¿Pues no llevaba yo toda la vida pensando que la capital era Ontario, y es Ottawa? También hay albóndigas
Sábado, hora del desayuno.
Estoy en mi oficina, en la planta 34 de la torre Alcachofa, escribiendo un artículo para Newsweek acerca de por qué las tortillas de patata cuajadas por el centro son una puta mierda, cuando Meredith, mi croqueta-asistente personal llama a la puerta.
TOC TOC
- Señor ¿Puedo hablar con usted un segundo?
- Claro Meredith ¿Qué pasa? ¿Nos han mandado alguna recomendación interesante por Instagram?
- No, verá, mi sobrina Elisa llega hoy a la ciudad. Es biogenetista, pero creo que está cansada de la ciencia y los laboratorios y quiere acompañarle en una de sus críticas para aprender el oficio. Es una joven croqueta de chucrut con grelos, de provincia.
- Claro, precisamente he quedado en un rato para explorar un bar y publicarlo en Guía Hedonista. Dile que nos vemos allí.
- ¿De qué bar se trata, señor?
- Vamos al Canadá.
El bar Canadá es un poco el bar medio que te imaginas cuando cierras los ojos. ¿Hay sirope de arce y policías montados? No, hay barra de aluminio, tragaperras, botella de Cutty, y gente que podría disfrutar viendo "Noche de fiesta. Cuando llego, veo a la sobrina de Meredith sentada en la barra tomándose un doble.
- Tú debes de ser Elisa. Encantado, soy El tipo que nunca cena en casa.
- Oh, sí. Mi tía me ha hablado mucho de usted.
- ¿Qué te trae por Valencia?
- Verá, quiero aprender el arte del blogueo gastronómico, y me interesa mucho su estilo inconcreto, subjetivo y lleno de constantes referencias a pollas.
- Perfecto, soy tu hombre. Mira, el expositor de la barra está empañado, señal de que acaban de salir cosas calentitas. Vamos a preguntarle al camarero cuáles son los hits del local.
El hombre, vestido completamente de negro, como Raphael, nos dice que todo está genial y recién hecho, pero a mí, lo primero que me llama la atención son las bravas. No están fritas, están como cocidas, y parece que vienen con una capita de pimentón por encima. ¿Se trata de una nueva especie de bravas healthy? Probémoslas.
Vale, pues nada. Todo lo interesante que tenían lo pierden cuando llegan bañadas en fockin' salsa brava de bote. La patata bien, guay de cocción. A esto le pones un aliño, o incluso una mayonesa suave con perejil, y va solo, pero noooo. salsa de bote. Venga va, nano.
Las albóndigas en cambio, bastante okey. Hablamos de 4 mandonguillas chapoteando en una salsita jardinera con tomate, cebolla, zanahoria y en la que flotan algunos guisantes. Tamaño generoso, redondez incitante, la salsa llegando al borde del plato. Al partirlas en dos, tienes una plena visión de la mesosfera y el núcleo, y se aprecian especias. Están prietísimas, tapa estrella por el momento.
Pedimos croquetas de bacalao y de pollo, el kit completo. Las dos llevan el mismo rebozado, sin pan rallado. Parece que las han pasado por huevo y harina, creando una especie de soft buñuelo wannabe, muy habitual en las de bacalao, menos en las de pollo. Las primeras estaban brutales, de las que hacen las abuelas en cuaresma. Las de pollo, sin embargo, un poco meh. Muy bechamelosas, poca sustancia. Bacalao gana a pollo.
- ¿Entonces esto es todo? ¿Usted queda con sus colegas, se ponen hasta arriba de cerveza y de tapas y luego lo escribe para ir creando un directorio?
- Bueno, realmente es algo más complejo. Para empezar, hablamos de MUCHA cerveza, y después, los matices. La sutileza de los detalles es lo que hace que esto tenga sentido. Te pasaré bibliografía. ¿Has leído mi ensayo "Muerte, muerte y más muerte al mezclum de bolsa?
- Y quién no.
- Bien, prueba esta ensaladilla.
Ensaladilla clásica. Mezcladillo de atún, patata, zanahoria y guisante por abajo, pegotito de mayonesa por encima, 4 saladitos en modo banderilla. No tiene más, no tiene menos. No me la pediría otra vez si estuviera en busca de emociones nuevas.
La sepia, bueno, está tierna y bien cocinada, pero trae por encima una especie de picada de ajo y perejil que parece el musgo del belén. No hablamos de una sutil salsita mery, hablamos de un espeso follaje amazónico parecido al peinado de Dennis Rodman en los 90. Gana mucho combinada con pan, e incluso sucadita, el ajo no tienen tanta potencia como pueda parecer.
Llegados a este punto, el bar nos ha dado todo lo que podía darnos a nivel tapa. Ahora vamos a permitirnos tremendo bocadiglio de habas con blanco y negro.
Oh, pan tierno, blandito, triunfante. El embutido con habas no te puede fallar jamás, es una apuesta segura, es España quedando mal en Eurovisión. Cierto que la longaniza es montonera, pero las habas están de puta madre y la combinación es el big bang que generó la vida. El tamaño es correcto, y a esta hora de la mañana entra sin masticar.
Otro quinto, unos cortados, la cuenta. 43,05 Pavetes entre 4, no llega a 11.
Hay coherencia. Es un bar funcional, de mitad tabla, con precio acorde. Un almuercito te lo apaña, una cañita te la apaña, el servicio es amable, y tienen cosas que guay, pero tampoco hay nada destacable. Si alguna vez os cruzáis por ahí cenando con una joven croqueta blogger de chucrut con grelos, saludadla. Le hará ilusión.
Goza de amplio aparcamiento.