VALÈNCIA. El Museu de Belles Arts de València (Mubav) es un museo contemporáneo. También. La pinacoteca cuenta con una nutrida, aunque quizá menos conocida, colección que abarca buena parte del siglo XX, un listado de piezas de autores como Eusebio Sempere, Jacinta Gil o Equipo Crónica, que con El Alambique firma el final cronológico de la colección. Fue bajo el mandato de Felipe Garín cuando se formularon las principales adquisiciones en este ámbito, antes de que entrara en juego el Institut Valencià d’Art Modern (IVAM), que abrió sus puertas en 1989, aunque no por ello el primero quiere descuidar o dejar de lado sus fondos más actuales.
Esta puesta en valor pasa una gran exposición que abrirá sus puertas en 2026, un proyecto comisariado por su director, Pablo González Tornel, centrado en la producción de posguerra, y, también, con una batería de nuevas incorporaciones a la colección mediante las que engrosar el final cronológico de su relato. María Blanchard, Aurora Valero y Juana Francés son las firmas que dan forma al futuro del museo, unas nuevas incorporaciones que, al mismo tiempo, dan respuesta a una cuenta pendiente y continuada en los grandes centros de arte: la de ganar espacio para las artista mujeres, infrarrepresentadas en pinacotecas de todo el mundo.
“Es muy complicado que nosotros podamos crecer en el ámbito de mujeres artistas en lo que llamamos el ámbito de los maestros antiguos o de alta época porque estamos hablando de muy pocas autoras y con poca producción, lo que hace que los precios sean muy elevados. La cosa cambia cuando llegamos al siglo XX al abrirse el campo y permitirse el acceso a pintoras a as escuelas de Bellas Artes y el ejercicio profesional”, reflexiona González Tornel. “El siglo XX es, además, muy significativo. Hay una progresiva apertura. Al final, hacer una historia de la pintura del siglo XX sin mujeres es falsearla, porque sí que estaban, firmaban sus obras y las podemos buscar, contribuyendo al desarrollo de grupos como El Paso o Parpalló en el caso español”.

- La fillete à la soupe, María Blanchard. -
La fillete à la soupe (1924), de María Blanchard, es una de las principales piezas con las que el Museu de Belles Arts de València amplía sus horizontes, en este caso de la mano de la pintora “más significativa, junto a Picasso, de lo que se llamó la vuelta al orden”, relata González Tornel. Si bien Blanchard militó activamente en el cubismo, en el periodo de entreguerras optó por la vuelta al arte figurativo, aunque lejos de la pintura realista que seguía reinando en muchas círculos artísticos.
La pieza, adquirida por el Ministerio de Cultura para el museo, presenta a una joven que come sentada ante una mesa sobre la que descansa una servilleta doblada, un pedazo de pan o un vaso, un bodegón que recuerda precisamente a su universo cubista, mientras que la chica retratada reproduce algunos de los rasgos habituales en la obra de la artista, de rostro redondeado y mirada perdida.
Profundamente marcada por sus distintas estancias en París, donde afianzó conexiones con artistas como Diego Rivera, Blanchard es una firma indispensable para hablar de la vanguardia europea. Al tiempo, con la incorporación de esta pieza el museo quiere completar una “laguna” que tiene que ver con esos años 20 y 30 clave para entender la reformulación de la pintura figurativa tras el cubismo.
El de Juana Francés es otro de los nombres que sigue ganando presencia en el museo, en este caso con la adquisición de un bodegón de 1949 pieza por parte de la Generalitat Valenciana. Pionera del informalismo abstracto y única mujer del emblemático grupo El Paso, la pintora fue reconocida de manera notable, especialmente en el inicio de su trayectoria, aunque, explican desde el museo, olvidada por la historiografía del arte.
Su figura, con todo, ocupa ahora un primer plano en el circuito artístico con proyectos recientes como la gran exposición que le dedicó el IVAM y el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante (MACA). Es el Museu de Belles Arts de València el que también continúa con esa tarea de puesta en valor de la obra de Francés con la adquisición de una pieza que presentó en 1951 a la I Bienal Hispanoamericana de Arte celebrada en Madrid, un bodegón que reúne la esencia experimental de la creadora.

- Autorretrato, Aurora Valero. -
La colección contemporánea del museo continúa creciendo con la donación de una obra de Aurora Valero, de la que en 1968 el Ministerio de Cultura ya adquirió su obra Conjunto nº2. Su presencia en el museo valenciano crecerá ahora con la incorporación de un autorretrato fechado en 1957, cuando la autora apenas tenía diecisiete años, una pieza en la que la artista demuestra una madurez sorprendente y donde se percibe una mirada “introspectiva y poderosa”.
En esta pintura la artista se muestra de frente con un rostro anguloso que remite al expresionismo alemán y a las máscaras africanas que tanto influyeron en Picasso, una pieza marcada por una vibrante paleta dominada por el amarillo y el azul. En la obra se reivindica como artista, consciente de su rol, ataviada con una bata de trabajo y sosteniendo una paleta.