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EL INVERSOR ESTÁ DESNUDO / OPINIÓN

Blockchain, criptomonedas y asesoramiento financiero

23/05/2018 - 

VALÈNCIA. Las criptomonedas no dejan de estar de moda, pese a que el bitcoin, la criptodivisa de referencia, lleva una pérdida del 40% en el año. Queda mucho tiempo para que los asesores financieros podamos fijarnos en este activo de inversión, por la complejidad de encontrar un argumentario que soporte su valor y por la inseguridad, jurídica y operativa, que rodea su emisión y sistema cambiario. Sin embargo, llevamos unos meses mirándolo de reojo, como siempre hacemos con cualquier nuevo activo que los clientes nos preguntan.

Las criptomonedas son una realidad imparable basada en una tecnología incipiente que cambiará nuestra forma de vida. Como ya ocurrió con otras tecnologías, su grado de adopción por la mayoría de la población no depende de que la tecnología esté a punto, sino de que se supere la masa crítica de personas que la usan. Según la consultora tecnológica Gartner, las criptomonedas tardarán en ser adoptadas mayoritariamente por la población en un periodo comprendido entre 5 y 10 años. Para ello, la tecnología deberá superar un periodo de fracasos, en el que estamos ahora mismo inmersos, un periodo de desilusión, hasta que los proveedores empiecen a ofrecer algo realmente bueno, para terminar en lo que se conoce como consolidación y productividad, momento en el que empresas y particulares encuentran verdaderos beneficios al uso de la tecnología.

La explicación que subyace detrás de las criptomonedas es muy sencilla. Cuando hablamos de comprar o vender criptomonedas, nos referimos a un contrato de compraventa en el cual, a cambio de un importe económico, la otra parte te da un papel 'virtual' en el que te reconoce que tienes tantas criptomonedas. Como decía anteriormente, el problema estriba en que resulta imposible encontrar una explicación sobre la valoración de lo que nos ofrecen, es decir, el tipo de cambio entre nuestros euros y los bitcoins, debido a la virtualidad de este último y a que con una criptomoneda se puede hacer bien poco, más allá de comprar en algunos comercios por Internet. Hasta que no se popularice entre comerciantes y población, difícilmente las criptomonedas serán ampliamente adoptadas.

Desde el nacimiento de las criptomonedas, nos repiten que lo que realmente tiene valor es la tecnología que subyace detrás: el blockchain o cadena de bloques. El blockchain es un registro público, encriptado y replicado en miles de ubicaciones alrededor del mundo. Decimos que es público porque no pertenece a nadie, ni tiene un ente que lo supervise. Sin embargo, al estar codificado o encriptado, no puede conocerse los intervinientes de las operaciones que se registran en el mismo, salvaguardándose de este modo la privacidad de las mismas. Y, para evitar cualquier riesgo de pérdida, el registro se copia miles de veces en distintas ubicaciones. Los encargados de mantener el sistema de registro mediante cadena de bloques se llaman “mineros”, los cuales, a cambio de prestar el servicio de registro, reciben criptomonedas. Por lo tanto, cualquier operación que realicemos con criptomonedas quedará registrada en el sistema de blockchain y tendrá un coste o comisión.


Más allá de las criptomonedas, el blockchain está empezando a ser objeto de distintas pruebas por parte de empresas, en especial del mundo financiero. Recientemente, una entidad financiera española utilizó el sistema de cadena de bloques para votar en una junta de accionistas. Varias entidades están aprovechando las ventajas de esta tecnología para dar un servicio de transferencia de fondos ultra-rápido. Como vemos, el uso del registro de blockchain es independiente del activo o personas que se inscriban, posibilitando cualquier transacción de forma segura y rápida.

Llegados a este punto, es difícil para cualquier persona imaginarse cómo hará uso de la tecnología blockchain. Esta tecnología utiliza una especie de ‘billeteras’ personales virtuales o wallet, un programa informático instalado en ordenadores y teléfonos móviles, para hacer consultas a los registros del blockchain y extraer toda la información que nos interesa. Cada ‘billetera’ contiene una pestaña para cada tipo de operación (transferencia, reembolso, etc.) y activo (bitcoins, euros, voto, etc.) de tal forma que cada vez que accedamos a la aplicación, podremos ver el histórico y saldo de cada activo que tenemos registrado en el sistema de cadena de bloques.

¿Cómo funciona el sistema de cadena de bloques?

Para poder entender como funciona el sistema de cadena de bloques y la ‘billetera’ imaginemos que compramos un electrodoméstico cuyo fabricante utiliza esta tecnología para registrar la garantía de los aparatos que fabrica. Tras haber comprado el electrodoméstico, accedemos a la página web del fabricante y le informamos del número de registro del aparato y del identificativo de nuestra ‘billetera’. Automáticamente, el fabricante, gracias a la tecnología de cadena de bloques, registraría el contrato de garantía y nos aparecería en la pestaña ‘garantías’ de nuestra ‘billetera’. Vencido el plazo de garantía, el contrato quedaría extinguido y desaparecería de nuestra ‘billetera’. De esta forma, podríamos tener un registro de todas las garantías de nuestros electrodomésticos. El mismo ejemplo es aplicable a cualquier contrato.

A los asesores financieros, como a otras profesiones, se nos abre un nuevo mundo de posibilidades con el blockchain, además de la posibilidad de que las criptomonedas alcancen algún día el carácter de activo de inversión, en los mismos términos que cualquier otro. Nos vienen a la mente las dudas que surgieron cuando se implantó el euro, donde había detrás países, economías, personas, datos macro y, aún con ello, hoy en día todavía se pone en duda su existencia y se duda de su “valor”. Para que podamos asesorar sobre las criptomonedas, debemos de ser capaces, no solo de entenderlo sino de valorarlo, aunque sea de manera relativa contra otro activo. Antes de poder asesorar sobre criptomonedas, haremos uso del blockchain para agilizar todos los procesos administrativos que nos están viniendo encima con la nueva normativa europea MIFID II.

Raúl Aznar es socio-director de la EAFI independiente del mismo nombre, fundador de AZNAR Patrimonio, un multi-family office y de Finline, primera plataforma online de asesoramiento independiente de España

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