VALÈNCIA. El estreno de Gentleman Jack, la serie de BBC y HBO sobre la vida de Anne Lister, una terrateniente y viajera lesbiana que vivió entre 1791 y 1840 en Inglaterra, nos lleva a reflexionar sobre la representación de las lesbianas en las series. Lister batalló duramente por vivir con cierta normalidad sus relaciones amorosas y dejó casi toda su vida escrita en unos prolijos diarios, escritos en parte en clave, que le han permitido a Sally Wainwright, guionista y directora de la serie, construir un personaje formidable y contar hoy su vida extraordinaria.
Aunque cada vez es más habitual encontrar personajes de lesbianas en las series, lo cierto es que no es probable que las veamos protagonizando las ficciones audiovisuales, y menos de este calibre, así que poner el foco sobre este personaje histórico es, sin duda, un hito en su representación y un paso importante en la normalización de su presencia en nuestras pantallas. Porque nadie ha de llevarse a engaño, sigue siendo muy necesario hacerlo, junto con el resto de identidades LGTBIQ+. No hay más que pensar en las múltiples y despreciables pruebas de LGTBIfobia que hemos visto últimamente con motivo de la celebración del Orgullo LGTBI.
Así que no está de más rememorar ahora algunos de estos personajes que han abierto mentes y caminos y desafiado prejuicios. Y recordar que en 2017, por primera vez en la historia, una mujer negra y lesbiana, Lena Waithe, ganaba un Emmy al mejor guion. Fue por un capítulo memorable inspirado en su propia historia personal y la vivencia de su sexualidad del Master of None.
Pero vamos a mirar más allá del cable (HBO, Netflix) y vamos a fijarnos especialmente en los casos de series de género, principalmente fantástico aunque no solo, por la trascendencia que conlleva el dirigirse a públicos masivos y, sobre todo, juveniles. Aquí destaca especialmente Buffy cazavampiros (1997-2003), en la que una de las protagonistas, Willow, salió del armario a lo largo de la serie y se convirtió en un personaje lésbico de referencia y de culto, como toda la serie y sus circunstancias. Previa a ella, y también de culto, tenemos el caso de Xena, la princesa guerrera (1995-2001) que, aunque no siempre de forma explícita, dejó bastante claro la atracción entre las dos protagonistas, Xena y Gabrielle, y cuánto se amaban y deseaban.
Y con toda la polémica que arrastra hoy en día Friends (1994-2004), no podemos olvidar que, en 1996, fue la primera serie que mostró una boda entre dos mujeres, en un capítulo de título bien explícito: The One With The Lesbian Wedding. La inclusión de toda esta trama en una ficción seguida por muchos millones de espectadores de todo el mundo hasta convertirse en una de las series más populares de la historia, supone un auténtica conquista. Que era relevante lo demuestra el hecho de que la escena fue prohibida en algunos países y también en partes de Estados Unidos.
Glee (2009-2015), Riverdale (2017-hoy), Supergirl (2015-hoy), Lost girl (2010-2015) o Pretty little liars (2010-2017) son otros títulos que incluyen lesbianas como personajes protagonistas y recurrentes con tramas de largo recorrido. Uno de los últimos buenos personajes en llegar lo ha hecho en un procedimental, 9-1-1, que cuenta el día a día de una unidad de rescate de Los Ángeles, compuesta por bomberos, paramédicos y policías. En el grupo protagonista destaca Hen Wilson, una bombera negra y lesbiana, de físico bien poco convencional.
Gentleman Jack, no hay duda, resulta muy importante en la lucha por la representación, por ser una serie de calidad y con unos parámetros artísticos y de producción muy altos, pero que este otro tipo de series de género, de cadenas generalistas y de clarísima vocación comercial y mayoritaria incluyan con toda normalidad y formando parte de su mundo narrativo mujeres lesbianas o bisexuales es, desde mi punto de vista, tal vez más relevante. Estas series se han visto y se ven en la televisión, en horarios de máxima audiencia por parte de públicos familiares, y su influencia, guste o no, es mucho mayor. Su contribución a la visibilización del lesbianismo es enorme. Normalizan la diversidad y acostumbran al público a seguir e identificarse con personajes de la más variada condición e identidad sexual.
En nuestro país tenemos buenos ejemplos en este sentido. Aquí no hay quien viva (2003-2006), Amar es para siempre (2013-hoy) u Hospital central (2000-2012) son series populares, de gran audiencia, que incluyen personajes LGTBI+. En particular, la historia de Maca y Esther en Hospital central, una de las principales tramas amorosas de la serie, se convirtió en un auténtico fenómeno social, saludado con alegría por parte del colectivo LGTBI+, por lo que suponía en términos de visibilización y reivindicación. En palabras de uno de sus creadores, Jorge Diaz: "nosotros fuimos los primeros que creamos dos personajes que eran homosexuales y que no estaban en la serie por eso, sino que estaban porque se querían de verdad. No pusimos casi ninguna trama de conflicto por su homosexualidad, el conflicto era que dos personas que se quieren tenían que vencer muchos problemas para estar juntas pero ninguno de los problemas era el rechazo por ser homosexual.”
También Anatomía de Grey (2005-hoy) incide en estas ideas. La diversidad en todas sus facetas preside la serie de Shonda Rhimes, de hecho es uno de sus principios a la hora de pergeñar todas sus producciones. Aunque los más importantes son Callie y Arizona, convertidas en referentes de la comunidad LGTBI+, que viven todo un arco completo de enamoramiento, boda, familia y separación, hay varios personajes de lesbianas y bisexuales en la serie con formas muy distintas de afrontar el deseo, el sexo y las relaciones, todas ellas tratadas con la misma falta de prejuicios.
Pero sin duda, uno de los grandes referentes en la visibilización es The L world (2004-2009), creada por Ilene Chaiken y Rose Troche. La serie refleja las vidas cotidianas de un grupo de lesbianas y fue una respuesta a Queer as folk (1999 y 2000-2005), la producción de Russell T. Davies que reflejaba un mundo de hombres gays. Y es que en las series, como en la realidad, hay una mayor visibilidad de los hombres gays que de las mujeres, sin entrar ahora en matices respecto al mayor o menor grado de clichés y estereotipos que se pueden encontrar. Orange is the new black es hoy una obra de referencia, con varios personajes de lesbianas y bisexuales con múltiples relaciones entre ellas.
Se acaba el espacio, así que ahí van en rápida enumeración unos cuántos títulos: The haunting of Hill House, The good fight, G.L.O.W., Mindhunter, Vis a vis, Transparent, Sense 8, Orphan black, Las chicas del cable, Everythings sucks, Sexeducation. Como ven, aunque aún queden espacios y ficciones por habitar, afortunadamente Anne Lister ya no está sola.
Fue una serie británica de humor corrosivo y sin tabúes, se hablaba de sexo abiertamente y presentaba a unos personajes que no podían con la vida en plena crisis de los cuarenta. Lo gracioso es que diez años después sigue siendo perfectamente válida, porque las cosas no es que no hayan cambiado mucho, es que seguramente han empeorado