VALÈNCIA. Andrea Motis es una de las grandes nombres de este edición del Festival de Jazz de València. La trompetista y cantante catalana llega a la ciudad con todas las entradas vendidas para presentar su último trabajo en solitario, Do Outro Lado Do Azul. En su acercamiento a la música de raíz brasileña, Motis trae a València un formato particular: acostumbrada a haber girado el disco con su quitento, será en esta ocasión un octeto con tres expertos en esta música. En un tren camino a Vitoria (donde actuó anoche), atiende las preguntas de Culturplaza.
- Decías del disco que presentas, Do Outro Lado Do Azul, que era el más trabajado y que era una “auténtica emancipación creativa”. ¿De qué manera supone un antes y un después en tu proceso creativo, ahora que han pasados dos años?
- Sigo pensando que es el trabajo del que estoy más satisfecha. Durante el primer disco que hice únicamente bajo mi nombre fue una recreación de lo que mejor hacíamos mejor con mi grupo. En este caso, era un proyecto de una traza muy singular, que se dividía a medio camino entre el estándar y la música de raíz. Una fusión de jazz con composiciones y letras originales. La idea misma del quinteto con un trío de especialista en música brasileña es una idea muy nueva, no es una fusión muy típica. Me gustaría hacer, de hecho, un segundo volumen para darle continuidad.
- ¿De qué manera marca un camino hacia lo que o estás haciendo o tienes pensado hacer en un futuro? ¿Te tomas cada disco como una manera de reinventarte o te gusta que haya un camino a largo plazo que transitar?
- En este caso es una cosa singular. Después de esto, hice un proyecto paralelo llamo Guitar Strom, que queríamos gira pero que la pandemia no dejó, y ahora estoy con otro que es una mezcla entre swing clásico, funk y hip hop con jazz que tampoco hemos podido girar aún. Llevo estos proyectos en paralelo aunque, como te he dicho, la línea de la música brasileña no ha terminado y puede tener más recorrido.
- ¿Cómo descubres las músicas de otros lugares? ¿Es el jazz un movimiento global? ¿De qué manera estas influencias te nutren?
- Tuvimos la suerte de viajas a Brasil en 2012 y ahí escuchamos a músicos especialistas en música de raíz, y claro que me encantó. Para mí fue importante también un viaje a Standford, donde Sergio Krakowski (quien toca el pandeiro) me conectó con el resto de músicos. Yo sabía que quería tocar este tipo de música pero no con quién.
Viajar y ver otras actuaciones en festivales es súper importante y amplia muchas miras, pero no es tan idealizado porque muchas veces es difíicil verlas porque estás muy ocupada. Llegas al hotel, haces una prueba de sonido, un ensayo, actúas, y de repente te tienes que ir. Además, desde que tengo a mi hijo me he tenido que perder muchas buenas actuaciones.
- Versionas a Mediterráneo, que es la otra dirección de ese otro lado del azul, ¿cuál es la influencia del mar, o del Mediterráneo en ti?
- El Mediterráneo es para mí la música que he tenido desde pequeña y que forma parte de mis raíces. En el caso de esta versión, fue casi una cuestión fortuita: a las puertas de grabar el disco, yo tenía muy claro que quería grabar esta canción pero no sabía cómo y me enseñaron un ritmo afrobrasilero que no tenía otra representación en el disco y pegaba muy bien con este Mediterráneo. Fue una bonita coincidencia.
- Es un rollo tener que contestar a esto desde marzo de 2020, pero muchas veces preguntamos a los artistas cómo se sienten ahora que tienen al público sentado. Tú, que estás más acostumbrada a que sea así, ¿en qué ha cambiado la pandemia la experiencia del público?
- Sí, es como dices tú, solo en algunas ocasiones. Sobre todo si se arrancan a cantar, antes se hacía con más facilidad y ahora tampoco se escucha mucho por las mascarillas. Pero, a parte de eso, el silencio y tener al público sentado siempre han sido las condiciones en las que he actuado. También es novedoso la distancia, incluso que personas que han venido juntas se tengan que sentar separadas, pero por el lado positivo, a veces ayuda estar aislada para tener tu propia experiencia.
- En verano concentras una parte importante de tu agenda nacional porque los festivales de jazz son por estas fechas, ¿falta una mayor atención mediática al género el resto del año?
- Estaría muy bien. Hay muchos festivales de jazz muy buenos en España que necesitan más repercusión y siento que solo ocurren porque hay mucha gente muy implicada detrás, no tanto porque las condiciones lo merezcan. Sería muy bonito poder hacer a lo largo del año festivales como los que se hacen en verano, al aire libre y en espacios increíbles. A nivel de medios de comunicación, también es un problema, porque siempre se tiende a hablar de lo más popular, ojalá se pudiera hablar durante el año de jazz sobre todo a la juventud.
- ¿Qué parte de todos los prejuicios e imagen que puede haber del jazz es más urgente desmontar?
- Yo diría que el tema de relacionar el jazz con la noche y la mala vida. También que es muy complicado: el jazz, como todo, puede ser sencillo o complicado, porque se fusiona con cada persona y práctica.
- ¿Y qué es más urgente que cambie en la industria y en la práctica del jazz para que sea mejor?
- Hago mías las palabras de Joan Chamorro, y diría que cierto esnobismo que dice que si algo no es de tal manera, no es jazz y que ha de ser contemporáneo. La palabra contemporáneo ya es muy conflictiva, porque todos los que estamos tocando jazz somos contemporáneos al presente y ya hagas swing o free jazz, todos los subgéneros tienen 50 o 60 años. No hace falta hacer solo lo más free, lo más moderno y lo más complicado. Por suerte, hoy en día hay escenas para todos los tipos de música que se tocan y espacios para que haya públicos diferentes al que le guste y haga crecer esa misma escena.