La Iaia se enfadaba con Alexa de modo habitual, especialmente cuando la despertaba por la noche con cualquier tontería. Poco a poco, se había acostumbrado a que fuera tomando la iniciativa en las tareas del hogar, en decidir el grado de iluminación o la música a escuchar. La Tieta le advertía que debía ser amable con ella, que había que pedir las cosas por favor y dar las gracias. “Que es una máquina…”, le recordaba a su hermana entre risas. Y no era la única.
En la Navidad del Año I d.C. -después de la Covid-, Google Nest fue uno de los regalos más vendidos. “Para tener alguien con quién hablar”, “Para que te haga compañía”, “No es un perro, pero…”. La campaña de publicidad lo tenía claro, con un nuevo confinamiento en ciernes que iba a devolver a muchos a la soledad, por ley o por cuarentena. Las mutaciones de la covid-19 eran cada vez más agresivas y resistentes a las vacunas, mientras el Gobierno de la Unión corría a prorrogar los contratos de abastecimiento con LasPharm.
Antes de finalizar el año, la Comisión había comprado dosis adicionales de vacunas para pasar el invierno, “en vista del deterioro de la situación epidemiológica en la Unión Europea en los últimos meses y el rápido aumento de las infecciones debido a la variante Omicron”. Estas dosis se sumarían a los 450 millones de dosis ya previstas, elevando el número total de entregas sólo por una de las farmacéuticas, BioNTech-Pfizer, a 650 millones de dosis en 2022.
El objetivo era asegurar la productividad y la supervivencia en el Territorio-Europa durante la pandemia. Para ello, necesitaba la colaboración de productores tecnológicos, como Corea del Sur, líder en la fabricación de chips. Los semiconductores serían el oro negro del siglo XXI y precisaban de algo más que de tecnología o materia prima. El intercambio de software necesitaba regular el tráfico de datos.
El Comisario de Justicia Didier Reynders y el Presidente de la Comisión de Protección de Información Personal Yoon Jong In celebraron la adopción de la Decisión de “adecuación de la Comisión Europea para la transferencia de datos personales de la Unión a la República de Corea”. De esta forma, “los datos personales podrían viajar de forma segura desde la UE a la República de Corea en beneficio de los ciudadanos y las economías de ambas partes, sin necesidad de más autorizaciones o herramientas adicionales”.
La Unión defendía “las fuertes protecciones para los europeos bajo la legislación coreana cuando se transfiriesen sus datos, incluso a través de las salvaguardas adicionales acordadas con respecto a los flujos de datos personales”. No obstante, el amigo “cyber” de la Tieta, en misión en el Territorio-Joseon, ya le explicó tras la firma del Acuerdo que Corea no garantizaba la privacidad de los datos personales con las mismas garantías que ofrecían las leyes de protección de datos europeas.
Alexa, Siri, Nest, Rumba, Echo, Bixby…. Los eCat, eDog, eFamily, eFriend fueron poblando con sus chips semi-coreanos los hogares vacíos y semiderruidos por la pandemia que asoló los años 20 de la Era Covid. Fue una época triste en la que el virus no remitía y la gente se empeñaba en salir a trabajar y a compartir cosas o momentos con otros humanos, como celebrar la Navidad. Ni siquiera se conformaban con la presencia del holograma que llegó poco después, con el 6G. Espero que David haya solucionado su problema con los eIngenieros en la fábrica de semiconductores. Hace tiempo que no le veo ni en su holograma… ¡Hola Alexa! ¿Has pasado un buen día?