Jose Tomás suma y sigue tras su traslado a la calle Pascual y Genís: está en su mejor momento y este platazo da buena cuenta de ello
José Tomás, que no es torero pero es hijo del inmenso Tomás Arribas, ha conseguido a la chita callando lo más difícil en esto de la gastronomía: una parroquia fiel (me incluyo), proveedores que dan la cara por él (y por lo tanto: el mejor el producto posible) y una cocina atemporal, ajena a las modas, los premios y las gaitas.
Volver a su casa siempre es sinónimo de festival y exactamente eso hicimos: piparras gloriosas, gamba roja desde la lonja de Dénia, berberechos, chuletón de lomo alto de Urbano de Fruto y este plato de almejas de carril con el que a todos nos voló la cabeza —la culpa, creo yo, es del caldo que mezcla sake, Tío Pepe y la receta mágica de Don Tomás Arribas, un fondo carcasas de pato y gallina que eleva esa idea tan trasnochada del mar y montaña a los altares del hedonismo.