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Antonio Such: "En los Babel no tenemos el mejor sonido, pero tenemos el mejor silencio"

19/12/2023 - 

VALÈNCIA. Antonio Such saluda a los parroquianos de los Babel y les pregunta qué película van a ver hoy. Intercambia opiniones y, de paso, les avisa que esperan estrenar otra igual de buena o mejor. Lleva haciendo esto más de 38 años, a cargo primero de los Cines Albatros y más tarde de los Babel. El jueves recibió en Madrid un reconocimiento de la Federación de Cines de España por su trayectoria. Por eso, Culturplaza se sienta con él para repasar su carrera desde sus orígenes y ver, en perspectiva, cómo ha cambiado la relación de València con el cine.

- La primera pregunta es la obligatoria: ¿que supone es te premio para ti, viniendo además de una institución como es la Federación de Cines de España?
- Pues la verdad es que además se lo dije a ellos cuando me lo dieron, me hizo muchísima ilusión porque era por toda mi trayectoria. Son ya 38 años de Albatros y de Babel…

- Empecemos por el principio. Tú has ejercido labores tanto en la producción como en la exhibición cinematográfica. ¿De dónde te viene la vocación para meterte en este sector?
- Cuando empezamos los socios que casi seguimos siendo ahora, teníamos un pub en La Malvarrosa, y ahí ya en la terraza teníamos una sábana y poníamos películas de Buster Keaton. Éramos todos bastante aficionados al cine. Nos apareció un comprador que se quiso quedar el local para montar un restaurante y con el dinero que nos dio montamos Albatros.

A mí el cine, bueno me ha gustado siempre. Quizás como a casi toda mi generación. Antes era como obligado ir el domingo al cine a ver dos películas, con lo cual yo había visto mucho cine.

- En ese momento en València había muchos más cines que ahora. ¿Cuál era vuestro objetivo? ¿Cómo intentasteis hacer algo diferente a lo que ya había en la ciudad?
- Pues lo copiamos un poco de Madrid. Había un cine que se llamaba Alphaville y era era todo en versión original (radicalmente todo en versión original, hasta los trailers). Nosotros le añadimos una regla que Alphaville no tenía: que no se pudiera comer en las salas para intentar conseguir lo que tenemos ahora, que es un silencio perfecto. De hecho, una vez, una Navidad creo que lo sacamos un lema: “No tenemos el mejor sonido, pero tenemos el mejor silencio”. Es así, a mí a veces me da hasta miedo y me pregunto si ha pasado algo en la sala. 

Y con ese modelo empezamos. Albatros estaba al lado de la universidad y la gente no tenía internet. Así que tuvo mucho éxito. Tanto que montamos también Babel porque necesitábamos más pantallas para dar servicio a cosas que no llegaban.

Foto: DANIEL GARCÍA-SALA

- ¿Cómo ha ido cambiando la acogida del cine en versión original? Tenemos la percepción de que conforme han ido pasando los años, la gente está más interesada, más acostumbrada tanto al cine independiente como a la versión original.
- En la época de Albatros, sobre todo los estudiantes universitarios, ya tenían mucho, mucho interés por este tipo de cine. En aquel momento era también un tema de cultura y casi te diría que de tribu. Yo aún me acuerdo de ver en la Facultad de Ciencias el Acarazado Potemkin en ruso. Entonces había mucho de militancia. Eso ha ido evolucionando. De hecho estaba claramente diferenciado el cine comercial del cine de autor. Ahora, cada vez los cines hacen más hueco a alguna de autor.

Luego, la gente joven hubo un momento que abandonó el cine porque en sus casas apareció internet, y por eso cerramos Albatros. No tanto por lo que se ha comentado siempre del pirateo y tal, yo creo que eso no fue el tema. El tema es que el día tiene 24 horas y tenemos dos horas de ocio. La gente joven se metió en la habitación, cerró la habitación con llave y de ahí no salía. Ahora que eso ya ha ido pasando, ahora nos encontramos con que la gente joven lo que ve en plataformas lo ve en versión original y sabe muchísimo más inglés que mi generación. Desde la pandemia, se nota mucho el aumento de gente joven.

- Tal vez haya sido uno de los momentos más complicados para ti en esos 38 años, el cierre de Albatros. 
- Fíjate que no fue ni siquiera 2008. 2008 ya fue el remate., pero la crisis del cine vino en el 2006 por internet. Fue la verdad bastante triste. Yo me acuerdo que el día siguiente de cerrar, se organizó una web que era como un entierro. Había apuntadas 7.500 personas o algo así. Yo pensé: “¡joder, si hubieran venido, no hubiera cerrado!”. Pero sí, fue bastante triste, pero hubo que decidir cuál se cerraba y en Babel teníamos dos ventajas: una, que había una sala más; y dos, que estaba mejor comunicado, mientras Albatros realmente era una especie de isla entre avenidas. 

- Más que como empresario, te pregunto como aficionado al cine: Haber vivido en esa València que estaba tan llena y tan viva de cines, y ver que ahora los cines en la ciudad se pueden contar casi con los dedos casi de una mano, ¿Cómo crees que afecta a la propia vida de la ciudad? 
- Claro que lo noto con añoranza. Los lunes se hablaba de fútbol y de películas porque los fines de semana la gente iba al cine. También echo de menos las terrazas de verano, que nosotros tuvimos tres. Era el invento fenomenal. Estás allí, tienes tu cerveza, la gente que fumaba, fumaba… 

Ahora cines de calle en València (es decir, que no están en centros comerciales) solo quedamos los ABC Park, el Lys, Cinestudio d’Or y nosotros.

- Tú que tendrás conexiones con colegas de otras partes de España. ¿En València esta pérdida ha sido más dramática que en otras ciudades? 
- No. De hecho, siempre que salen algunos datos, siempre solemos coincidir con la media de España. Aquí lo que hemos conseguido (pero no por nosotros, sino yo creo que por tamaño de ciudad o por lo que sea), es tener un cine solo de versión original. Después de Madrid y de Barcelona se ha intentado en muchos sitios y no se ha conseguido. Yo creo que aquí también se consiguió porque nosotros nunca le hemos pedido mucho al negocio. Los socios somos mi hermano, que tiene una ingeniería; yo, que soy arquitecto; y mi socio, que está jubilado. No somos una gran empresa ni nada así más al uso.

Hay veces que hay películas que, cuando programó, tengo la tentación de ponerlas… Intento evitarlo ahora. Pequé con Barbie, pero era porque la gente que conocía me decía que tenía un mensaje feminista y tal. Y la programé en cuarta semana.

- Y a toro pasado, ¿qué piensas de esa decisión? 
- Que fue una mala idea.

Foto: DANIEL GARCÍA-SALA

- ¿Cómo se programa? 
- Yo programo pensando en que la gente vaya y luego decida si le ha gustado mucho, le ha medio gustado o lo ha odiado, pero que nunca se sienta como engañada. Tampoco pongo familiares, ni cosas de estas de Navidad… En fin, intento poner películas que, de alguna forma, no sea igual cuando entras que cuando sales, Cuando sales puedes salir muy contento, llorando, o lo que sea, pero que te hayan contado alguna historia, que es lo bueno del cine. 

- Dos iniciativas que creo que han sido importantes para el cine en los últimos años. La primera son los cineclubs, que también tuvieron una época dorada en la ciudad de València, murieron del todo, y de repente ahora vuelven. ¿Qué es lo que te has encontrado en los cineclubs? 
- La gente está encantada. Tengo un acuerdo con la Universidad de València, y junto con el jefe del departamento de audiovisual, Manuel de la Fuente, procuramos que el profesor que va a llevar la sesión esté vinculado de alguna manera. Así, hemos podido traer a una profesora libanesa para contextualizar una película libanesa. Es un lujo. 

El cineclub antes de la pandemia. En ese momento, no sólo se ponía a tope, sino que no cabía nadie más. Ahora aún hay alguna plaza libre.

- ¿Tiene arreglo los datos de audiencia de los cines post-pandemia o vais a tener que acostumbraros a que las cifras nunca volverán a ser las de antes? 
- Yo creo que se va a recuperar, sí. Yo noto, y hay artículos que así lo apuntan, a que hay ciertos movimientos entre la gente joven. Por muy conectado que estés, empieza a ser un poco duro. Y como el cine tiene esa cosa que no solo que sales de casa, sino que te ríes con mucha gente, o lloras con mucha gente, y a la salida todo el mundo va comentando… Es una experiencia genial. Es verdad que se ha perdido bastante el hábito, pero si llegan buenas pelis, la gente volverá, aunque esté tardando más que la música o el teatro.

- La segunda iniciativa de la que quería hablar son los festivales de cine. La Mostra de València abrió el camino y ha habido otros festivales que se han celebrado aquí. ¿Qué supuso primero la confianza de la Mostra de hacerlo aquí y de qué manera cambia un festival de cine en la dinámica de los Babel?
- Hay un factor que pesó mucho en la decisión de celebrar La Mostra aquí y es que, en los casi diez días que está el festival, nosotros no estamos. Si la Mostra se hiciera en cualquier otro sitio (en un centro comercial, por ejemplo), tendrías las películas del festival a la vez que el blockbuster y habría un lío tremendo. Esto le ha dado mucho cuerpo a la Mostra. Nosotros (y bueno, todos los cines) caminamos a tener cada vez más actividad, con el evento. Nosotros llevamos hechos ya varios ciclos, por ejemplo. 

- Has sido presidente de la Asociación Valenciana de Empresarios de Cine durante 15 años. 
- Durante 15 años. Y ahora, como me estoy intentando dedicar un poco más a escribir y a dirigir cine, he pasado el testigo. Me han hecho quedarme de vicepresidente, pero solo en caso de emergencia.

- ¿Cómo se puede unir idiosincrasias de cines tan diferentes como los hay en València?
- Pues fíjate, hay una cosa que es muy curiosa y que además es un gustazo. El sector nos llevamos súper bien. De hecho, somos amigos. Otra cosa que ayuda es que en el cine hay una curiosidad empresarial, que es una cosa rarísima, y es que todos sabemos las cifras de todos por los datos de Comscore.

Foto: DANIEL GARCÍA-SALA

- Tú qué llevas siguiendo la actualidad de la cartelera durante casi cuatro décadas, ¿eres nostálgico, de los que piensa que el cine ha muerto? 
- En absoluto. En general, creo que cualquier tiempo pasado fue peor. Y en el cine… El otro día, cuando se repuso París-Texas, casi me caigo de la butaca. Puedes echar de menos algún clásico, claro. A mí me pasa con la comedia americana, que no ha vuelto a ser la misma. Por lo demás, en absoluto.

- Has dicho antes que te ha entrado el gusanillo de escribir y dirigir cine. ¿Qué te interesa? 
- He hecho cuatro cortometrajes con mucha suerte, porque tuve ayudas y también he hecho tres capítulos de una webserie. He tenido la suerte de hacerlo siempre con equipos profesionales. En mi primer cortometraje, el que menos sabía de todos era yo. Aprovechando la pandemia, tengo un largo de ficción y un largo documental escritos que estoy intentando levantar pero está muy complicado. Tengo unas ganas de rodar tremendas.

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