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Nominada por ‘El hombre que mató a Don Quijote’

Amparo Sánchez, la peluquera de Puerto de Sagunto que puede llevarse un Goya

14/12/2018 - 

VALÈNCIA. Luces, cámaras, acción. Esa lección la tenemos aprendida, pero, ¿antes qué? La confección de todo el universo que envuelve la trama de una película es tan importante como el diálogo o la interpretación, a pesar de que sean estas últimas cuestiones a las que se dirijan los objetivos. La ‘resaca’ de las nominaciones de los premios Goya todavía está reciente, un listado que deja a los cortometrajes El olvido y 9 pasos como muestra de una escasa representación valenciana. Pero no son los únicos. La valenciana Amparo Sánchez, junto a Pablo Perona y Sylvie Imbert, ha sido nominada a Mejor maquillaje y peluquería por su trabajo en El hombre que mató a Don Quijote, la cinta de Terry Gilliam, uno de los miembros de Monty Python. Esta supone la primera nominación a los Goya para Sánchez, aunque su trabajo ha sido reconocido previamente en premios como los Gaudí, donde se hizo con el galardón por su labor en Bruc, el desafío. Actualmente combina su labor en el sector audiovisual con su trabajo en el en el campo de la posticería oncológica, desde su peluquería en Puerto de Sagunto.

“Es un proyecto muy importante. Todo pasaba por la supervisión de Terry, le presentamos un proyecto de todo. Tenía muy clara esta película, sabía perfectamente cuando algo no le gustaba. Terry te exige mucho, pero también te deja crear”, explica Amparo Sánchez. Efectivamente, el cómico británico tenía bien claro la idea… tras 17 años de intentos para rodarla. El caso de El hombre que mató a Don Quijote, de hecho, se ha convertido en uno de los ejemplos habituales a los que recurrir cuando uno habla de producciones dificultosas, parte de ella recogido en el documental de Keith Fulton y Louis Pepe Lost in La Mancha, del año 2000. La cinta cuenta la historia de un viejo zapatero español convencido de que es Don Quijote, llegando a confundir a Toby, un ejecutivo publicitario, con su fiel escudero, Sancho Panza, en una aventura que viaja constantemente entre pasado y presente.

Fueron, precisamente, estos saltos en el tiempo, el aspecto más complejo para solucionar para el equipo de peluquería y maquillaje. Quién lo diría cuando cierran la cinta con una fiesta, rodada en Portugal, en la que participaron en torno a 300 figurantes. Sin embargo, este es el tipo de reto para el que Sánchez está preparada. “Lo que más hago es época, es lo que más disfruto, así como con las películas grandes, con mucha gente. Me encanta. Durante todo el rodaje estuvimos trabajando para la fiesta, estoy contentísima con el resultado, me da pena que no se vea más”, cuenta la peluquera. De todas las piezas, es el tocado de la actriz Joana Ribeiro el “más complicado y elaborado”, una exigente escena que, por lo pronto, llevará al equipo de peluquería y maquillaje a la próxima gala de los Goya.

En su curriculum suma películas como La reina de España, de Fernando Trueba con Penélope Cruz; la Blancanieves de Pablo Berger o, en televisión, la serie Velvet. Con tres décadas de experiencia en el sector, sin embargo, tiene dos favoritas. La primera, Asterix y los juegos olímpicos, que contaba con actores como Gérard Depardieu o Santiago Segura, cinta que, entre otros espacios, se rodó en Alicante, en las instalaciones de la Ciudad de la Luz. “Eran 4.500 personajes. Recuerdo que hacíamos un centenar de pruebas a la semana. Es una película que recordaré toda la vida, había muchos medios”, explica Sánchez. El segundo título que le viene a la cabeza de sus destacados son El jardín del Edén, dirigida por John Irvin, una cinta ambientada en el París de los años 20 en la que trabajó con actrices como Mena Suvari y Caterina Murino.

Desde sus primeras experiencias en el mundo del maquillaje, peluquería, visagismo y posticería profesional la profesión ha cambiado mucho, un cine que sobrevive, goza y se reconfigura. Todo al mismo tiempo. “Hace 30 años que trabajo en esto. Ahora se valora un poco menos al profesional en el cine, ¿por qué? Nunca hay el presupuesto que tiene que haber, especialmente en época. Como en todo, antes se pagaba mejor y ahora peor, aunque es verdad que en Barcelona o Madrid no se cuestiona tanto lo que cuestan las cosas. Al final se trata de hacer un producto de calidad y eso, cuando llega a la pantalla, se nota”, reflexiona Sánchez, quien lamenta la ‘desconexión’ entre València y el resto de territorio por lo que respecta a los centros de producción del país. “Si tienes una buena peluquería, buen arte y vestuario, tienes un 50% de la película”.

A pesar de esto, el impulso del audiovisual valenciano con la apertura de À Punt también a salpicado a la valenciana, pues uno de sus trabajos más recientes ha sido la miniserie Parany, creada por Rodolf Sirera, la gran apuesta de la nueva televisión valenciana. “Tiene muchas posibilidades, ha quedado muy bien. Va a marcar la diferencia, va a demostrar que en València también se hacen las cosas muy bien”, explica Amparo Sánchez. Próximamente, además, se embarcará en dos proyectos con sello valenciano, que sesuman al futuro estreno de la serie en torno a la figura de Simón Bolívar, conocido por su título de Libertador, una producción de Caracol y Netflix en cuyo paso por España participó Sánchez. Entre unas cosas y otras, tendrá que sacar tiempo el próximo 2 de febrero cuando el Palacio de Congresos de Sevilla pueda hacerse con su primer Goya.

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