El dibujante Antonio Hitos dibuja Ruido, un relato frenético sobre el paso de la adolescencia a la edad adulta de la mano de un alienígena al que se le acaba el mundo por doble partida
VALÈNCIA. En la adolescencia uno siente que el mundo se acaba -su mundo- y vive una ansiedad anticipatoria por el "qué vendrá", algo que Antonio Hitos dibuja y relata en Ruido, un cómic editado por Astiberri en el que habla de la soledad en tonos verde neón. La excusa es hablar del final de la juventud, lo hace a través de una especie de “huida de cualquier situación, plagada de mentiras y de la vida” que se explica mejor entre onomatopeyas que palabras: "Uso recursos visuales para crear mi lenguaje propio, una narración compleja en la que exploro ideas más abstractas”, explica el autor. El libro está plagado de decisiones vitales, narrativas y visuales que llevan al protagonista a huir por un mundo vacío en el que solo le acompaña la música y el skate con el que patina entre los escombros.
Chicles, alcantarillas, marcianos y una sociedad subterránea llevan al lector por un viaje macabro (a la par que sentimental) en el que la soledad se cuenta con onomatopeyas. Con un tema tan tosco Hitos recurre a las clásicas “chiquilladas” para rebajar el tono de los personajes un poco: “Al lector le saca un poco de la lectura cuando todo es tan intenso. No me gusta cuando hay un esfuerzo por dirigir emocionalmente a alguien, es como forzar una sensación dramática”.
Uno de los referentes clave de Hitos es Peanuts, con viñetas que con la sencillez y la intimidad permiten que el lector aplique el significado propio a lo que quiera. Con una sencillez clave cuenta una historia en la que los personajes arquetípicos ayudan al protagonista: “Es como en Peanuts de nuevo, cada uno tiene su intrahistoria y el arte está en entrelazarlo”.
El cómic se crea todo desde un fondo blanco en contraste con verde o en todo caso páginas amarillentas. Aunque tenía claro que el verde sería el color de resalte, explica que en la combinación está la clave: “Es para trasladar al lector al pensamiento del protagonista. Al final el cambio entre las páginas crea una sensación de página vacía. Me parece una manera muy conceptual de explicar la intensidad y el aislamiento del personaje”.
De la misma manera el lector encontrará en estos tonos un relato con toques “tóxicos” en los que se viaja a su universo apocalíptico: “Al final represento un mundo jodido, lo que hago es basarme visualmente en los Garbage Bag Kids y en algo estilo Las Tortugas Ninja, son personajes que no tienen profundidad mucho más allá pero sí que tienen un atractivo clave”.
Para dividir el texto en capítulos se pasea por un mundo apocalíptico en el que todo se rige por las leyes de la termodinámica, un guiño friki del autor: “No lo parece pero la barrera cuántica puede ser muy filosófica a veces. Cuando intentamos descifrar el tejido de la naturaleza vemos muchas cosas vacías que hablan sobre el origen”.
De hablar de la nada sale esta metáfora sobre lo que somos y hacia dónde vamos, una duda que tienen tanto los adolescentes en sus primeros años de “salida del cascarón” como los adultos. Ruido iguala a ambos grupos entre las páginas, tanto de manera visual como en la toma de decisiones. Pero todo acaba en incógnita, la historia termina con una pregunta abierta que podría dar para varios cómics más, pero en el universo de Hitos el mundo se ha acabado.