VALÈNCIA. Un artista pop que quiera pasar a la historia está obligado a hacer de la imagen –diseño, vídeo, fotografía- algo más que un acompañamiento para la música. Pet Shop Boys pueden dar clases magistrales sobre este tema. Las imágenes del dúo que forman Neil Tennant y Chris Lowe siempre tienen algo que contarnos. La vestimenta, las poses, el concepto. Todo está cuidado porque ha sido estudiado y meditado al detalle para que el resultado final comunique algo importante acerca de los artistas. Que se les vea difuminados en la portada de Hotspot, su último disco, quizá sea una alusión a su estado actual: dos creadores de música pop que ya han superado los 60 años intentando mantener el tipo. Después de cuatro décadas dejando huella, no es fácil hacerlo, al menos no sin contradecirse.
Pet Shop Boys son terriblemente británicos aunque no hagan versiones de los Beatles ni lleven camisetas mod como Liam Gallagher. De hecho, son el tipo de ingleses que le servirían a Liam Gallagher para hacer alguna demostración de humor grueso. Tennant y Lowe no son de tomar pintas en el pub, más bien son todo aquello que seguramente la Reina Isabel se muere por poder decir alguna vez antes de que sea demasiado tarde. Son refinada ironía y una pronunciación aterciopelada que a veces hace indistinguible la uve de la efe. Son una reacción a la actualidad –por ejemplo, se lleva el britpop y ellos meten percusiones de samba- y también a sus propias circunstancias. Si ya somos músicos de mediana edad, ¿por qué no hacer un disco enfocado a las pistas de baile? Si llevamos media vida riéndonos de los músicos que usan la política para darse importancia, ¿por qué no manifestar nuestro enfado ante el brexit o el auge del populismo? Los Pet Shop Boys también son fantásticos por quebrantar reglas que ellos mismos levantaron. Pero esas maniobras, para que salgan bien, hay que hacerlas en el momento adecuado. Si no, en lugar de una muestra de inteligencia podría parecer un acto de desesperación.
La música de Pet Shop Boys habla para todos los públicos pero está concebida desde la mirada gay. Eso ocurre porque detrás de la música hay alguien capaz de articular algo universal con determinadas idiosincrasias. Parte del poder que otorgan el éxito y la popularidad reside en eso: poder decir lo que quieres de la manera que quieres y que lo escuchen y lo vean millones de personas de cualquier nacionalidad, género u orientación sexual. Con la falsa indiferencia con la que se revisten, el dúo ha hecho de la apoteosis de lo marica una parte fundamental de su estilo. Han sublimado la ironía, la agudeza y las frases lapidarias en canciones, letras y actuaciones que merecen ser recordadas como hitos del pop. Se dice que George Michael fue la diana de ‘How Can You Expect To Be Taken Seriously?’, que más o menos venía a decir que si te subes a todos los carros se te ve el plumero. En 1994 Tennant y Lowe actuaron en la ceremonia de los Brit Awards e interpretaron su versión de ‘Go West’ –uno de los himnos de Village People- acompañados por un coro de mineros galeses, cuyos vozarrones entonaban la máxima de que había que ir al oeste (según el estribillo, que hoy no podría cantarse en ciertos colegios gracia sal pin parental, para disfrutar del paraíso homoerótico que en su día fue San Francisco), mientras Neil y Chris, ataviados con chubasqueros blancos –la prenda menos práctica para trabajar en una mina, bromearían después- reivindicaban a la clase obrera más castigada por los gobiernos conservadores de Inglaterra.
Da gusto verlos flanqueados por bailarines-soldados que en lugar de desfilar para un acto militar lo hacen como si estuviesen en una pasarela o conquistando una zona de cruising. La coreografía formaba parte de ‘The Sodoma & Gomorrah Show’, en la versión en vivo incluida en el DVD Cubism. Y qué decir de cómo se apropiaron de ‘Where The Streets Have No Name’ de U2. Sabiamente enlazada con ‘Can’t Keep MY Eyes Off Of You”, una canción de discoteca bailada hasta la saciedad en los clubs gays, el nuevo estribillo acaba diciendo que donde las calles carecen de nombre / no puedo apartar mis ojos de ti. Si a título personal hubiera de elegir una canción que comprima la majestuosidad de Pet Shop Boys, me quedo con ‘Being Boring’. En algún momento, alguien les criticó diciendo que eran aburridos y ellos contestaron escribiendo una canción titulada Ser aburridos. Y como es típico en ellos, nada más lejos del tedio que esa letra en la que la voz protagonista rememora los años de juventud y reflexiona sobre ellos con versos tan redondos como “cuando eres joven siempre te inspiras en los que al marcharse abrieron una puerta que se estaba cerrando”.
A los Pet Shop Boys los hemos visto vestidos de Yamamoto, gravitando sobre diseños escénicos de Zaha Hadid y siempre, siempre, contando con la firma de Mark Farrow en sus portadas, tal y como llevan haciéndolo desde 1985. En pleno apogeo de la saturación estética que vino con dicha década, Tennant y Lowe animaron a Farrow a que los presentara con una imagen minimalista con predominio del blanco, posibilidad que este ya había sdesarrollado en su etapa trabajando para Factory junto a Peter Saville. Contaba la pareja que el blanco se acabó cuando su discográfica de entonces les dijo que ya tenían demasiadas cubiertas de ese tipo. Antes de cerrar ese ciclo hicieron una más- por tocar las narices- y luego ya se lanzaron al mundo del tecnicolor. Si hay que elegir una cubierta de esa primera etapa que defina el espíritu de Pet Shop Boys, me quedo con la del álbum Actually. En ella ambos escenifican la antítesis de lo que dos estrellas deberían ser. Lowe mira a la cámara con una expresión que, más que seria, es retadora. A su lado, Tennant deja escapar un bostezo. Todo un comentario sobre la fama y el éxito. Algo así como, “me da igual si compras o no este disco”. Una apoteosis de estilo, de estilo marica, en concreto, que en muchas ocasiones es el que más importa.