El equilibrio en la eterna controversia entre bandas tributo sí o bandas tributo no es tan frágil que puede decantarse con un tributo a David Bisbal
VALÈNCIA. “Los replicantes son como cualquier otra máquina: pueden ser un beneficio o un peligro”. La respuesta de Harrison Ford disfrazado de Rick Deckard en Blade Runner es, en cierto modo, la mejor definición de una banda tributo que replica el modelo original. En función de cómo interpreten el material primigenio y de cómo lo desarrollen sobre el escenario, una banda tributo puede hacer justicia al noble objeto de su existencia -tributar un homenaje a otro grupo- o, por el contrario, hundir aún más la daga de la superioridad moral e intelectual en el interminable debate entre detractores y defensores. Entre detractores, defensores e indiferentes y/o equidistantes al respecto de la cuestión, más bien. Apostemos por el gris.
“Si son un beneficio no es asunto mío”, remata Deckard en su encuentro con Rachael en la Tyrell Corporation, responsables del modelo descontrolado, el Nexus-6. Y esa es, al igual que la premisa inicial, la más razonable de las posturas al respecto de las bandas tributo. Sin embargo, si la relajación de los ánimos es la respuesta a una banda tributo que no veja el legado de alguna institución -o no- musical, cualquier mínimo indicio que pueda llevar a pensar que los grupos homenaje son el eslabón más prescindible del artista creador es aprovechado para decantar la cuestión hacia un extremo. El efecto es tan devastador para la industria de los tributos como fallar en la aplicación del test de empatía Voight-Kampff y retirar a un humano por error en lugar de a un replicante.
En València es bien conocido que la generación y reproducción de bandas tributo es casi tan abundante como lo es la de las bandas, a secas. Por lo tanto, y atendiendo a la tendencia natural de las personas, las probabilidades de que alguien pueda justificar su encono hacia el concepto de banda tributo en cualquier concierto aleatorio son bastante apreciables. Todo el trabajo en pos de la tolerancia o, en el más inhóspito de los casos, la no acción como respuesta positiva, se va al traste cuando alguien demuestra que València es, también, el reverso de la moneda. València es The Blisters, Stoneds, Overdose y fue The Sheenas, pero también es el invernadero de bandas tributo de David Bisbal y El Canto del Loco. El clásico pecado que lleva consigo la penitencia.
El de las bandas tributo y sus bautismos es territorio abonado para los juegos de palabra. Las piruetas lingüísticas y los tirabuzones polisémicos forman parte muchas veces de la liturgia propia del género; y normalmente siempre es más divertido abrazar el eterno concepto cuñado de “hemos venido a jugar”. Es envidiable la brillantez de aquel grupo de músicas que versionan a AC/DC y decidieron optar por AC/DShe -mucho más disfrutable para los anglófonos-. En València, grupos como Fake Against The Machine están cerca de la cuadratura del círculo. Y no es fácil, en el museo de los horrores hay demasiada muestra de creatividad desaforada: el tributo a Jamiroquai de Jazzmirrorway, el de Los Bus Brothers a Dan Aykroyd y John Belushi, el homenaje a Hombres G de los paisanos Menuda G-Ta o las versiones de The Police de De Polis. ExtremoPuro y Fitoscopia, que tocan el sábado en Repvblicca, están en el límite.
Evitar el riesgo y abogar por algún título de canción emblemático del grupo en cuestión también es una opción; aunque mucho menos lustrosa, suele evitar situaciones en las que cualquier explicación nos va a poner a todos en evidencia. En València se encuentra una de las más importantes bandas tributo a Los Rodríguez, y su nombre es mejor que el original: la canción ‘Canal 69’. En Alicante, un inglés, un alemán y un español hacen versiones de ZZ Top con el nombre de la fabulosa ‘La Grange' y no es un chiste; por mucho que utilicen barbas postizas para sus directos -que lo hacen-.
El “primer y único tributo a David Bisbal en toda España” nació en València y opta por la opción del bautismo menos arriesgado. Hay que saber siempre reconocer la particularidad de las cosas, pero en ningún caso es aconsejable dejar de preguntar desde un punto de vista socrático. De ser cierta la premisa con la que se presenta el grupo tributo a Bisbal -no hemos podido demostrar lo contrario-, ¿por qué sólo ha emergido una banda tributo de la confluencia del colectivo de seres humanos que cumplen el requisito de hacer música y seguir al ex concursante de OT -en aquella época en la que ver OT aparentemente no era una muestra de superior estatus intelectual-? Cuanto menos es revelador; aunque uno siempre puede quedarse con la noción de ser un pionero.
La segunda cuestión imprescindible es incluso más socrática, en tanto en cuanto multiplica los niveles de ironía. De todo el repertorio de canciones de David Bisbal, ¿por qué quedarse con una canción que, obviamente, no sólo no es suya, sino que ni siquiera comparte autoría con su creador de cabecera desde Operación Triunfo, Kike Santander? Es imposible no caer en la posibilidad de que, en realidad, todo sea una jugada maestra de los astros que, alineados o no, han propiciado que el único tributo a David Bisbal en toda España se llame Silencio. Es algo que choca de frente con su descripción multiinstrumental, en la que aseguran que cuentan “con algunos instrumentos especiales como ukeleles, saxos o pads electrónicos para algunas canciones”.
En cualquier caso, sí parece bastante aventurado elegir, de todo el cancionero de Bisbal, una canción que lleva por título silencio. Bien de antagonismo lógico. En cualquier caso, no les va del todo mal si tenemos en cuenta que incluso publican “singles” en YouTube. ¿Cómo? ¿Un single de una banda tributo? Quizá también sean los primeros y únicos en España, pero sí, ya llevan un par. Para quien tenga la tentación de comprobarlo, se puede adelantar la primicia: se trata de metasingles; es decir, son sencillos que ya publicó en su momento el propio Bisbal como avance de sus discos. Todo perfectamente ligado.
“Existen muchos imitadores de David Bisbal, pero nuestro cantante posee, según muchos, el espíritu de David Bisbal innato". Devuélveme el espíritu, que me lo has quitado, debe de pensar David Bisbal a través de Bustamante. En cualquier caso, llama poderosamente la atención el desarrollo del concepto de banda tributo que homenajea a una figura que, repasando los créditos de cada uno de sus discos, es principalmente intérprete de las canciones de otros -o coautor de algunas en el mejor de los casos-.
El de Silencio no es, sin embargo, el primero ni el único proyecto de tributo en la Comunitat cuya justificación hay que buscarla lejos de la condición legendaria del grupo homenajeado. Tampoco en el legado musical que han dejado a su paso. En el caso de La Suerte De Mi Vida, al menos sí se corresponde con una banda que tiene un repertorio de banda, propiamente dicho, y original -en el sentido más estricto de la palabra-. Otra cosa es que esa banda sea El Canto del Loco y que tributar su legado tenga tanta carga irónica como aquello de premiar a Leiva por la mejor canción original.
Sin embargo, y a pesar de que aseguran que “el formato” que presentan “no es el de un concierto estático”, lo más auténtico de la propuesta podría estar sin duda en la reinterpretación del término “estático” o en la inclusión de dos cantantes femeninas en la banda; con esto último se alejan, de facto, de la estricta voluntad mimética que suele caracterizar a las bandas tributo -ahí están las barbas postizas de La Grange-. Pero lo verdaderamente destacable, y esto sí que es muy probable que nos vuelva a remitir a posiciones pioneras, es el hecho de contar con la cantante que más se aproxima a la voz de Dani Martín, Claudia Pérez. Al final, quizá lo dijo Sócrates: una cosa por otra.