De grafitear la taquilla de la facultad a recibir una beca para intervenir los muros universitarios con arte urbano, atentos a la nueva convocatoria del festival Poliniza
VALENCIA. Adentrarse en la penumbra de una sala llena de taquillas con graffitis y descubrir a un compañero de clase spray en mano pintando desde la clandestinidad ya no es más que un recuerdo nostálgico de aquellos que antaño estudiaron en la Facultad de Bellas Artes de la Universitat Politècnica de València (UPV). La imagen pertenece a un pasado no tan lejano en el cual surtió efecto una fórmula que aproximó el arte urbano a las aulas rompiendo prejuicios y abriendo mentes. Aquellas viejas taquillas marcaron un hito, un momento importante en el desarrollo de un proceso mediante el cual se decidió incluir al arte urbano en vivo, acercarlo de forma intencionada al ámbito académico en vista de que quedaba patente que estimulaba a los estudiantes. Hoy los sigue estimulando y la universidad fomenta el fujo de obras efímeras en sus muros acotadas en el marco de un festival que cuenta con una decena de ediciones y que se prepara para celebrar su undécimo encuentro: Poliniza.
La UPV, a través de su Área de Actividades Culturales, organiza una vez más el festival Poliniza, que estrecha las relaciones entre arte urbano y universidad, apostando por el hecho de que éste sea un estímulo para los estudiantes que transitan y disfrutan las instalaciones universitarias durante su periodo de formación. Dentro del programa de actividades de Poliniza Dos 2016 (Trobada d’Art Urbà) se lleva a cabo un encuentro de intervenciones de pintura mural subvencionadas; entendiendo ésta como aquella pintura realizada sobre un soporte arquitectónico y que se relaciona plástica y simbólicamente con su entorno urbano, en este caso concreto ubicado en el entoKrno universitario.
La convocatoria está abierta para cualquier artista interesado en participar en la misma de manera individual o colectiva, sin límite de edad, aunque sí ha de ser mayor de edad, ni nacionalidad. El plazo de inscripción y presentación de solicitudes termina el próximo 8 de abril de 2016, todavía se está a tiempo de participar. En caso de ser finalmente seleccionado por el jurado, se realizará una intervención pictórica desde el 16 al 20 de mayo de 2016 ambos inclusive cada día entre las 10.00 y las 18.00 horas, sobre los muros habilitados a lo largo y ancho del campus.
Otorgan 600 euros a cada artista para desarrollar su proyecto, una beca modesta pero digna que apuesta por poder abarcar un número mayor de becados en vez de dotar de varios miles de euros a un único ganador, procedimiento bastante loable y democrático. La organización asume, además, los gastos de desplazamiento, alojamiento y manutención de los artistas seleccionados. Asimismo, se proporcionará los materiales necesarios para la realización del proyecto, según las bases disponibles en: http://www.upv.es/poliniza/pdf/BASES_POLINIZA_DOS.pdf
Las dependencias en las que se llevará a cabo cada intervención vienen a ser parecidas a las de ediciones pasadas aunque pueden variar. En la edición anterior se pudo intervenir directamente sobre diecisiete muros del campus (uno de Rectorado, tres del Ágora, once de la propia Facultad de Bellas Artes y dos de de la Escuela Superior de Ingeniería de Edificación). En total más de setecientos metros cuadrados destinados de nuevo a albergar distintos trabajos artísticos de presencia efímera (un año) pero rotunda y muy sugerente.
El año pasado con motivo del décimo aniversario de esta iniciativa tuvo lugar en la sala de exposiciones de Rectorado una gran exposición comisariada por Joan Bautista Peiró y Juan Canales, además coordinadores del festival, “10×10 Poliniza” consistente principalmente en alrededor de 900 fotografías realizadas por Kike Sempere durante las nueve ediciones precedentes del festival. La muestra conmemorativa recorría la historia del festival incluyendo además de las imágenes tomadas por Sempere una veintena de obras pertenecientes al Fons d’Art i Patrimoni UPV realizadas por artistas que en su día participaron en el festival como Escif, Dinorah, La Robot de Madera, Charkipunk, Cere, Lolo, Dulk, Said Dokins o Hyuro, así como una selección de objetos vinculados al arte urbano. El festival destaca por su internacionalidad, ya que desde sus comienzos ha participado más de un centenar de artistas de catorce países diferentes, a saber, Italia, Alemania, México, Países Bajos, Francia, Colombia, Cuba, Ucrania, Polonia, Chile, Bélgica, Argentina, Rusia y España.
Otras iniciativas han impulsado el arte urbano en el ámbito universitario con fines didácticos como por ejemplo dar presencia a los grandes olvidados de la ciencia a través de graffitis en espacios de la Universidad de Córdoba y asociados en colaboración con la misma. En 2015 seis murales compusieron la actividad "Ciencia Clandestina", destinada a recordar la importancia de personalidades que a lo largo de la historia han ido viendo su papel relegado a un segundo plano y sin embargo fueron intelectuales, inventores o pensadores clave. Retratos de Alfred Russell Wallace, naturalista inglés que junto a Darwin describiera la Teoría de la Evolución de las Especies; Rosalind Franklin, científica británica pionera en el desarrollo de la cristalografía, José Francisco Tello, eminente histopatólogo y bacteriólogo, y Jocelyn Bell, descubridora de los púlsares, fueron los protagonistas de tal evento.
La Universidad de Toronto en Canadá planteó durante septiembre de 2015 una colaboración con artistas urbanos para realizar un enorme graffiti en plena ciudad de Toronto que transmitiera el espíritu del nuevo Centro de Ingeniería Innovación y Emprendimiento (CEIE) durante su construcción. El imaginario de las obras reflejaba la rica historia y el impacto global que ha tenido a lo largo del tiempo el trabajo de ingenieros provenientes de la Universidad de Toronto, animando a entrar en terreno investigador y a matricularse en Ciencias Aplicadas promoviendo una mejora de la imagen de su facultad.
Si la fórmula funciona y podemos apreciar iniciativas de semejante índole en otras universidades españolas y en otros países por algo será. Y es que el arte urbano proporciona nuevas formas de entender una ciudad, a la vez que abre amplios debates sobre el arte y sus límites (o no límites), el espacio público y el desarrollo urbano en una gran variedad de contextos. El término arte urbano o arte callejero, traducción de la expresión en inglés "street art", hace referencia a todo el arte que encontramos en la calle, frecuentemente producido de manera ajena a la legalidad o periférica ya que pintar en paredes públicas o privadas sin permiso suele estar penado. En el caso de las universidades que potencian dicho arte y que facilitan que se cree dentro de la legalidad, en un marco en el cual pueden seguir siendo gestos críticos, políticos e incluso subversivos, es notable que amplifican sus mensajes al abrigo de la institución académica. Algunos artistas urbanos discuten esta inclusión ya que consideran que el graffiti debiera mantenerse lejos del museo o de la institución en este caso, pero la gran mayoría de artistas celebra este tipo de encuentros y sobre todo los estudiantes que viven su día a día acompañados de las obras de arte que plasman en las paredes ideas, luz y color llenando de vida y pensamiento tales espacios. Esos son los principales beneficiados, los alumnos que transitan dichos lugares y que se encuentran con trabajos de arte urbano que optimizan su experiencia universitaria, que probablemente no olvidarán y que pueden optar a participar de las intervenciones con libertad.
Diego López publica junto a la editorial Fundamentos Yo, grafitera, un libro para que retrata a 50 artistas urbanas y ahonda en su trabajo, sus perfiles y por encima de todo las homenajea
El libro es un catálogo fotográfico que reúne seis años de trabajo y publicaciones de la fotógrafa Pamela Vargas