prólogo de Begoña Rodrigo

Amor se escribe con 'L'

Tras pasar por los fogones de Askua, The Book, Toshi Restaurant o La Salita, Marta Castillejo cambia los cubiertos por la máquina de escribir temporalmente

| 13/12/2019 | 3 min, 27 seg

VALÈNCIA.- No suele ser habitual que alguien del mundo de la gastronomía de el paso a la literatura. No porque a muchos no les gustaría sino ¿de dónde sacar el tiempo? De la suma de muchos pequeños ratos a lo largo de unos años. Así es como Marta Castillejo —tras pasar por referencias como Askua, The Book, Toshi Restaurant o La Salita— ha podido firmar su primer trabajo: El Club de los Lunes (UNOEditorial). Un debut literario con el respaldo de Begoña Rodrigo (La Salita) que firma el prólogo.

El Club del lunes no es una historia de amor al uso, y tampoco es únicamente una historia de amor. Es como si elegidas al azar la vida de dos personas, observamos a través de la mirilla de sus puertas, y vamos descubriendo sus pensamientos y sentimientos, anhelos y miedos, costumbres, manías, dudas… en ese momento concreto de su biografía.

Da voz a personajes normales y reales, con trabajos y vidas grises y solitarias, mujeres luchadoras, y con sueños que quizás están tardando demasiado en llegar… Mujeres que han alcanzado la cincuentena, y creen que los trenes ya han pasado para ellas… Hasta que un pequeño gesto, un lunes por la mañana, cual efecto mariposa, propicie que sus lineales y predecibles días empiecen a cambiar de rumbo…

Olivia es una mujer de trato fácil, constante y voluntariosa, y carácter propicio a la alegría y generosidad,  que contrasta con el gesto adusto y semblante fruncido constante de Claire. La vida de la una influirá en la de la otra, y siendo que al principio transcurren paralelas, poco a poco, y cociéndose a fuego lento, quizás demasiado (Como en El amor en los tiempos del cólera) irán espiralizando y entrelazando sus mundos.

Aunque la historia transcurra en Paris, y en fechas próximas a la Navidad, tópicos de los que se nutren múltiples novelas y películas, no consiguen que El Club del Lunes lo sea (tópica). Se trata de una novela “fresquita” en palabras de la propia autora, pero no porque transcurra en invierno, sino porque aporta un soplo de aire fresco y se hace eco de los problemas de una generación quizás algo olvidada (la mediana edad), en un siglo que tanto ensalza y glorifica la adolescencia y la eterna juventud. Y lo hace con una fluidez, madurez y soltura, a la par que profundidad, que sorprende que haya sido escrita por una mujer que ni siquiera alcanza los cuarenta.

 Esta novela también se puede “escuchar” y “comer. Están implicados los 5 sentidos, ya que además de la vista y el tacto (hermosa edición, por cierto) también el del  gusto, el oído, y si son personas sinestésicas como la que escribe estas líneas, y el olfato. Son múltiples las referencias tanto gastronómicas, (la autora ha estudiado cocina, y ha ejercido de cocinera), como de cine y música (ha creado en Spotyfi una lista del mismo nombre, con las canciones que aparecen en el transcurso de la novela). Con todos estos elementos consigue que podamos conocer más en profundidad a sus protagonistas, haciéndonoslas más reales y tangibles, más humanas, y no meros arquetipos de papel.

Dicen que las novelas, como las bicicletas, son para el verano. Más tópicos, si cabe. Les sugiero que para leer El Club del Lunes, cojan ustedes su bicicleta, y bien abrigados, conduzcan hasta la cafetería más acogedora, y con una buena taza de café o té humeante, y un trozo del más sabroso bocado que oferten, se sumerjan en esta historia que nos les dejará indiferentes… Y si mientras van escuchando las canciones, recrearan la atmósfera de El Club del Lunes.

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