Hoy es 9 de octubre
VALÈNCIA. A nadie le escapa que los últimos avances en los mercados financieros no son fruto de una mejora sustancial en beneficios empresariales sino la consecuencia de una nueva huida hacia activos de riesgo con la vuelta casi coordinada de políticas monetarias más expansivas. Uno hasta podría imaginarse que el entorno de bajos tipos y el crecimiento de ahorros que se ha puesto a trabajar durante estos últimos años deberían servir de plataforma perfecta para conseguir que el endeudamiento de los hogares y de los países por fin descendiera. ¡Pues no es así! Los estados no lograron invertir la tendencia sino todo contrario y en los hogares la foto no sale mucho mejor y en función del país que investigues.
Si nos limitamos por ejemplo a los hogares de nuestro país, un reciente estudio del Banco de España indica que los ahorros habrían crecido más que las deudas, con lo cual se podría interpretar que la última crisis haya logrado concienciar a la gente de aquí para ya no pedir dinero prestado a 'tutti pleni'. Si efectivamente es así debemos felicitarnos. Lo que ocurre es que el ser humano tiende a olvidar rápido y por ello no tengo muy claro si estaríamos apoyándonos aquí en un efecto puramente pasajero. ¡Ojala mi intuición esté equivocada!
Lo que realmente hace pensar en una nueva ola de endeudamiento es el comportamiento de países y gobiernos. Para que estos pudieran 'aligera' deuda no es suficiente con solo un entorno de tipos favorables, desafortunadamente. Se necesita también robusto crecimiento económico y preocupa que este se situé en países industrializados en niveles de entre 0% y 3% anual de manera estancada y que en los países emergentes tienda a la baja.
La mayoría de nosotros somos conscientes del volumen de deuda que arrastran los países de occidente, pero no tanto cuando la mirada se dirige a los demás países. Y esta foto no es que sea muy esperanzadora, la verdad. Lo cierto es que los países más pobres no solo están instalados en volúmenes de deuda insostenibles sino que año tras año se está incrementando. El Banco Mundial habla del mayor crecimiento de los últimos 50 años en cuanto a velocidad, volumen y expansión.
El incremento de la deuda de los países más pobres ha sido del 19% en los últimos 5 años y su deuda representa de media un 55% de los PIBs individuales. Algunos de estos países ya están con problemas de liquidez o corren el riesgo de estar a punto. El vocabulario técnico habla aquí de situaciones de ‘debt distress’. No solo se trata de la capacidad de devolver deuda sino también de atender y amortizar su coste (intereses a pagar). El peso de representación sobre el PIB de solo los costes ligados al endeudamiento de estos países se ha duplicado en los últimos 5 años y esto en un entorno global con niveles de tipos muy por debajo de lo acostumbrado! Imagínese que es lo que esto significa para cuando los tipos de interés vuelven a cotas más altas…
Pero no solo preocupa la tendencia en los países pobres. En los mercados emergentes y países en desarrollo es el crecimiento de la deuda de los hogares que preocupa. Allí gran parte de los préstamos terminan financiando el gasto en consumo y no acaban en inversiones con capacidad de potenciar el crecimiento de los países. Esto último un efecto derivado que el ‘endeudar para consumir’ en la mayoría de los casos no trae consigo mismo. Una mejor redistribución del uso de la financiación de los hogares seria por tanto un deber prioritario en estos países para hacer frente al problema.
Lo que parece una evidencia es que el mundo lo tiene muy difícil para poder reducir deuda con apenas inflación y si no logra crecer a tasas más elevadas de lo que estamos acostumbrados últimamente. Como si de un combate de boxeo se tratara, los mejores dos antídotos para hacer frente parecen seriamente 'tocados' y de continuar las tendencias que se comentan en el artículo no sería nada descabellado imaginar que estemos asistiendo a una nueva ola de endeudamiento liderada por países en desarrollo.
La historia nunca se repite igual pero si advierte y precedentes los hay. Algunos embocaron en crisis de fuerte destrucción como la asiática de 1997, que consiguió el colapso financiero parcial de Japón. Un país que todavía hoy, 23 años despues, sufre algunas secuelas de aquel episodio…
Christian Dürr es socio director de ETICA Patrimonios EAF