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microbiología y arte

¿Puede una bacteria restaurar una obra de arte?

  • Trabajos de restauración en la iglesia De los Santos Juanes (Foto: MARGA FERRER)
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VALÈNCIA. Todo trabajador ha soñado, alguna vez, con tener un pequeño duende que le haga las cosas. Una especie de esbirro que se encargue de las tareas más tediosas para que uno pueda centrarse en otros procesos. Este deseo, gracias a la ciencia, ahora se ha hecho realidad. La restauradora valenciana Pilar Roig junto a su hija Pilar Bosch, microbióloga, está empleando una bacteria que puede hacer parte del trabajo que haría un restaurador. Un pequeño microorganismo que limpia las capas de suciedad superiores de algunas obras de arte, esculturas y hasta fachadas. Esta bacteria no es bio deteriorante -es decir, no daña la obra- ni patógena -no perjudica a las personas que la manejan- se gesta en laboratorio y actualmente ya está “trabajando” en lugares como la bóveda de la real parroquia De los Santos Juanes. 

A través de los ojos y manos de Roig y gracias al manejo de la microbióloga Bosch madre e hija arrojan luz sobre el descubrimiento de este trabajador diminuto y su funcionamiento. Para comprender el motivo de este descubrimiento primero cabe desplazarse a Italia, de la mano de Gianluigi Colalucci, conocido por ser el responsable de la restauración de la Capilla Sixtina en el Vaticano. Cuando a este restaurador le invistieron como doctor Honoris Causa por la UPV coincide con Pilar Roig y Pilar Bosch y les comenta su trabajo en el Camposanto de Pisa. El trabajo de restauración se empleaba sobre obras que habían sido arrancadas de su superficie con cola: “Las pinturas estaban arrancadas con cola y le pidieron a él mismo que recuperara esas pinturas y las devolviera a Camposanto en buen estado”, recuerda Roig.

Uno de los procesos de bolimpieza de los Santos Juanes (Pilar Bosch Roig, Jose Luis Regidor Ros, Rosa Montes Estellés, Biocleaning of nitrate alterations on wall paintings by Pseudomonas stutzeri, International Biodeterioration & Biodegradation, Volume 84, 2013, Pages 266-274, ISSN 0964-8305)

Pilar Bosch, su hija, hizo una estancia en el Camposanto Monumental de Pisa para aprender que estaba haciendo el equipo de Colalucci y Giancarlo Ranalli, el microbiólogo con el que estuvo de postdoctoral en Italia. Es en ese momento cuando su investigación sobre bacterias puede comenzar a aplicarse para recuperar el arte. Tal y como lo explica Roig lo que hace su hija es “educar a las bacterias para que eliminen el producto que no le interesa”, en aquel caso la cola adherida a las pinturas arrancadas. “La cola es una especie de costra que no se puede eliminar de otra forma, pero esas bacterias aprenden en el laboratorio como alimentarse de este producto hasta eliminarlo”. ¿Y cómo saben lo que tienen que “comer”? Pues bien, se les educa para que generen unas enzimas que acudan directamente a las zonas perjudicadas con agar, un gel que atrae a la bacteria y que da humedad a las superficies para que actúen y que permite al restaurador controlar el proceso en todo momento. 

Bosch explica que estas bacterias son educadas a través de una especie de “dieta” dentro del laboratorio: “Las entrenamos dándoles de comer solo la sustancia que queremos eliminar, hacemos que generen las enzimas necesarias para que se nutran de esto”. Un ejemplo real es el que se lleva a cabo en los Santos Juanes, donde se emplea la bacteria para que se “coma” la cola animal envejecida que generó una mala restauración en los años 60: “Las educamos para que se alimenten sólo de esa cola, cuando las sacamos de laboratorio y las aplicamos en la obra ellas ya están entrenadas para limpiar solo a esa parte de la obra, nada más. Además se aplican de una forma muy controlada, vigilando los tiempos y a través de un gel”. Con esto una vez el restaurador -humano- considera que el tiempo de limpieza ya ha pasado lo que se hace es retirar al “esbirro” y así se finaliza el proceso.

Trabajos de restauración en la iglesia De los Santos Juanes (Foto: MARGA FERRER)Trabajos de restauración en la iglesia De los Santos Juanes (Foto: MARGA FERRER)

La maestra restauradora, Roig, añade que la forma de aplicación es muy sencilla, gracias a un pincel -después de la aplicación del gel- con el que se pueden cubrir las zonas afectadas y mientras tanto ella y su equipo pueden trabajar en otros procesos. “La ventaja enorme es que mientras la bacteria está trabajando sobre la obra el equipo puede hacer otras cosas, porque solo se está biorrestaurando”, algo que tal y como puntualiza Bosch también permite que se ahorre tiempo y coste de personal. Además de ser una bacteria que permite ahorro de energía, equipo y dinero también es ecológica. Bosch añade que la técnica es “no tóxica, ecológica y sostenible” con lo que resulta una compañera de trabajo perfecta: “Si en vez de esta técnica de limpieza utilizamos una física o química se pueden alterar otro tipo de materiales de la obra, pero con esta sustancia se limpia solo lo que queremos limpiar”. Otro dato curioso es que la jornada laboral de la bacteria suele durar un promedio de tres horas, hasta que se muere porque “ya ha terminado lo que tenía que hacer” y a diferencia de otro trabajador no siente remordimiento por otras posibles tareas pendientes.

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