Arte y fotografía

Más de 40 artistas hacen una radiografía emocional y profesional de la 'huella' de la Dana

  • Hugo Martínez Tormo
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VALÈNCIA. “Se han borrado en pocas horas años de trabajo de las artistas de l’Horta Sud”. “La situación nos empujó a salir del aislamiento, a compartir más que solo espacios o recursos: compartimos preocupaciones, aprendizajes y formas de resistir”. “Aún con todas las dificultades no he parado”. Estos son solo algunos de las decenas de testimonios que en estas últimas semanas han ido recopilando desde el Centre del Carme (CCCC), con la colaboración de la asociación AVVAC, en lo que supone un ejercicio de reconstrucción de la memoria y efectos que tuvo la fatídica riada del pasado mes de octubre entre los artistas visuales que viven o trabajan en las zonas afectadas. 

 

Las frases que encabezan este artículo corresponden, por orden, a los artistas Lucía Hervás, Rebeca Plana Perpiñà y Juan Carlos Nadal, algunas de las muchas voces que dan forma a un proyecto que abrirá al público las puertas de aquellos espacios no habituales para los visitantes de los museos, público que podrá acceder a la experiencia íntima y espacio de trabajo de unos creadores que, muchos meses después, tratan de recuperar una normalidad que sigue resistiéndose.  

  • Lucía Hervás en su taller -

Estas voces se reúnen en el proyecto La huella de la Dana en la práctica artística, que abrirá sus puertas en el CCCC el próximo 17 de octubre, un proyecto que parte de una intensa investigación y que ha dado como resultado un serie de registros audiovisuales -tomados en sus talleres o en espacios significativos para los artistas participantes- que dan cuenta de la experiencia del último año. El objetivo de la exposición, pues, no es exponer las obras de los artistas, sino reflexionar conjuntamente alrededor de los efectos de la Dana en las artes visuales y poder encontrar respuestas a las preguntas que se abrieron al inicio de este proceso. 

 

Un sector vulnerable

 

Estos testimonios hablan de un presente que tiene mucho que ver con el pasado, una situación de urgencia -o emergencia- que, como han alertado en distintas ocasiones desde las asociaciones profesionales, ha sido más compleja en tanto que las propias condiciones desde la que operan los artistas están marcadas por una palabra: inestabilidad. “Retomar la práctica fue una forma de reclamar mi lugar como artista, en un contexto profesional marcado por la precariedad y el pluriempleo, donde muchas veces nos vemos obligadas a postergar lo propio”, relata María Martín Gallego en uno de los testimonios recogidos. “Esta vuelta fue también una toma de conciencia sobre la vulnerabilidad del sector, sobre cómo los desastres naturales pueden agudizar desigualdades ya existentes. Desde ese lugar, priorizar mi carrera se convirtió en un acto de resistencia y afirmación”.

 

En este sentido, la Dana afectó de lleno a los planes de los artistas y, también, a la propia agenda cultural. El propio Juan Carlos Nadal tuvo que dar un vuelco al proyecto que tenía planteado inicialmente para Fundación Bancaja, una muestra de obra reciente que, ante la imposibilidad de realizarla, acabó tomando la forma de Cos d’aigua, una retrospectiva en la que se incluyen muchas piezas que ha ido rescatando y limpiando en estos meses. Con todo, y aunque sea por obligación, esta situación ha abierto nuevos caminos de creación, un contexto que no se puede entender aislado de una práctica que continúa, aun siendo afectada por el contexto de la riada. “Al tener que empezar de cero me estoy interesando por materiales diferentes y que no ocupen tanto espacio o puedan trasladarse fácilmente. También me estoy interesando por la imagen como medio de nuevo y me planteo la obra por proyecto, en líneas más amplias y más interrelacionadas”, relata Raquel Garín.

  • Rebeca Plana Perpiñá (izq.) y Raquel Garín (dcha.) -

Red de apoyo

 

Otra de las cuestiones que señalan varios de los artistas entrevistados es la generación de esa red de apoyo que, en este caso, ha sido clave para poder retomar la actividad, unos vínculos que van desde lo íntimo hasta lo colectivo. “Aún sin tener taller ni vivienda he ido pidiendo favores a amigos y conocidos o buscando apoyos en entornos profesionales para poder disponer de algún espacio donde poder trabajar”, explica Hugo Martínez Tormo. “El sector ha experimentado más red y se han abierto mesas de discusión, ayudas que han favorecido la toma de contacto”, apunta por su parte Rosangela Aguilar.

 

Todos estos testimonios –y muchos más- dan forma a La huella de la Dana en las prácticas artísticas, que no se plantea como una exposición al uso, sino como un espacio de reflexión colectiva y análisis, una muestra en la que no se expondrán piezas sino que servirá de puente comunicativo entre el visitante y el artista para conocer los efectos de la riada en su día a día. La muestra se completa con un programa público que incluye distintas acciones culturales, así como la visita y participación de profesionales del ámbito cultural y representantes de residencias artísticas de Madrid o Barcelona y residencias internacionales.

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