VALENCIA. Esto ya ha empezado, así que dense por enteradas -y enterados- de que están invitados -e invitadas- a disfrutar de su propia ciudad: desde ayer y hasta que empiecen las peripatéticas fiestas de Halloween, la tradicionalmente degradada urbanidad de Valencia convivirá con los más indefinibles artistas. Se trata del Festival Intramurs, que tiene lugar entre las invisibles murallas que en 1865 derribó don Cirilo Amorós para dar trabajo a los obreros afectados por la crisis de la seda.
Intramurs es un impulso que nació el pasado año, en plena precariedad económica, con unos objetivos que estaban por encima de sus posibilidades. Sin dinero. Pidiendo favores. Con presupuesto cero. De forma colaborativa. Y no había más que proponérselo para que se enrollaran, porque ellos sí tienen esa actitud positiva que piden en las empresas modernas y que tanto les cuesta hacer aflorar.
Las reglas de esta relación arte/ciudad que lleva ya dos sonadas ediciones no están impuestas sino propuestas, en continuo cambio. ¿Es esto anti-sistema? Puede que sí y también todo lo contrario: el Intramurs de ahora no sería posible sin ayudas y el apoyo incondicional de la hostelería y los comercios del barrio. Del patrocinio de la cerveza (Alhambra, por cierto), el vino, los bares de tapas y restaurantes. De la colaboración de los dueños de los viejos caserones, palacios, los solares, las casas con balcones y todos los recursos urbanos del barrio del Carmen y aledaños. Los tienes a todos con su distintivo en la web y en ese plano que tiene dibujada una diana y que está repartido por todas partes. Son tantísimos los itinerarios, los artistas, las fiestas, las performances, los espacios, que te aconsejo planear antes tu visita y teclees #Intramurs para irte enterando de lo que se vive en el momento.
Pero bueno, como estamos en una sociedad capitalista liberal moderada, antes de empezar con la crónica de la presentación del festival y su fiesta de inauguración, tengo que recordar que esto no es una sección de cultura, sino las extrísecas lineas de sociedad. Por eso me pasé primero por una de las instituciones fundamentales de Valencia: nuestra boutique modélica, Loewe de la calle Marqués de Dos Aguas, conducida por su encantadora store manager, Montse Salamanca, acompañada por Vicente Alabau de E.C.I., que mostraron la colección de otoño-invierno entre delicados canapés y bombones a nuestra ignífuga Mayrén Beneyto; también estaba mi rival en su delicadamente conservadora sección de El Mundo “La hora del té” que recomiendo fervientemente, Begoña Clérigues, los señores de Rojas Cárdenas y los señores de Laínez. Había unas modelos anónimas, cuyas caras lánguidas y elegantes evocaban a las de las galeristas de arte contemporáneo, que paseaban por la tienda esos vestidos exclusivos de la veterana marca de lujo para los closets más exigentes.
Aunque mi clothig style es más socialdemócrata, yo llevaba un inusual traje y corbata pues venía de presentar los Premios Incorpora de la Caixa con los que su fundación social estimula a las empresas que se preocupan de integrar a personas con especiales dificultades para acceder a un trabajo. Es un evento que siempre acaba siendo emotivo porque reúne a los técnicos de inserción y a las empresas. Durante el acto pudimos conocer a Félix, un hombre con problemas auditivos, padre de una hija, que había conseguido gracias a este programa un empleo; me refiero a un empleo fijo, algo que todavía muchos estamos soñando y más los que no consiguen ni uno eventual por los tabúes sociales que implica tener alguna limitación.
Por cierto que la Caixa cumple ya cien años de labor social, ayudando ahora a desarrollar la Responsabilidad Social Empresarial, algo que en estos tiempos debe ser esencial. Así lo recordó el brillante Paco Álvarez, que se “desjubiló” voluntariamente para emprender la dirección general de Economía Social de la Consellería de Economía, aludiendo al interés por la recuperación de los valores sociales en Europa. Le acompañaban en la mesa presidencial el alcalde de Burjassot, Rafa García, y Marc Simón y Francisco Álvarez, director del área social de la Caixa y director de instituciones de la Comunidad Valenciana de CaixaBanc, respectivamente.
A pesar de mi artrosis de cadera aún me dio tiempo para pasarme un momento por el establecimiento del abogado Francisco Alanzor y Manu Ragull, el Lotelito, donde entre un montón de gente que ocupaba el carrer de Virués, reconocí a Rafael Moreno, excelente peluquero y maquillador de Edurne y Mónica Naranjo, que según se rumorea son cantantes, también a Rafael Maluenda, director de Cinema Jove, Silvia Clavel de Teatres y Vicente Sánchís de la SGAE.
De allí salí, convencido de que la máquina del sistema capitalista se engrasa con sabrosos pinchitos, y corrí, al fin libre de ataduras sociales, a la presentación de Intramurs para defender la causa de los artistas. Al primero que me encontré fue al productor Pedro Pastor que bajó de su moto para acompañarme, bajo los lemas de las banderas piratas del equipo Democracia, al interior del museo L´Iber de los Soldaditos de Plomo, donde se había dado cita media facultad de Bellas Artes con media facultad de Arquitectura. Estuvimos todos acogidos bajo el techo de la familia Noguera. Alex Noguera, además, es uno de los impulsores de Valencia como Capital de la Seda.
En primera lÍnea, escuchando la máquina sonora del equipo artístico holandés Bosh & Simons -recomendado a los que tenemos acúfenos- estaba nuestro amado nuevo director de Cultur Plaza, punto de referencia de la información cultural de la ciudad, Eugenio Viñas junto a la fotógrafa Eva Máñez haciendo acopio de imágenes para nuestra fotogalería y que participa con su foto a la calle y en el proyecto expositivo de personajes fascinantes Qui és qui con Vicent Molins. Salvia Ferrer, la directora del festival, estaba con sueño de tres meses, pero sin estrés, blandita y suave como un pincel. La acompañaban Elena Battaglia, que se encarga de los talleres; Carlos Llavata, creador de la tendencia de los collares-ladrillo, que organiza las performances; Sergio Pinto, que conocí en la revista Canibal, que está con los proyectos de poesía ; Clara ICardo, que lleva el MiniIntramurs, para mostrar el arte a los niños; Domingo Mestre, del área de artistas; también estuvieron participando el multidisciplinar Héctor Canonge; el multifacético Alfredo Llorens y el fotógrafo Carlos Daniel Gomero. Y el abogado multigestor Carlos González Triviño, que igual se promociona a unos Pinazo como se viene a estos saraos.
Acudió la artista en seda Inma Mañes, que con Isedas desfilará por la intervención de Monique Bastiaans en la Plaza de la Virgen junto a las propuestas de Julia Rubio y Zurh, una intervención que abre por primera vez la emblemática plaza a actos públicos no sacros. Después, el artista Jaime Vallaure nos condujo por las calles hacia el espacio Ideo donde tuvo lugar la fiesta, explicando cómo son los muros invisibles de la ciudad y cómo iluminarlos para que puedan apreciarse sus detalles.
Se congregaron infinidad de mujeres cañeras, tíos interesantes, todos artistas, algunos teñidos de rosa, con pantalones de cuadros, negro oscuro con labios rojos, coletas, gorras, niños en brazos, muchas zapatillas deportivas: estaba Isbel Messeguer, ya recuperada y guapísima, que hoy sábado realiza su metáfora soñada de Más Apretadas que con Licra, con modelos pintadas y calzadas con peúcos hechos exprofeso por la madre de Mavi Escamilla; la performer-fotógrafa Meritxell Quevedo; la artista vallisoletana Judith Álvarez García; un chico con el pelo rosa; Ángel Pardo, diseñador esbelto de barba blanca; el pintor Rafa del Corral; María Castillo, actriz de improvisación; Insulina Pelayos (Pol Coronado y Jorge Carla Bajo) me contaron que han expuesto este año una braga negra gigante, mucho más sofisticada que la anterior, en la calle que hay detrás del Centre Octubre; acudió también el escultor Luis María Perales; el diseñador Vicent IsPop: el artista del monologo José Miguel Kandijky; Karina Vagradova y el escritor Oscar Mora; Ramón Espacio, pretendido acompañante de Consuelo Císcar, que tiene ha hecho una intervención con Carles Solís sobre una fotografía de Biel Aliño, dentro de la convocatoria contra la ley mordaza de Intramurs en el solar Corona. Toni Cosín, que se encarga de los gestores culturales privados; Fernando Ibáñez, de Ética Patrimonios; el músico Mario Mateu y también la enigmática belleza de Rocío Serra, hija de Ramón Serra y Tola Giner
La fiesta -en ese solar como de película neorrealista de Espacio Ideo- estaba decorada con bombillas de iluminación fallera de Luzifer Lamps y lazos de colores anudados en cuerdas. Los presentes enloquecieron bailando con Miss Yuls el tema Acalorado estoy de Los Diablos e incluso me parece que hasta creí percibir que había gente con ganas de follar, lo cual augura que las próximas fiestas del jueves, viernes, sábado y domingo próximos, junto con las propuestas artísticas, van a ser un nuevo éxito moral, de público, de felicidad y de amor en la ciudad. No hagan caso a Mario Vaquerizo cuando dice “Si todo es gratis se va a la mierda”, no tiene ni idea de lo que es el amor ni siquiera al arte.