CASTELLÓ. Reconoce Mariano Poyatos que la decisión de abrir una galería de arte en plena naturaleza vino motivada por su salud. Al ceramista le recomendaron buscar trabajo en un lugar de clima seco y acabó instalándose en la vaguada de Collblanc, muy cerca del municipio de Culla. Fue, así, escapando de la ciudad que terminó por alzar un espacio multidisciplinar junto a varios amigos- entre ellos Rafael Galindo, Pepe Beas o Vicente Flor- en este entorno rural. Un proyecto que, pese a su distanciamiento con los principales núcleos culturales, pronto depararía en algo más. Espai Nivi Collblanc lleva abierta nada menos que 15 años, habiendo acogido a no pocos artistas y público.
Su apuesta por la naturaleza viva, también en exposiciones, ha generado el interés de creadores tanto nacionales como internacionales, pero además, ha participado Collblanc en varias ferias de arte como Art Bassel (Suiza); Sculto (Logroño); Marte (Castelló) y Art Madrid (Madrid). Un deseo por empaparse de nuevas disciplinas que le ha llevado a crear su propia identidad desde el interior de Castellón. Con todo, Espai Nivi ha visto reforzado su equipo con la reciente incorporación de Alejandro Mañas García, quien se encarga de llevar toda la parte artística. En el caso de su 15 aniversario, ha abierto la temporada Juan Falcón y su interpretación de la "infoxicación" que vivimos.
I. Alzar una galería en Culla
-¿Cuál es la clave para que un proyecto como Espai Nivi perdure tanto tiempo?
-Mariano: Trabajar. Es de lo único que sé. Empecé a creer en este proyecto desconociendo mucho, casi todo prácticamente. Tenía una referencia que era la Galería Cànem. Me gustaba mucho su obra, había artistas que me parecían maravillosos. Pero luego me fui alejando, porque no era el modelo que yo quería seguir. Yo quería estar con los artistas. Y así fue como, de una forma u otra, a base de muchos errores, empecé a canalizar contactos y relaciones con artistas fantásticos y ello me permitió crecer. Empezamos a crear un espacio, a crear nuestra propia colección.
-Alejandro: La parte humana es lo que ha hecho grande también el espacio. Desde 2008 que se inauguró, se plantó esa semillita que ha crecido como un árbol que ahora se comparte con todos. No es una galería al uso, donde entras, ves las obras y te vas. Te abren la puerta de su casa y lo importante allí es el contacto, que el conocimiento pase de una persona a otra. Esto ha sido una parte fundamental.
-Si echa la vista atrás, ¿cambiaría algo?
-Mariano: Cambiaría yo. En el sentido de haber sido, quizás, más ambicioso y más materialista y no haber estado tan entroncado dentro de lo que es el ritmo poético de la galería y la admiración que siento por todos los artistas que creyeron en este proyecto. Eso cambiaría, pero no disfrutaría tanto. En ese caso, prefiero seguir como estoy ahora, ya con un aprendizaje mucho más centrado en el arte contemporáneo del siglo XXI, sin desechar para nada el resto del arte.