VALÈNCIA. Álvaro W. es técnico de sonido. Tras finalizar la FP reglamentaria, encontró trabajo en una empresa de montaje. Fuese por casualidad o como consecuencia de trasladar tanto bulto, al poco tiempo le salió una hernia inguinal que le impedía ejercer ese empleo. Con la hernia y un número en la Seguridad Social, Álvaro W. se fue a la calle como llegó, sin baja laboral ni indemnización por despido ni derecho a desempleo. Había firmado más de 40 contratos por horas en menos de un mes, uno para cada servicio. Al menos, el alta en la Seguridad Social le sirvió para que la intervención quirúrgica le saliese gratis. En Estados Unidos tendría que haberla costeado de su propio bolsillo.
Difícil congeniar la experiencia de este joven de 24 años con discursos como este: “Estamos alcanzando un momento en el que hay mucha gente que cobrando el paro está más feliz que trabajando y así no podemos seguir”. Las palabras son de Félix Revuelta, fundador de Naturhouse, el mismo que dio este titular: “El estado de bienestar está creando gente vaga”.
Revuelta no es el único que se queja. También en el sector de la hostelería y la restauración se lamentan de padecer un grave problema por la excesiva rotación de personal y la dificultad de retener a los empleados después de haberlos formado. “Es muy difícil competir en España con el mercado laboral que tenemos en comparación con países como Reino Unido o Estados Unidos, donde contratar a una persona por horas, conforme a las necesidades de la empresa, es facilísimo. La diferencia es tremenda”, declaraba en un foro de emprendimiento en franquicias Javier Floristan, CEO y socio fundador del Grupo La mafia se sienta a la mesa.
Cierto que Estados Unidos es la cuna de lo que se conoce como la gig economy, es decir contratos de trabajo esporádicos y de muy corta duración. Hay quien calcula entre un 20 y un 30 % la cantidad de la población activa estadounidense que participa ya en la gig economy en sus diferentes grados. Un ejemplo de éxito empresarial lo representa la plataforma TaskRabbit, especializada en tareas domésticas que van desde trabajos de mudanzas hasta la realización de instalaciones eléctricas o la compra diaria.
También en España han surgido soluciones similares, muchas de ellas a rebufo de la revolución digital. Pedro Martín, CEO de Visualeo, es uno de esos emprendedores que, tras un viaje a Silicon Valley, regresó cautivado por la gig economy, cuando todavía era tendencia. “Yo no quería inventar nada nuevo así que fui a Estados Unidos para inspirarme, en busca de ideas que triunfaban allí y pudiesen aplicarse aquí. Vi varias opciones y tecnologías, una de ellas era el tema del blockchain que estaba muy de moda y, por otro lado, la gig economy, auspiciado por la economía bajo demanda con gente dispuesta a realizar tareas en un momento determinado”.
Resultado de esa fusión es Visualeo, una solución que, a través de una red de verificadores, ofrece servicios en sectores como el de seguros, el inmobiliario o el de la automoción para, por ejemplo, conocer el estado real de un producto o propiedad en remoto antes de adoptar una decisión de compra y sin necesidad de desplazarse para comprobarlo in situ. La red, que va ya por los 200 verificadores, la conforman, en algunos casos, profesionales especializados, como arquitectos, ingenieros o mecánicos pero, en la mayoría de los casos, son perfiles sin cualificación que obtienen unos ingresos adicionales por hacer una foto, grabar un video u obtener cualquier otra prueba digital que tranquilice al cliente.
El de Visualeo es solo un ejemplo, pero la red está repleta de ofertas laborales de este tipo. Cierto que el sector de la movilidad urbana y la restauración, con el delivery por medio, son los más prolíficos, pero posibilidades de ganarse un dinerillo desde casa hay a montones. Darse de alta en alguna plataforma de afiliación y escribir páginas de artículos recomendados como si no hubiese un mañana, hacer reseñas de locales que no has pisado en la vida, visionar vídeos, probar videojuegos, crear logos para empresas, escribir post para blogs, transcribir textos…son algunas de esas ofertas laborales que pueblan el mundo digital de trabajadores invisibles. El problema es que el microtrabajo suele ir acompañado de un minisueldo de manera que, para alcanzar una suma razonable, lo normal es el desempeño de varios a la vez.
Según Javier Sánchez García, cofundador de Recruitery.jobs, emprendedor en serie y ahora managing director de MIDE en España (plataforma colaborativa impulsada por el MIT para fomentar el emprendimiento y la innovación en Madrid) este modelo de mercado laboral puede tener sentido en una sociedad que evoluciona cada vez más hacia la movilidad y la flexibilidad.
“Es un modelo que tiene sus fortalezas y sus debilidades, dependiendo mucho de la cualificación de las industrias. Como ventajas está la posibilidad de conciliar, aunque luego tengas que trabajar a horas intempestivas, o la de trabajar conforme a tus necesidades y apetencias. También puede representar una oportunidad para perfiles sin formación o personas que tienden a ser apartadas del mercado laboral por el motivo que sea. Pero también pienso que falta mucho conocimiento financiero y de organización por parte de las empresas que contratan en esta modalidad de manera que los trabajadores se quedan solo con las debilidades y no disfrutan de los beneficios. En España estamos todavía muy verdes en esto y hay mucho camino de mejora. Pero, partiendo de que nunca vamos a tener el mercado de trabajo perfecto, soy de los que piensa que la gig economy llega para quedarse. No va a ser fácil, porque va a requerir mover muchas cosas, empezando por las leyes. Pero yo, que me nuevo bastante en el ecosistema, veo a mucho emprendedor con ganas de cambiar las cosas y quiero pensar también, que quieren cambiarlas para hacer un mundo mejor, no para empeorarlo todavía más”.