VALÈNCIA.- ¿Puede la belleza convertirse en la puerta de entrada del caos y la destrucción si se usa a discreción? ¿Puede la inteligencia transformarla en una poderosa arma capaz de restaurar la paz y el equilibrio? Esto plantea Belleza, el nuevo cómic de Kerascoët y Hubert, una auténtica delicatessen recién editada por Astiberri. Kerascoët, dicho sea de paso, es el nombre de un pueblo francés y el pseudónimo del combo formado por Marie Pommepuy y Sébastien Cosset, un matrimonio (artístico y real) cuya fama en España está muy por detrás de su talento ya que lo único suyo que hay por estos lares (salvo error) es La Virgen del burdel, que llegó a las librerías hace ya una década, y el más reciente Preciosa oscuridad (spaceman, 2016)
Con Belleza, viajamos a un país dividido en los reinos del Norte y del Sur y dominado por las hadas Mab la oscura (y que sería difícil distinguir de un demonio), y Mara la clara, en el que Hedionda, una fea criada de intenso olor a yodo debido a su labor de descamar pescado, es repudiada por su madrina, con la que vive. Sometida a una vida de constantes vejaciones a causa de su fealdad, pide el único deseo del que es capaz cuando se le presenta la oportunidad: la belleza. Una historia contada con un estilo en el que linda (o combina en su justa medida) lo naïf con los guiños al manga, pero que nadie se esconde: la historia tiene la contundencia del Speed Metal.
A partir de entonces y sin que su aspecto cambie un ápice, todos verán en ella al ser más hermoso de los confines de ambos reinos. Solo el olor a pescado la acompañará durante toda su vida, recordándole de dónde procede en realidad. Llegados aquí hay que hablar del tercero en discordia: el colorista Hubert. Astiberri ha optado por la edición en bitono en lugar de la de color, que es donde este colaborador habitual de David B. y de la serie regular de Spirou suele lucirse. La decisión puede criticarse, pero está justificada. Ese bitono le da una apariencia más de cuento (o anticuento si el concepto existe) y menos de tebeo. Si han hecho bien o no, que lo decidan los lectores.
Culto a la vacuidad
Dividida en tres partes, Belleza muestra bajo la apariencia de un cuento clásico —magnífica la labor de desconstrucción— la bajeza del ser humano en todo su esplendor: violaciones, asesinatos y guerras desencadenados por una «cara bonita». Quien esté mínimamente sensibilizado con la violencia de género verá en esta obra muchos guiños a la actualidad más atroz. Los hombres no salen bien parados en esta historia, pero tampoco las mujeres, huyendo así el cómic de un mero arquetipo feminista: si la idiocia de los hombres ante la belleza compunge al lector, lo hace más la vacuidad de la protagonista al no saber encaminarse con sensatez por la vida.
Unos y otra llevarán al país a la destrucción total: ellos por quedar embelesados ante su físico, impidiéndoles pensar en nada más; ella por hacer y deshacer a su antojo como una María Antonieta al uso cuando se convierte en Reina del Sur.
Vertebran la historia dos personajes que consiguen que tengamos un ápice de fe en la Humanidad: Odón, el único caballero que escapa a su sortilegio, y la princesa Claudina, a quien el hada Mara «otorgó a la niña dones que solían destinarse a los varones: un vivo ingenio, independencia de pensamiento y capacidad de mando».
Un buen escarmiento, este cómic, para los abanderados del culto al cuerpo, o más bien, del culto a la belleza… o a la vacuidad. Publicada originalmente en forma de trilogía, la última entrega llevaba el título de "simples mortales". Excelente resumen de una obra que fue finalista en 2015 a los Ignatz Awards (los Eisner para publicaciones independientes) y que habla sobre el peligro de que los sueños se hagan realidad y que bajo la apariencia de cuento de hadas es un duro retrato de la maldad que se oculta tras las apariencias.