Arte y fotografía

En la despensa de Juan de Zurbarán o Luis Meléndez

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VALÈNCIA. Un pollo. Granadas, uvas y naranjas. Pescado. Dulces variados. No es la lista de la compra de la semana –aunque podría serlo– sino los elementos que protagonizan la nueva exposición del Museu de Belles Arts de València, que abre sus puertas esta semana a Colección Masaveu: objeto y naturaleza. Bodegones y floreros de los siglos XVII-XVIII, un proyecto que pone el foco en un género “que muchas veces era entendido como menor” y que ahora se reivindica. “Los grandes clientes escogían sobre todo pintura religiosa o retrato. Esta es una producción más minoritaria […] y muy valorada por escasa”.

 

Así lo expresó el director de la pinacoteca, Pablo González Tornel, durante la presentación de la exposición, que contó con la participación de la secretaria autonómica de Cultura, Pilar Tébar; el secretario del Patronato de la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, Álvaro Sánchez, y el comisario Ángel Aterido. Esta es la tercera colaboración entre el museo valenciano y la fundación, una muestra que viene precedida por una primera exposición en el marco del Año Sorolla y una segunda que permitió ver en la sede de la entidad una buena selección de los fondos del museo.

 

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“Estos viajes entre València y Madrid nos han permitido hacer cosas muy hermosas”, incidió el director. Si habrá o no un cuarto encuentro está todavía por ver, por lo pronto el museo acoge desde hoy una rica selección de entre los fondos la colección privada, una exposición que se ha podido ver antes en Sevilla o Madrid y que ahora llega a València con la inclusión de varias piezas recientemente adquiridas que no se habían visto antes en España y con las que se amplía el arco internacional del proyecto, de entre las que destacan especialmente Salvilla con melocotones y uvas de Panfilo Nuvolone, y Guirnalda de rosas y claveles, del flamenco Christiaan Luyckx.

 

Este viaje pictórico y gastronómico nos lleva a la última década del siglo XVI, cuando se documentan las primeras naturalezas muertas españolas, un recorrido que comienza, precisamente, con una mirada que amplía el marco, con una pintura que muestra a un artista pintando un bodegón. “Hay un cambio en la forma de mirar lo cotidiano […] Algo que es presuntamente vulgar acaba siendo sofisticado”, destacó el comisario de la muestra. Efectivamente, aquello cotidiano, alejado de lo divino, se convertía en centro de la creación artística, con piezas que presentan de forma detallada piezas de caza, vegetales o alimentos elaborados.

 

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Esta despensa está reflejada en las bellas pinturas de Juan de Zurbarán, con Bodegón con cesto de frutas, o de Juan van der Hamen y León, con Bodegón con floreros y cesta. Más tardías son las pinturas de Luis Meléndez, del que se presenta las sugerentes Bodegón con besugos, naranjas, condimentos y utensilios de cocina o Bodegón con carne, huevos, tomates y sartén, piezas que hablan de una nueva forma de ver y entender el medio natural, más cercana a los saberes científicos. No en vano, Meléndez fue el encargado de realizar una serie para el Gabinete de Historia Natural del Príncipe de Asturias, el futuro rey Carlos IV.

 

Esta muestra propone un recorrido de siglo y medio por el bodegón español en casi medio centenar de obras de algunos de los más renombrados artistas consagrados al género, entre los que se abren paso otros nombres como el de Alejandro de Loarte o las flores de Juan de Arellano, una “ exquisita” colección de naturalezas muertas que supone “una de las más ricas del Siglo de Oro español”, destacó el director del Museu de Belles Arts.

 

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