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VALÈNCIA. “Yo conozco a mi hija, ella no es así. Tienen que encontrarla”, pronuncia la madre de Asunta Barrera en comisaría al advertir de la desaparición de su hija de 12 años. “Asunta jamás haría eso, ella es una niña muy buena y nunca se iría sin avisarnos [...] Saca muy buenas notas, es superdotada”. Estas frases son las primeras que pronuncia Candela Peña dentro de la miniserie El caso Asunta, donde se mete en la piel de Rosario Porto, la madre de Asunta Basterra, para contar el relato de la desaparición de la niña en primera persona. Estrenada ayer en Netflix, la miniserie viaja al 21 de septiembre de 2013 en su primer capítulo para comprender la magnitud de los hechos. Ese día los padres de Asunta Basterra, Rosario Porto y Alfonso Basterra denunciaron la desaparición de su hija en una comisaría en Santiago de Compostela. Los meses que siguieron a esta denuncia fueron una espiral de incongruencias y “versiones contradictorias” que pusieron a los padres en el foco mediático y los situaron como posibles asesinos de la niña de 12 años.
Creada por Netflix y Bambú Producciones, esta miniserie tiene el reto de contar la parte más humana de este caso, una mirada más “ficcionada” sobre una investigación que ya se cuenta detalladamente en la plataforma a través del documental El caso Asunta: Operación Nenúfar, lo que la verdad esconde, una serie documental estrenada hace un año -obra también de Bambú Producciones- en la que el equipo de la productora y guionista Gema R. Neira se basa para generar esta serie con toques de ficción que cuenta la parte más humana del relato. Tras la mesa redonda, organizada por Lab de Series en La Filmoteca, que debatía sobre ¿Cómo consumen los jóvenes los ‘true crime’? la guionista y productora de El caso Asunta, Neira desvelaba algunas de las claves de la creación de esta serie y de sus entresijos en Culturplaza.
-Teniendo en cuenta que Netflix ya estrenó el documental de la Operación Nenúfar, ¿cómo se enfoca la creación de esta serie?
-Hicimos que todo el equipo viera el documental antes de empezar a trabajar en la serie, para generar un clima de absoluto respeto con lo que estábamos haciendo, nunca hay que perder de vista que contamos una historia real y que hay muchas personas afectadas. Respecto al documental tuvimos la suerte de contar con toda la investigación previa que se había hecho para el documental, e incluso podemos aprovechar algunos recursos visuales del rodaje. Lo que hacemos nosotros en la serie es poner atención en calcar las imágenes reales lo máximo posible a través del vestuario, el maquillaje, la actuación y los gestos.
-Pero no es lo mismo un documental que una ficción.
-Para nada, para que la ficción tenga sentido hay que generar una narrativa aunque trabajemos en el lugar de los hechos y con todo el respeto del mundo. Todo tiene que ser representado con mucha delicadeza, en nuestro caso la investigación es totalmente real pero nos permitimos ficcionar con la figura de los policías.
-Una de ellas quiere ser madre y no puede, su compañero resalta constantemente el valor de la paternidad...
-Claro, son sus relatos personales que nos sirven para hablar de la paternidad y establecer un debate con el espectador. Comprendemos a los policías como personas reales que tienen su vida y su privacidad, eso nos abre la puerta a su vida personal y parte de ese relato emocional.
-¿Qué averiguáis sobre los investigadores mientras generáis el relato?
-Son personas que acaban cambiando de trabajo, que buscan otra vida o que necesitan descansar. Ahora estamos preparando otra serie sobre un caso real e intentamos conectar con el departamento que lo estuvo trabajando hace diez años y no queda nadie trabajando ahí.
-¿Dónde está la línea roja a la hora de ficcionar un hecho real?
-Nosotros contamos la historia en mayúsculas y modificamos la parte que va en minúsculas, cuando hablamos de Fariña también nos preguntaron donde ponemos la línea para ficcionar algo y la marcamos en la investigación. Ni las pruebas, ni las conversaciones se pueden ficcionar, en todo caso puede haber algún corte pero es todo real. Nuestra parte de responsabilidad está en posicionar al espectador en el lugar de la policía y de los protagonistas, pero desde su juicio propio.
-Así se obliga al espectador a reflexionar.
-Nosotros intentamos imaginar que pasaría si nos llaman a ser jurado popular de este caso, nos parece interesante no contar lo mismo en el documental que en la ficción porque en este formato puedes ponerte en la piel del policía, de los acusados y hasta del juez.
-¿Esto puede atraer a nuevos públicos?
-Sí, de alguna manera. Creo que es una serie que puede funcionar bien en el extranjero y entre jóvenes que no hayan seguido el caso y no conozcan los giros. Creo que la ficción gana en esa parte de lo emocional, en el cuestionamiento de la propia justicia.
-Y hace que el espectador se convierta en “detective”, de alguna forma.
-Hay una cosa con el true crime y es que el espectador puede seguir la pista, en este caso la serie juega mucho con lo visual y hay muchas cosas que no se dicen pero sí que se ven. Es cierto que los investigadores luego te las recalcan pero el espectador puede anticiparse a esto.
-En la serie la madre de Asunta, Rosario Porto, pronuncia una frase demoledora: “Las cosas que no se cuentan no suceden”. ¿Cómo es construirlas desde el guión sin caer en la victimización del personaje?
-Es un punto muy tenso, cuando escribimos estas frases están entre otras miles que dan sentido al concepto general. En el caso de esta frase hablamos de cómo la vida de Rosario giraba en torno a la imagen que daba su familia y como eso era muy importante para ella, queríamos que fuera ella misma quien lo reivindica aunque nos estábamos buscando un eslógan. Para nosotros esta frase también ayuda a comprender la parte psicológica de su personaje, un personaje que públicamente se había atrapado y que había estado internada varias veces.
-¿Cómo se construye a los personajes basándose en las personas reales?
-Tenemos que hacer una mezcla, los protagonistas Candela Peña (que da vida a Rosario, madre de Asunta) y Tristán Ulloa (quien da vida a Alfonso, padre de Asunta) tenían muy buenas referencias visuales de ellos, su labor es la de acercarse mucho al personaje sin convertirse en una parodia y sin teatralizar nada, el reto era no pasarse.
-¿Y a los personajes ficticios?
-En el caso de los personajes ficticios, como los policías, lo que hacemos es darles unas herramientas clave, un pasado y un relato para que se expresen pero de forma diferente.
-Y para cerrar, ¿en qué momento están estos formatos?
-Estamos trabajando en la era de las plataformas, ahora podemos escribir capítulos de duración diferente y tenemos más flexibilidad para que la narrativa funcione de verdad y para poder elegir que cada capítulo tenga lo que necesite. Esto nos ha permitido centrarnos mucho más en los personajes principales sin tener que crear tantas tramas alrededor que sostengan una historia.
-¿Está cambiando mucho el universo audiovisual?
-Evoluciona constantemente y es uno de los retos más interesantes de este trabajo. Lo mejor es poder crear para nuevos públicos y nuevos contenidos, cada historia pide una nueva narrativa y una nueva manera de contarla.