El líder de Podemos marca territorio y defiende su espacio en Les Corts en cuestiones como RTVV: "Estamos haciendo un esfuerzo desde el Parlamento que no puede ser una especie de competencia con el trabajo que se hace desde Presidencia"
VALENCIA. El 11 de junio de 2015, tras unas breves pero intensas negociaciones a las que precedió una polémica antesala, PSPV, Compromís y Podemos rubricaban el llamado Acuerdo del Botánico. Una hoja de ruta para el futuro Consell en el que la formación morada prefirió no integrarse para ejercer su labor de control desde Les Corts.
Antonio Montiel (Jaén, 1958), portavoz en Les Corts y secretario general de Podemos en la Comunitat Valenciana fue el representante del partido que lidera Pablo Iglesias que firmó el acuerdo. Ahora, se sienta con Valencia Plaza para analizar la evolución y futuro del mismo, el trabajo parlamentario de su grupo y la agenda política valenciana.
El responsable de Podemos es consciente de que a veces interpreta un papel "muy desagradecido" e "incómodo" para sus socios pero lo considera "muy útil". "Entiendo que incluso personas a las que estimo por su acción política piensan: ya está ahí Antonio tocando las narices, pero no he elegido este papel para lucirme sino para trabajar por la gente", reflexiona.
- Recientemente anunciaron una revisión del Acuerdo del Botánico. ¿Qué está funcionando más y qué está funcionando menos del pacto?
- Desde Podemos estamos insistiendo en la reforma y regeneración de instituciones básicas. Con independencia de que se aborde una reforma integral del Estatuto de autonomía para lo que se ha creado una comisión en las Cortes, habrá que abordar la reforma del Consell Jurídic Consultiu, estamos trabajando para mejorar la Sindicatura de Comptes y también el impulso para la creación de la Agencia Antifraude, que propusimos nosotros y se está retrasando un poco. Además, hay algunas herramientas fundamentales en estos momentos de crisis como por ejemplo es el Servef, que nos preocupa que se convierta en una herramienta adecuada para ayudar al empleo.
Luego hay cuestiones en las que se podría mejorar la coordinación. Me preocupa que haya por parte del Gobierno una hoja de ruta para determinadas actuaciones, pero la política siempre es priorizar por lo que habría que jerarquizar algunas actuaciones. El Acuerdo del Botánico es flexible y abierto, tiene mecanismos de seguimiento y desarrollo pero también de evaluación. Lo que queremos es presentar en la reunión próxima una pequeña evaluación para ver si compartimos el diagnóstico y priorizamos algunos ejes de trabajo sobre otros.
- Por ejemplo de las puertas giratorias se hablaba en el Pacto del Botánico. ¿Hay un régimen de incompatibilidades sobre la mesa?
- Ya se está trabajando en trámite parlamentario en una ley de incompatibilidades. La ciudadanía tiene que percibir un cambio en el sentido de que hay que enviar mensajes a la sociedad. La política, que tiene que volver a recuperar un cierto prestigio, debe ser vista como una actividad honesta, y no se consigue solo con declaraciones sino con las herramientas adecuadas, mecanismos de garantías, de controles, de pesos y contrapesos.
- Hablábamos de incompatibilidad. También se está produciendo un debate sobre el estatuto de los expresidentes: si deben ser miembros natos del CJC, si pueden o no compatibilizar sus tareas con otras funciones, la cláusula de indignidad, la retroactividad en las medidas... ¿En qué discrepan?
- Nosotros consideramos que el hecho de haber sido presidente de la Generalitat o exconseller o cualquier otro cargo es un honor para cualquier ciudadano y ciudadana. Y ser presidente de la Generalitat debe aportar la satisfacción de trabajar para la gente. Dicho esto, creo que hay que mantener un reconocimiento y un estatus protocolario para esas personas cuando realizan una actividad relacionada con la administración autonómica pero lo que no tiene sentido es que haya todo un andamiaje y estructura y de servicio de seguridad, de personal asignado de manera vitalicia, de privilegios, etc. Yo creo que no es sensato. No es necesario. Un presidente tiene que poder volver a desempeñar su profesión e incorporarse a la vida civil con total naturalidad.
Si tiene que asistir un acto institucional o necesite los servicios de la administración para desempeñar cualquier representación pues los tiene. Yo creo que además la experiencia acumulada, el conocimiento, los contactos que tiene un expresidente tampoco veo que sean de tal naturaleza que necesiten ser conservados y custodiados en un órgano como el Consell Jurídic Consultiu. Me parece que al final hacer un club selecto de expresidente no es necesariamente útil para la labor de este tipo de órganos que es un asesoramiento técnico, una evaluación de normas. En cuanto a la retroactividad, seríamos partidarios de que pudiera aplicarse. Pero sí que es cierto que puede haber algún problema jurídico y estamos estudiando la forma de hacerlo. Pero sí que nos gustaría que lo fuera porque no tiene ningún sentido pensando en futuros expresidentes pero que el estatuto de los actuales expresidentes no se viera alterado. Hay que pensar además, que la retroactividad no está prohibida en el sistema político.
Se le ha aplicado recortes a personas que tenían derecho a unas determinadas prestaciones de Seguridad Social o a no pagar asistencia farmacéutica porque cuando se jubiló o fue declarado pensionista la legislación vigente le reconocía unos derechos y no pasa nada. Parece que la retroactividad sirve para unos sí y para otros no. Yo creo que con una buena redacción que solvente las dudas jurídicas y teniendo en cuenta que el tener un coche oficial, dos secretarios, un chófer, un escolta y un puesto de trabajo para toda la vida si se desea ejercer pues no estamos hablando de derechos subjetivos y por lo tanto la retroactividad debería ser posible.
-Respecto a RTVV,¿Cómo está avanzando la comisión y qué obstáculos está apreciando a medio plazo?
- La comisión, bajo la presidencia de mi compañero Marc Pallarés, está teniendo un ritmo adecuado. Lo que veo es que podremos tener probablemente un primer borrador de ley a finales de abril. Con eso, empezar una nueva ronda de comparecencias y un trabajo más propositivo poniendo cosas negro sobre blanco. En el acuerdo del Botánico estaba muy claro que el tema de RTVV era una tarea que se iba abordar desde las Cortes a través de una proposición de ley y que iba a impulsar Podemos. Sorprendentemente en julio, presidencia de la Generalitat aprobó la creación de un Alto Comisionado con un Alto Consejo Consultivo que se ha llenado de contenido porque el Alto Comisionado ha sido finalmente el secretario autonómico y el Alto Consejo Consultivo se quedó vacío.
Eso era un sucedáneo del Consell Audiovisual que nos hace falta y que está previsto en el Estatuto. Esa medida fue tomada por Presidencia sin consultar con al menos Podemos. Ahora, las Cortes Valencianas hemos podido reconducir el tema y ese alto Consejo Consultivo que no se había formalizado se va a llenar con candidatos propuestos por los grupos parlamentarios. Pero como no estaba previsto para eso ni estaba el mecanismo afinado, chirría. Por eso cuando hemos ido a nombrar por las Cortes a personas que según aquel decreto de Presidencia de julio debería nombrar el presidente a propuesta del secretario autonómico se ha producido una disfunción.
¿Por qué? Porque además este consejo, que va a funcionar ahora, va a tener unas competencias diferentes a la que decía el decreto de julio. Me refiero a que el acuerdo tiene que ser a la hora de hacer hojas de ruta. Se han hecho muchas cosas en el campo social, en políticas sociales inclusivas, pero en otros departamentos las cosas van las lentas. Pues entonces, hablemos. Porque en el caso de RTVV estamos haciendo un esfuerzo desde el Parlamento que no puede ser una especie de competencia con el trabajo que se hace desde Presidencia. Yo creo que la filosofía estaba clara, que la ley de iniciativa legislativa popular que recogió más de noventa mil firmas marcaba una dirección, que la primera ley que aprobamos en diciembre, la iniciativa de los tres grupos levantaba los cerrojos para empezar un proceso de recuperación que tienen que ser ordenado, a través del Parlamento con unos pasos y unas garantías. No intentemos correr por otro sitio como abrir el canal Corts.
- Queda claro que no le están gustando algunos momentos de intervencionismo desde Presidencia respecto a RTVV...
-Lo que quiero decir es que no hay que dar la sensación de que competimos entre nosotros si no de que existe un trabajo y diagnosis compartida.
A mí la cuestión de RTVV me parece esencial. No puede ser que lo del sector audiovisual esté todavía en la incertidumbre. Hay que hacer una convocatoria pública en la que hay que ser muy escrupuloso para que sea trasparente, facilite la igualdad de todos los productores y profesionales y facilitar la concurrencia.
Debemos ser extremadamente cauteloso para que esos productos audiovisuales que se contraten no condicionen el modelo de programación, de rejilla, el propio modelo de televisión. Por eso, los grupos parlamentarios hemos pedido estar y por eso vamos a formar parte del consejo.
Pero de estas cosas podíamos haber hablando hace meses. No plantearlo como que el parlamento dificultaba o retrasaba las licitaciones en el sector audiovisual. También creo que el informe de los liquidadores ha tenido un tiempo de maduración: la situación es muy complicada, pero es el momento de darles alguna seguridad a los extrabajadores.
Decir qué posibilidades hay de que el modelo absorba a algunos de los trabajadores en función del diseño de la plantilla, de las necesidades pero también hay que empezar a hablar de la incorporación de nuevos profesionales, de gente joven. Por eso a veces tengo la sensación de que no conseguimos enviar a la sociedad el mensaje de que hay una hoja de ruta para este mapa y que es el acuerdo del Botánico.
-¿Usted sabe que está considerado una piedra en el zapato?
- Yo se lo decía a los síndicos. Nosotros hemos asumido el papel de ser un poco impertinentes. Y es que claro, estamos en el Acuerdo del Botánico pero no estamos en el Gobierno y eso nos hace resultar incómodos en algún momento. Pero nosotros somos muy transparentes y honestos en ese sentido. Siempre hemos dicho, desde antes de la campaña electoral, las mismas cosas. Hemos transmitido la idea de los cambios y no a cambio de sillones y nuestro papel en este momento, no sé más adelante, es ser de alguna manera alguien que empuja o que señala con el dedo o que ejerce una cierta conciencia crítica en nombre de la sociedad y desde la lealtad al acuerdo del Botánico. Y creo que es algo útil.
Ojalá en todas organizaciones hubiera alguien externo que te dijera que te estás apartando de la línea o te equivocas. No es un papel muy agradecido, no te voy a engañar. Todas las diputadas y diputados de este grupo trabajan mucho con el territorio, las organizaciones, con las ONG y la gente de la calle y te dicen que todo va muy lento y les recordamos que no estamos en el Gobierno pero tratamos de canalizar los problemas que nos transmiten.
Entiendo que incluso a personas a las que estimo por su acción política piensan: ya está ahí Antonio tocando las narices, como si él no supiera que no hay dinero. Ya lo sé que no hay dinero, pero no he elegido este papel para lucirme sino para trabajar por la gente. Esto significa que en algún momento puedo decir algo que se considere políticamente incorrecto o incluso impertinente. Pero no vamos a cejar nunca es en denunciar que un modelo económico y de gestión basado en el derroche y en la corrupción nos ha traído hasta aquí.
- Sobre todo en el PSPV reprochan que, tal vez por falta de bagaje parlamentario o numérico, llegan proposiciones de Podemos que están demasiadas desnudas o cogidas con pinzas jurídicamente y son ellos los que les dotan de profundidad. ¿Eso es así?
- Nosotros hemos defendido siempre que el centro de la vida política tiene que estar en el Parlamento. Se han acabado los parlamentos que son meras cajas de resonancia de las iniciativas gubernamentales. Un parlamento complaciente frente a un gobierno que el único que tiene la iniciativa legislativa nos parece un debilitamiento de la democracia. En la legislatura anterior, en cuatro años, más allá de las leyes de presupuestos y de acompañamiento que son debatidas, se aprobaron solo 28 leyes. En cambio, hubo 18 decretos ley e innumerables decretos. Al final, por contraste, en 24 años, solo se han aprobado 8 proposiciones de ley. Esto es un parlamento.
No es solo para aprobar cuentas y presupuesto cada año y dejar que el Gobierno haga, entretenerse en los debates, hacer cuatro preguntas o grandes resoluciones. Vinimos a cambiar las reglas de juego para mejorar la políticamente y la vida de la gente. Desde que estamos aquí hemos presentado 11 proposiciones no de ley. De ellas, cuatro con socialistas y Compromís, las otras siete son de factura propia. Puede que algunas leyes sean mejorables pero para eso está el Parlamento. Nosotros señalamos un problema, una necesidad, y los grupos parlamentarios trabajan haciendo enmiendas, debatiendo y sacando la mejor ley posible. Cuando nosotros nos planteamos llevar a cabo la creación de la Agencia contra el Fraude y la corrupción nos planteamos ese reto y las primeras reuniones con Alcaraz y la Sindicatura de Cuentas parecía que pensaban que esto no sería posible.
Nosotros hemos tenido un proceso de trabajo muy intenso con organizaciones de la sociedad civil, con jueces, con fiscales, con inspectores de hacienda y al final presentamos un proposición no de ley en diciembre que tiene 40 páginas. No es un corta pega. Ha habido un trabajo jurídico potente. A partir de ahí que hay cosas mejorables, que un grupo piensa que se puede matizar, para eso está el parlamento, que es la casa de la palabra, para debatir, para confrontar ideas y para hacer leyes, no para esperar que el Gobierno de turno ponga el huevo. Es una cuestión de volver a colocar el centro de la vida política. Yo estoy muy orgulloso de la ley contra el fraude y la corrupción o la ley para mejorar la publicidad institucional de Compromís a la que nosotros hemos hecho enmiendas. O también de la de modificación de senadores y senadoras porque abre un debate fundamental con lo que está pasando con Rita Barberá.
- El PP ha planteado que las proposiciones pasaran por algunos filtros jurídicos. ¿Qué opina usted?
- El PP presentó una PNL para que las proposiciones de ley pasaran por CJC y por el Consejo Económico y Social. Es muy curioso que la ley del CJC es una ley del año 93, quizás de antes, pero tiene más de 20 años. El PP cuando estaba en el Gobierno la ha reformado cinco veces y nunca se planteó ampliar sus competencias para que más allá de informar los proyectos de ley y las normas reglamentarias del Gobierno también informara las proposiciones de ley de las Cortes.
Se han inspirado ahora cuando están en la oposición. El PP también dice que intervenga el Consejo Económico y Social. También es una ley de más de 20 años que reformó totalmente el PP en el 2013 o 2014 y tampoco se planteó ampliar sus competencias para que hubiera una fiscalización o informe de las proposiciones de ley. ¿Qué filosofía inspira al PP? Intentar que las Cortes Valencianas no sean un elemento dinámico, se ralentice y poner filtros y controles con la excusa del control jurídico. Yo no he venido aquí a que un abogado de la Generalitat me diga si redacto o no correctamente un precepto legal. He venido aquí para poner en forma de ley lo que la gente que nos ha votado y los ciudadanos valencianos quiere que se haga o que no se vuelva a hacer. Creo que el PP lo que pretende es poner un mecanismo que amordace a Les Corts bajo una premisa técnica.
Hay que controlar las leyes cuando han nacido si chocan con la Constitución. Si nosotros pedimos que examinen las leyes antes de que nazcan lo que están haciendo es legislar. Yo creo que ahí se pervierte el funcionamiento normal de las instituciones, la división de poderes e incluso se coarta la libertad del legislativo.
-¿Cómo ve al Consell? ¿Cree que va por el camino adecuado?
-Hay un esfuerzo humano muy grande aunque todavía existen disfunciones. La voluntad política, necesita desarrollar los mecanismos organizativos, las herramientas, los procesos para que las cosas funcionen. La administración pública valenciana en general necesita una reforma grande y hay que comprometer a los empleados públicos en ello. Ahora no solo se es exigente con los políticos, la ciudadanía fiscaliza y es exigente con la administración en su conjunto.
- ¿Y por qué no entrar al Consell?
- Ahora nuestro papel es más útil aquí. La legislatura es muy larga. Nosotros creemos que somos útiles en esta tarea que nos hemos marcado y estamos en una organización muy necesaria. Si percibimos que es necesario un cambio de estrategia lo consultaríamos con la asamblea ciudadana y se haría lo que los inscritos en Podemos decidan. Pero hoy por hoy estamos bien en este papel aunque no sea más el lucido.
- ¿Ve posible el pacto a la valenciana en Madrid?
- Pedro Sánchez se equivoca por completo. El pacto del Botánico funciona porque es un acuerdo dinámico, establece unos ejes estratégicos y crea un permanente seguimiento, desarrollo y evaluación. Yo me he leído el acuerdo de Pedro Sánchez con Ciudadanos, tiene 66 páginas y hay cosas que están absolutamente cerradas y otras es retórica, están vacías de contenido. Entiendo que las diferencias programáticas entre Podemos y Ciudadanos les ha llevado a llenarlo de retórica para que parezca que hay un acuerdo en algunos puntos, pero eso no es un acuerdo abierto, ni dinámico ni que se pueda ofrecer a otros como un trágala. Ahí creo que Pedro Sánchez se equivoca, ahora mismo es agradable la música del acuerdo del Botánico pero Pedro no se sabe la letra pero puede preguntar y se lo explicamos.
- Si hay nuevas elecciones, ¿Podemos debe concurrir con Compromís?
- Yo trabajaría por que no hubiera nuevas elecciones. Creo que podría resultar algo decepcionante para mucha gente. Hasta las nuevas elecciones habría 180 días perdidos. Si no pudiéramos evitarlo yo trabajaría para que fuera a votar la mayor parte de la gente. Para que no cundiera el desencanto ni el desánimo. En ese momento, la propuesta más movilizadora seria Compromís-Podemos o Podemos-Compromís, me da igual.
- ¿Y con IU?
- A mí no me gusta hablar de frente de izquierdas, me gusta más hablar de una candidatura de mayorías e Izquierda Unida tendría las puertas abiertas ahí para que hicieran una reflexión.
- ¿Qué valoración hace de la destitución del secretario de la Organización de Podemos?
- Nosotros hemos nacido y crecido en dos años de una manera espectacular como organización y como herramienta de cambio. Hemos pasado de tener unas expectativas reducidas en la elecciones europeas que ya fueron una sorpresa a tener el respaldo de cinco millones de electores. Ahora, cosas que les pasan a las organizaciones en un periodo de diez o quince años, a nosotros nos han pasado en 24 meses. Es una aceleración de la historia en la que estamos inmersos y eso da una sensación de caos. Pero yo creo que Podemos está haciendo un gran esfuerzo como erigirse como un partido de nuevo cuño, horizontal, permeable, transparente. Y en un partido tradicional, esto se resuelve en la trastienda del Congreso.
Yo aprecio a Sergio Pascual y a Pablo Iglesias, al igual que quiero a Iñigo Errejón y es muy difícil el papel que tienen. Esta parte soporta una presión monstruosa incluso en el mundo sindical y de la ONG. No es una fractura, porque Pablo sigue siendo la figura que cohesiona junto a Iñigo y el resto, y Sergio no solo sigue como diputado, sino que sigue en el Consejo Ciudadano Estatal. Simplemente, Pablo ha preferido hacer un cambio pero está dentro de los estatutos y dentro de la lógica. Es un cambio potente para un tiempo difícil.