Tras varios años de ausencia volví un 15M a callejear y patear las plazas y calles de la ciudad. El recorrido fue de menos intensidad al de otros años: Ayuntamiento, Mercado, Na Jordana, Pilar… prestando más atención a las novedades en movilidad, el decorado y los figurantes que a los propios ninots falleros. Del paseo me llevé una grata alegría de observar en pie a comercios de los de siempre, Albero, Frutos secos Merche, Cuchillería Nebot…
La ruta de las especiales solía hacerla acompañado de mi vigente pareja la nit que apenas els carrers estaban iluminados por falleros de las comisiones, algunos turistas y pocos lugareños a imagen y semejanza. Aperturaba en las escalinatas del Mercado Central, sin antes, apretarme un bocadillo de pan de horno, aliñado con aceite de oliva, y condimentado con jamón y tomate.
Este 23, nada tenía que ver con el pasado reciente, las plazas estaban ocupadas, eufóricas, enceladas, con un alto nivel de participación y con un público entregado a la fiesta. Dos factores han sido claves, el buen tiempo y el potencial turístico del Cap i Casal. Por lo menos el debate de reubicar el día de San Josep a lunes ha quedado zanjado al declararnos Patrimonio Inmaterial por la Unesco.
Recordar a los advenedizos que la fiesta la hacen los falleros, no los hosteleros. Y advertir que los posibles beneficios de la tasa turística, si se aplica, no solo deben recaer en los militantes de la fiesta, sino ampliarlos en favorecer de dotaciones los barrios y pedanías de la ciudad. Las Fallas también causan molestias y generan problemas a muchos de los vecinos. Lo matizo por alguna declaración que he leído, y que empieza a imitar a otra época popular que utilizaron electoralmente a la fiesta y al fútbol para revalidar en la urnas mayorías absolutas. Servir y no servirse. Nada nuevo. Pan y Circo.
Esta nit, la del foc, es una jornada mágica para muchos que culminará con la cremà de todos los monumentos infantiles y adultos. València arderá. València se levantará de sus cenizas. Y, València a golpe de vista de pájaro, desde la atalaya, parecerá aquella polis mitificada por la imaginación y letras de Homero. Y el rey de aquella Grecia clásica, Agamenón, en su desplazamiento por helicóptero por los cielos de la capital del Turia, no distinguirá Troya de València con todas sus figuras de madera ardiendo. Las Fallas de Sant Josep no son Caballo de Troya.
Pd: Felicitar a Exposición. Mestalla, t'estimem.
‘Una vez se quema, comienza la falla del próximo año’, dice la leyenda. Algunos de los artífices de los monumentos más icónicos sobre el espacio urbano cuentan qué hay de la resaca (emocional)