Arquitectura y patrimonio

PATRIMONIO ARTíSTICO-AMOROSO

Por el amor del arte: divulgar patrimonio en tiempos de podcast

  • Venus y Adonis pintados por Tiziano (Imagen: Wikimedia Commons/Titian)

VALÈNCIA. Ciento cincuenta y cuatro sonetos ven la luz, impresos por vez primera, en 1609. Thomas Thorpe, el editor, firma la dedicatoria, al desconocido “W.H.”: TO.THE.ONLIE.BEGETTER.OF.THESE.INSVING.SONNETS (al único inspirador de los siguientes versos). Así, con la fuerza y energía de las mayúsculas, se iniciaba uno de los mayores misterios de la literatura inglesa: la identidad de ese “apuesto y agraciado joven”, figura sobre la que versan casi todos los poemas. En los primeros sonetos, el escritor dirige su voz al joven, incidiendo en su belleza y advirtiéndole que debe afianzarla. De no hacerlo, su hermosura morirá con él (thy unused beauty must be tomb’d with thee; Tu belleza no usada irá a la tumba). Y un hijo le propone el poeta (Make thee another self; Haz de ti otro ser), para salvaguardar su lindeza. Pero astuto, William Shakespeare, receta otra fórmula de supervivencia, en uno de los sonetos más reconocidos, el XVIII:

When in eternal lines to time thou growest:
So long as men can breathe or eyes can see,
So long lives this and this gives life to thee.

(Mientras crezcas en versos eternos, y mientras los hombres respiren y vean, así vivirán estos, y a ti te darán vida)

Wow. Pervivir a través de la poesía, de la pluma de Shakespeare. Y es que “el arte otorga inmortalidad”. Así de rotundos lo afirman Juanra Sanz y Bernardo Pajares en las primeras líneas de “Pasiones creativas” (Aguilar, 2024), un libro escrito a cuatro manos, casi en formato epistolar, como cartas que van y vuelven con respuestas. ¡Qué romántico!

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