VALÈNCIA. Las empresas familiares que se enfrentan el reto de una expansión que va más allá de tener una buena red comercial o un distribuidor. La realidad es que, en un proyecto de internacionalización, la planificación fiscal es tan esencial como cualquier otro pilar estratégico. En mi experiencia, una planificación fiscal robusta no solo optimiza la carga tributaria, sino que garantiza la sostenibilidad del proyecto y facilita una expansión ordenada y eficiente. Aquí comparto los aspectos que considero más importantes para dar ese paso al exterior de forma exitosa.
Desde mi punto de vista, uno de los primeros temas a evaluar es cómo establecer la presencia en el nuevo mercado. Al estructurar una operación en el extranjero, elegir entre crear una filial, una sucursal o, en ciertos casos, una sociedad holding es crucial. La filial, como entidad independiente, permite limitar las responsabilidades fiscales al país de destino, lo que puede resultar ventajoso en mercados con altas cargas fiscales. Por su parte, la sucursal es más sencilla de gestionar, pero implica una exposición directa de la empresa matriz a las obligaciones fiscales locales.
Para aquellas empresas que prevén operaciones a gran escala, una sociedad holding en una jurisdicción con ventajas fiscales, como Países Bajos o Irlanda, puede ser una opción acertada. En mi opinión, este tipo de estructura es menos común en empresas familiares, pero presenta grandes beneficios, como la posibilidad de repatriar beneficios con baja carga fiscal. En cualquier caso, la decisión debe alinearse con la estrategia y necesidades de cada negocio.
Uno de los temas que preocupa a las empresas familiares es el riesgo de doble imposición, que se produce cuando una misma fuente de ingresos es gravada en más de un país. Para evitar este escenario, España ha firmado 103 tratados de los cuales 99 están en vigor y que permiten tributar solo en un país o recibir créditos fiscales. Aconsejo analizar detenidamente cada tratado, ya que contienen matices que pueden impactar significativamente en la carga tributaria global. Los detalles de estos acuerdos pueden ser decisivos para optimizar los beneficios y evitar duplicidad en los impuestos.
En cuanto a los incentivos fiscales, considero que una empresa familiar debe tener muy en cuenta las oportunidades que cada país ofrece para atraer inversión extranjera. Por ejemplo, Irlanda ofrece un impuesto de sociedades del 12.5%, mientras que Portugal incentiva la innovación y el uso de energías renovables. En la práctica, es cierto que el mercado y la proximidad a los clientes suelen determinar dónde establecerse, pero nunca está de más conocer las ventajas fiscales que pueden facilitar el crecimiento del negocio. En algunos casos, estos incentivos pueden inclinar la balanza hacia una elección de mercado más rentable.
Para las empresas que operan en varios países, cumplir con las normativas de precios de transferencia es imprescindible. Éstas regulan las transacciones entre empresas del mismo grupo, asegurando que se realicen a precios de mercado. Las haciendas locales están poniendo cada vez más la lupa sobre este tipo de operaciones y el incumplimiento de esta normativa puede acarrear sanciones significativas. En Europa, países como Francia o Alemania son especialmente estrictos. Para evitar ajustes fiscales desfavorables, es vital que las empresas definan una estrategia de precios de transferencia con carácter previo a realizar operaciones intercompany. Son especialmente sensibles las operaciones con sociedades en “paraísos fiscales” o aquéllas relativas a activos intangibles, financiación intragrupo o reestructuraciones empresariales.
Otro aspecto que considero fundamental (y no solo por la importancia en relación con su valoración) es la gestión de los activos intangibles, como patentes o marcas, que pueden estructurarse de manera eficiente desde el punto de vista fiscal. Existen regímenes fiscales en países europeos que permiten una tributación reducida sobre los ingresos generados por estos activos. En mi experiencia, aprovechar estas ventajas fiscales puede ser determinante para reducir la carga tributaria de forma considerable, y más aún en empresas familiares que buscan capitalizar sus conocimientos y experiencia únicos en mercados internacionales.
La repatriación de beneficios es también un área de gran relevancia. Aconsejo revisar los mecanismos de repatriación y las retenciones fiscales que puedan aplicarse. En ocasiones, estructurar los dividendos y aprovechar los créditos fiscales es clave para mantener un flujo de caja positivo y evitar cargas fiscales desmesuradas. La posibilidad de repatriar beneficios sin un impacto fiscal fuerte es un elemento de tranquilidad para las empresas familiares que desean operar en el extranjero sin desequilibrar sus finanzas.
Por último, la movilidad internacional del equipo directivo y especializado suele ser parte de la estrategia de expansión. La expatriación genera obligaciones fiscales tanto en el país de origen como en el de destino. Desde luego, si los expatriados son un factor clave del éxito del proyecto, gestionar correctamente sus obligaciones fiscales se convierte en una auténtica necesidad.
A todo lo anterior, añado que en cada paso de la planificación es vital cumplir con la normativa fiscal y de transparencia de cada país. En mi experiencia, esto no solo evita problemas, sino que también mejora la reputación y la confianza en el mercado internacional. La transparencia y el cumplimiento son la base de una expansión exitosa.
Para una empresa familiar, entender la fiscalidad internacional y abordarla con estrategia es un pilar fundamental de su expansión. Optar por una estructura adecuada, aprovechar los incentivos y cumplir con las normativas permite a estas empresas operar en mercados extranjeros de forma rentable y sostenible, preservando al mismo tiempo su legado y visión empresarial.
Tomás Miñana Beltrán, Socio Director de Miñana Beltrán Tax & Legal
“…O ver cómo se destruye todo aquello por lo que has dado la vida,
y remangarte para reconstruirlo con herramientas desgastadas..."