Arte y fotografía

El Renacimiento de norte y sur que encontró en València el punto de encuentro

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VALÈNCIA. La Historia del Arte es una disciplina que se cuenta en plural. Por más que se trate de ordenar -cómo no podía ser de otra manera, por otra parte- en compartimentos, por épocas y estilos, por cada puerta que uno abre se le presentan dos o más caminos a elegir. Y así hasta lo fino que uno quiera hilar. El gran portón que hoy nos ocupa es el del Renacimiento en la pintura, una época marcada por una profunda transformación en las artes y las ciencias y que supuso la ruptura con el pasado medieval. Pero, como señalábamos al principio, esta historia va de plurales, de matices, de todas esas pequeñas y grandes historias que dan forma a ese epígrafe inicial.

En esas está en el Museu de Belles Arts de València (Mubav), que abre esta semana las puertas a su sala monográfica dedicada al Renacimiento, un nuevo espacio que reúne algunas piezas clave de su colección, entre las que se incluyen autores como Jheronimus van Aken ‘El Bosco’, del que se presenta el destacado Tríptico de la Pasión, o Sandro Botticelli, del que se incluye Retrato de Michele Marullo Tarcaniota, que presenta al poeta, militar y humanista de origen griego, que acabó viviendo en Florencia protegido por la familia Medici y rodeado de artistas y escritores. 

 

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Estos son dos ejemplos de una renovada sala en la que la pinacoteca dibuja dos líneas que rigen el relato: bienvenidos al norte; bienvenidos al sur. Estas dos puertas tienen todo el sentido, pues fue en ese norte y sur de Europa donde, en torno al 1500, coexistieron dos maneras de traducir esta renovación que dio forma al Renacimiento. Por un lado, el realismo flamenco de la mano de autores como Jan van Eyck o Rogier van der Weyden; por otro, el idealismo y recuperación de los ideales clásicos en Italia, marcado por figuras como Rafael, Miguel Ángel y Leonardo, en Roma. “Son visiones distintas de un fenómeno común”, explicó el director del Mubav, Pablo González Tornel, que presentó la sala junto a la secretaria autonómica de Cultura, Pilar Tébar.

 

Esta contraposición entre norte y sur es la guía el recorrido de la sala, que suma una quincena de piezas y que se abre enfrentando dos Ecce Homo, el primero de ellos del círculo del flamenco Albrecht Bouts, más realista y sombrío, con una gran atención al detalle, y el segundo del pintor Giovanni Antonio Bazzi ‘Il Sodoma’, uno de los principales representantes de la escuela de Siena y en el que se aprecia esa recuperación del ideal de belleza grecorromano. Este segundo es una de las obras destacadas de la sala, una pieza que cuenta con un ‘espejo’ en la Gallerie degli Uffizi de Florencia aunque, tal y como subrayó González Tornel, durante los trabajos de investigación y a través de infrarrojos se ha desvelado en la ‘valenciana’ el dibujo que esconde y que demuestra que “estaba experimentando”.

 

València como punto de encuentro

 

Ese norte y sur se puede explicar desde una València que fue entonces un punto de encuentro por su posición geográfica y un “crisol” desde donde “se podía ver y ofrecer de todo”. Y es que en esas numerosas puertas que ofrece la Historia del Arte está la que tiene que ver con los propios artistas y el hecho pictórico, pero también las de un coleccionismo y mecenazgo que provoca viajes y fomenta carreras. En este segundo apartado se enmarcan algunos de los relatos en los que València es protagonista y que, en última instancia, han terminado por configurar esta nueva sala de la pinacoteca. 

 

Uno de los ejemplos que ponen negro sobre blanco la posición de València como punto de encuentro estilístico es la inclusión de piezas como La Virgen con el Niño Jesús, de Antonio di Benedetto Aquili ‘Antoniazzo Romano’, o la Flagelación de Cristo del obrador de Vrancke Van Der Stockt, que fueron adquiridas entonces por el convento de San Francisco y el convento de Santo Domingo respectivamente, demostrando el apetito que había por distintas maneras de pintar. La Virgen de las Fiebres. de Bernardino di Benedetto di Biagio ‘Il Pinturicchio’, es otro de los ejemplos de esos puentes que contaron València, en este caso, con Roma y gracias al mecenazgo de la familia Borja.

 

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Una de las piezas principales de la sala es el Tríptico de la Pasión de El Bosco, que procede de la colección de Mencía de Mendoza, “probablemente la mujer más cultivada del siglo XVI español”. Fue tras su casamiento con el duque de Calabria que se convirtió en virreina de Valencia, siendo el convento de Santo Domingo donde se dispuso el enterramiento de sus padres y el suyo propio, en una Capilla Real que fue dotada de un rico ajuar artístico en el que se incluía esta pieza. 

 

Esta inauguración se enmarca en un proceso mayor de renovación de los fondos del museo, un cambio en el modo de presentar las obras que ha visto la apertura de salas dedicadas a autores como Joan de Joanes o al manierismo. El proceso seguirá, previsiblemente este año, con la remodelación de dos nuevos espacios con los que se va completando el relato de la pinacoteca, la dedicada a la eclosión del Renacimiento en España y al arte de la Contrarreforma.

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