de su cabeza, y de su cajón privado, canciones en castellano que formarían parte de su segundo LP, Que Se Joda Todo Lo Demás (2021). Entre ellas encontramos temas de electrónica oscura y letras muy bien construidas como “¿Quién soy?”, una canción auto terapéutica que se cuenta entre sus preferidas. “Escribir canciones me ha servido para reconciliarme conmigo misma.
Al principio fue como una vía de escape para salir de una realidad que no siempre me gustaba. En el colegio y en el instituto era feliz, pero era un poco friki, y sufría mucha incomprensión, sentía que había algo que no encajaba. La música y el dibujo fueron para mí una manera de conectar conmigo misma por primera vez. Como lanzarme una cuerda a mí misma para salvarme”.
Recientemente, la artista madrileña ha relanzado este disco con 3 nuevas versiones. Una colaboración con la banda argentina Miranda! (“O”), un potente remix para bailar (“No Te Vayas”) producido por Trillfox y Piru y una versión rock de “Sueño Raro”. Acompañada de banda y con este nuevo repertorio -que en los directos incluye una aclamada versión de “Vete” de Bad Bunny en clave techno-, Alice Wonder regresará este viernes 9 de septiembre a la Sala Moon. Nos encontramos con ella en una cafetería del centro de València, donde nos confiesa que siente que este es un “concierto importante”. En esta ciudad tiene uno de sus principales nichos de seguidores, que no la ven en directo desde que presentó Firekid en Loco Club, dos semanas antes del confinamiento de febrero de 2020. En aquella ocasión logró agotar todas las entradas de la sala. Ahora se enfrenta a un espacio con el doble de aforo (800 personas).
Alicia es nueva en el negocio musical, pero llega con muchas lecciones aprendidas en diferido. “Estoy acostumbrada a ver cómo mi padre se va de gira dos y tres meses seguidos”, señala.
Imaginamos que su padre le habrá dado algún que otro consejo para ayudarla a adueñarse de su propio destino, en una industria en la que es fácil que te mangoneen cuando entras muy joven por la puerta grande. “Me ha inculcado que esto es una profesión como otra cualquiera. Y que hay que estar atenta a todo el mundo que interviene en la producción de un disco o un concierto. Que no hay que subirse a la parra. Me ha enseñado también a no dejarme embaucar, que es algo que te aseguro que no me ocurre. Me ha enseñado, sobre todo, a ser honesta conmigo misma”.
Además de la música y el dibujo -la edición en vinilo de su último disco viene acompañada de una lámina firmada por ella-, a Alicia siempre le ha interesado la fotografía y el cine. “Creo que en el futuro el resto de mis inquietudes artísticas ocuparán un lugar importante en mi carrera. Espero que haya un momento en que la música también me deje espacio para contar historias desde otros puntos de vista. Me gusta mucho escribir historias, grabarlas, estar atenta al color, al ritmo, al montaje”.
¿Se ve en un futuro dando el salto a la interpretación, como han hecho recientemente cantantes como Diego Ibáñez de Carolina Durante -o como ha hecho, pero en sentido contrario, actores como Arón Piper-? “He perdido el miedo a estar delante de la cámara, pero no me veo como actriz. Creo que cualquier cantante que actúa lo hace, en el fondo, partiendo de su propio personaje como músico. Y el curro de actor en sí mismo me parece un coñazo. Creo que la interpretación es una profesión chula, pero ser músico es mucho más 360 grados, no sé si me explico”.
La fuerza de los acontecimientos -vamos, la pandemia-, obligaron a Alice Wonder a retrasar sus planes para salir al extranjero a presentar sus canciones. Pero en absoluto se cierra a hacerlo en el futuro. “El hecho de que haya empezado a escribir letras en castellano no tiene nada que ver con una estrategia profesional. He hecho en cada momento lo que me salía, y creo que es perfectamente compatible trabajar con los dos idiomas”.
“De la cultura anglosajona -continúa-, sobre todo la norteamericana, me gusta cómo los artistas hacen piña. Por eso sacan cosas muy poderosas. No es lo mismo juntarte con un productor, que hacerlo con cuatro y tres cantantes. Me gusta ese compañerismo, las colaboraciones y esa madurez de la industria. Aquí en España me parece que somos todos un poco envidiosos, y no gana nadie. Por tanto miedo a que otro sea mejor que tú, prefieres copiarle en lugar de decirle que le admiras. Todo el mundo habla como si hubiese inventado el mundo, y eso hace que sea muy difícil conectar. Son cosas que me dan un poco de pereza”.
Hablando de yanquis.. su colaboración soñada, ahora mismo, sería con Kayne West. “Me parece un músico muy interesante, y cuando le escucho pienso que podríamos hacer muy buena música juntos. El problema es que como persona no sé qué tal me caería (ríe). También me encantaría hacer algo con Radiohead, con algún dj internacional de electrónica oscura, y con algún productor underground español”.
Otro artista por el que siente especial predilección, aunque se mueva dentro de un estilo muy diferente al suyo, es Bad Bunny. “Es un artista que en su momento me hizo reconectar con el reggaeton. La canción “Vete” se me quedó pillada un día, y ahora le hemos dado un rollo funk techno que no tiene nada que ver con el beat original. Bad Bunny me parece un tío sincero. Es cierto que los fraseos de su último disco, son casi todos iguales. Todos los reguetoneros cantan un poco parecido, y me aburre, pero él como artista ha despertado algo en toda mi generación, y es el primer artista del género que habla de sentimientos. Y eso está guay”.