Es viernes de volver con nuestro empeño, esta vez donde Iván Cerdeño. Para loar la importancia de la labor del equipo de sala y de esos sumilleres capaces de multiplicar placeres.
Llegamos a El Cigarral del Ángel como tantas veces, sabiendo que merecerá la pena con creces. Por una cocina que es espectáculo de estrellas para nada fugaces en un cielo capaz de hacer olvidar las heridas más abiertas. Alegría que se multiplica al encontrarnos al mando de la bodega a joven, viejo conocido, y tan querido. Venido desde el sur trayendo brisa fresca y un puñado de referencias con las que hacer la diferencia. Y tras la sorpresa nos echamos en sus brazos sin miedo para disfrutar de un presiozo maridaje llenito de especiales brebajes.
Empezando con el Champagne Bertrand-Delespierre Enfant de la Montagne que mira al suelo para enseñarnos el camino. Uno de los raros que nos recuerdan que fuimos jóvenes y apasionados. Sensaciones que no se van por mucho que a veces queramos. Y mejor que sea así para empezar a atisbar un menú para gozar. Con el tatín de alubias aliñadas y garbanzo encominado, el pepino y arenque, el champiñón y vinagrillo, la tartaleta de trufa y el paté de pimientos verdes y salazones.
La Manzanilla Leona (Bodegas Viuda de Manjón) sigue siendo fiel reflejo de lo que pisa, pisos cegadores. Rescate que no es ningún juego, porque puede ser eterno si lo tomamos a su ritmo y en el sitio. Mirando al paisaje más bonito y salivando ante la visión del asadillo, el pastel de caza y el brioche de anguila en adobo y maíz de la ribera con trucha ahumada.
Seguimos jugando con el Viña Malvar 1969 (Bodegas Serrano) que es misterio y nos conquista. Porque las rarezas son el alma de esa vida que debemos darnos. Crianza biológica en abierto con resultado de locuras que nadie sabe cómo ni por qué. Con su peso de frutos secos y la tenacidad ideal para acompañar al plato de erizo, pisto y crema de almortas y al de tomate, requesón y hierbas.
Cambiamos de tercio sin salirnos de camino con el Selma 2018 (Familia Nin-Ortiz). Priorat que sí, también nos gusta y muy. Por su perseverancia, sus redondeces a veces y porque aunque es de darle a la bebida la mantiene contenida en su medida. Con instantes de amargor del que no hace llorar, sino de estupendos recuerdos junto a la cuajada de cangrejo de río, manzana verde y caviar.
Y de Toledo a Portugal, que el Druida Encrucijado Reserva 2019 promete ser molón tal cual. Porque es niñito audaz y andarín entre limoneros lisonjeros y frescores de tarde campestre. Esencia esencial con una astringencia que también puede ser fenomenal. Pulcritud y rectitud sin perder improvisaciones y despertando emociones con la piñonada.
Nos sentimos como ídem con el Marqués de Poley Palo Cortado 1964 (Toro Albalá). Señorito refinado que agarra avellanas a puñados. Concentración con resultados salinos bastante improbables por estos lares. Camino largo larguísimo que no cansa jamás, porque contiene fortaleza combinada con belleza, como esa maravilla de juntar sardina y perdiz roja.
En Italia nos espera el G.D. Vajra 2019 para darle una tregua al paladar antes de seguir con este no parar. Con caricia que nos deja como nuevos, su fruta delgada y ese tánico de suavidad extrema. Tersura reparadora con ligeros lácticos que nos parecen fantásticos con rotundidad y la molleja con coliflor, mantequilla y limón.
Un nuevo portento llega con el Cuatro Palmas Amontillado 2016 (Barbadillo). Reposo que ha ganado con el tiempo hasta convertirse en campeón. Tarde de peluquería en modo señorona sobre butaca de madera bien brillante. Todos los almendrucos posibles. Pañuelo de seda que nos acompaña en el bolsillo y majestad con el corzo de los montes de Toledo y vinagreta de percebes.
Nos invaden los recuerdos con el Recuero Brujidera Guarda Familiar 2012 (Bodegas Recuero). Porque es de ascendentes a su modo valientes. De corpulencia con paciencia y seriedad bienhechora. Ese espacio reconfortante para mucho reír, a veces llorar y siempre presente para sujetar. Evitando caídas y dando alegrías con la royal de pato, guindas y setas.
Alcanzamos los postres con el Ximénez-Spínola Palo Cortado. Mazapanes con fondo marino que es sueño mirando a Doñana desde la misma plaza de Zocodover. Paseazo entre naranjos que desprenden sus pieles para dar el aroma más profundo a cualquier bollo de hornear. Seducción absoluta que nos hace perder los papeles y tan a gusto con el melocotón de La Puebla, almendras y flores.
La Tintilla de Rota Finca Moncloa (González Byass) es vieja conocida y no por eso menos querida. Muy al contrario no encanta con su frutoso jugoso. Estallido de vida y alegría. Hechuras de maestros que conjugan con precisión la diversión. Con su estupenda acidez para que nunca empalague al lado de la leche asada al palodú y pólvora duque.
Viene la despedida con su lagrimita consolada por el mejor de los cierres, el Pedro Ximénez Anticuario (El Maestro Sierra). Con un “la leche” en nuestras notas que debe ser buena cosa. Untuoso con una densidad de casi mastica y sin embargo cero dulzón. Equilibrio fascinante del que ajolá beberse un chupito cada día. Con ese fondo de café y su caramelo de niñez y la pequeña pastelería de una casa que sentimos de corazón. Y hasta muy pronto, bombón.