FOTOGALERÍA: Ensayos de 'La consagración de la primavera' (Fotos: Germán Antón García)
FOTOGALERÍA: Ensayos de 'La consagración de la primavera' (Fotos: Germán Antón García)
FOTOGALERÍA: Ensayos de 'La consagración de la primavera' (Fotos: Germán Antón García)
La creadora ilicitana estrenará su versión de la obra de Stravinsky en Sagunt a Escena
VALÈNCIA. Es moderna y al mismo tiempo, primitiva, tribal aunque invita poco al baile. Y sin embargo, La consagración de la primavera fue un revulsivo crucial para la danza en el siglo XXI.
La irreverencia de Igor Stravinsky al componer una obra de ritmo sincopado y asonante se sublimó la noche del 29 de mayo de 1913 en el Teatro de los Campos Elíseos de París con una coreografía inquietante y furibunda, rupturista con la danza clásica, a cargo de Vaslav Nijinsky para los Ballets Rusos de Diaghilev.
Tal fue el revuelo que despertó entre la audiencia que el compositor ruso deseó en 1963 que quien quiera que escuche su pieza “jamás experimente la burla a que fue sometida en la capital francesa”.
La propuesta del tándem recibió abucheos y aplausos. Al público acostumbrado al romanticismo aquella creación de vanguardia tanto en el sonido como en el movimiento le indignó sobremanera. Pero hubo parte de la audiencia que abrazó la innovación. Así que unos y otros llegaron a los puños. Las sillas volaban desde los balcones, los gritos y las risas no dejaban oír la música y Diaghilev apagó las luces de la sala en varias ocasiones, así que a ratos, tampoco se veía a los bailarines, a los que Nijinsky gritaba indicaciones, alteradísimo y subido en una silla. La representación tuvo que suspenderse. Y Stravinsky salió de aquel infierno en lágrimas.
Como consecuencia, los Ballets Rusos la eliminaron de su repertorio hasta 1920, año en que se encargó una nueva coreografía a Léonide Massine. Y desde entonces, ha fascinado a los grandes nombres de la danza, que temen y anhelan domar esta partitura todavía radical.
Martha Graham aceptó el reto en 1930; Mary Wigman, en 1957; Maurice Béjart, en 1959; Angelin Preljocaj, en 2001; y Sasha Waltz, en 2013, con motivo del centenario del escándalo.
Hasta Disney se rindió al desafío y la utilizó para ilustrar musicalmente las secuencias sobre el origen de la vida en la Tierra en la película animada Fantasía (1940).
La última creadora en caer en la tentación ha sido Asun Noales, que el 31 de julio estrena su propia versión del clásico en el Teatro Romano de Sagunto durante el festival Sagunt a Escena.
“Es complicadísima. Más allá de que ya se hayan hecho miles de interpretaciones, se trata de una música muy compleja, con métricas y ritmos muy diferentes. Aunque en momentos resulta armoniosa, la sonoridad no es dulce. A veces piensas que es una locura de música, llena de ‘chanchán’, donde de repente hay un corte que desemboca en un silencio. Ese caos la hace muy transgresora y actual, pero puede llevarte a estados de ansiedad”, detalla la coreógrafa ilicitana.
El montaje es iniciativa de la Jove Orquestra de la Generalitat Valenciana que ha impulsado la puesta en marcha de un joven cuerpo de danza de 18 bailarines de edades comprendidas entre los 16 y los 27 años, lo que implica una heterogeneidad que Noales ha utilizado a su favor.
“Hay todo un abanico de personalidades y sus niveles son dispares. No sólo porque procedan de diferentes escuelas y por consiguiente, hayan recibido distinta formación, sino porque además algunos son todavía estudiantes y otros ya están en compañías profesionales”, distingue la coreógrafa, que anima a la Generalitat a darle continuidad al proyecto.
A la alicantina no le supone ninguna presión medirse con los grandes ni intentar distinguirse de las versiones más icónicas, entre las que destacada como su favorita la que Pina Bausch desarrolló en 1975.
Entre los coreógrafos precedentes en esta empresa, los hay que se han ceñido más a la música y los que la han utilizado de forma atmosférica. Algunos han respetado la temática original, un rito pagano en el que una joven doncella danza hasta morir para invocar la primavera, y otros la han transgredido.
Asun Noales asegura que se ha dejado llevar por la intuición y en su propuesta alterna tanto el acople del baile a la partitura como su uso de sonido ambiente. En lo que se refiere al argumento, la coreógrafa considera que su pieza habla de la vida, de los sacrificios, de la rebeldía y de la energía de la juventud.
Aunque ha optado por darle el protagonismo del último solo a una mujer, “por su sensualidad, su fortaleza y su fragilidad al compararnos físicamente con la potencia muscular de los hombres”, los papeles en su apuesta no están definidos por roles de género. De modo que hay papeles masculinos que hacen las chicas y viceversa, con dúos donde el que portea puede ser tanto hombre como mujer.
En la misma línea, en el vestuario ha optado por ataviarlos a todos con vestidos, “porque es una prenda que da más aire al cuerpo”.
La coreógrafa explica las dificultades que supone alcanzar un equilibrio entre la abundante información que aporta la música y lo concurrido que va a estar el escenario: “El trabajo ha de estar muy bien compactado para que salga una obra conjunta y que todo tenga su fuerza: la música no puede quedarse encima de la coreografía, ni el baile ser demasiado denso y que nos agotemos”.
Otra premisa durante la creación de esta relectura ha sido darle protagonismo a todo el elenco. Aunque el resultado es muy coral, los 18 bailarines tienen sus pequeños momentos de solos y dúos.
“Mi manera de trabajar se basa en la organicidad y en la plasticidad del grupo. Dentro de la pieza estamos trabajando momentos muy abiertos, que dan pie a la improvisación, junto a otros muy codificadas y deletreados”, avanza Noales, que recalca lo mucho que le gusta trabajar con grupos numerosos, pues los escenarios llenos le permiten “crear paisajes desde los cuerpos”.
La noche se completa con el estreno de una composición de corte contemporáneo realizada por el autor valenciano Marc García, titulada Focus.
Salvando las distancias, la bailarina y creadora ilicitana ha comparado el binomio que ha formado con el compositor valenciano al forjado entre el coreógrafo John Cage y al bailarín y coreógrafo Merce Cunningham en los sesenta, tanto por la índole experimental de la propuesta como por el hecho de estar viviendo sendos procesos creativos en paralelo.
Noales, no obstante, reconoce que ni Focus ni La consagración de la primavera serían materia compositiva para su compañía, OtraDanza: “Son propuestas que no elegiría para crear obras, porque no es el tipo de música que me gusta escuchar o coreografiar, pero me están suponiendo una gran lección. Estoy aprendiendo muchísimo”.