VALÈNCIA (EFE). Los vecinos del barrio de Parque Alcosa, en la localidad valenciana de Alfafar, en su mayoría población migrante y que en un 70 % se encuentra por debajo del umbral de la pobreza, han reclamado ayuda después del paso de la Dana, que ha agravado aún más su situación.
Muddasani es paquistaní, lleva en Alfafar casi quince años y asegura que esta zona del municipio después de este fin de semana está "un poco mejor" pero que todavía hacen falta muchas cosas, como colchones o camas, también para niños.
"Ha venido mucha gente de fuera para ayudar a las personas, sobre todo para limpiar", explica a EFE, mientras repasa que los primeros días no tenían ni comida ni pañales para los pequeños y que solo contaban con la ayuda entre los propios vecinos.
Entre lo más demandado se encuentra ropa para niños de entre tres meses y tres años en una población en su mayoría de trabajadores e inmigrantes, a cargo hasta ahora de negocios en los bajos de los edificios que han quedado arrasados por el agua.
Así lo cuenta Andrea, colombiana, que vive también en este barrio y cuyos vecinos estaban al frente de panaderías, estancos o fruterías. "Vamos a tardar mucho en recuperarnos, porque está todo totalmente destruido", afirma mirando a su alrededor.
"Este clima además no ayuda mucho porque los muros están cayendo, todavía escurre agua y es muy difícil que ellos puedan organizar de nuevo sus estanterías y todo lo que necesitan para volver a emprender", explica.
Para ella se trata de un barrio "más necesitado que otros" porque se trata de una población obrera. "Estamos destruidos, acabados por la Dana que llegó tan de sorpresa, nadie esperaba una destrucción tan grande como esta", lamenta.
Andrea habla junto a su hijo Matías, que durante la tarde de la riada pudo ayudar a su vecino a ponerse a salvo tras escuchar gritos de socorro de alguien que estaba subido en un coche.
"Me estaba diciendo que por favor le tirase una cuerda porque el agua estaba ya muy alta", recuerda el joven de ese momento, cuando la riada ya estaba superando la altura de los vehículos.
Tras conseguir una cuerda gruesa y hacerle un nudo se la lanzó y, con ayuda de otros tres vecinos, todos consiguieron poner a salvo al que estaba en peligro, e incluso rescatar a un perro que se encontraba también subido en el techo de un coche.