En cifras redondas, el 50% de la gente que se casa acaba separándose y el 50% o más ya no se casa nunca, según el Observatorio Demográfico del CEU-CEFAS. Además, en España algo más de un matrimonio de cada tres se divorcia antes de cumplir los 20 años de casados, y uno de cada cinco en los primeros diez años. Estos números reflejan una tendencia general hacia el descompromiso, que también se refleja en el ámbito laboral.
Es decir, si en la vida personal es tan común cambiar de pareja, ¿por qué sorprendernos de que la misma actitud se traslade al trabajo? Después de todo, tanto en el amor como en la carrera profesional, la búsqueda de satisfacción y realización personal parece estar en el centro de todo. Y es que "las oportunidades marcan nuestra vida; incluso las que dejamos pasar", como declaraba Brad Pitt en El curioso caso de Benjamín Button.
La fidelidad laboral parece tan anticuada como el fax. Los datos que nos llegan son, cuanto menos, preocupantes, pero si nos fijamos bien, también pueden arrancarnos una sonrisa ante lo absurdas que resultan algunas situaciones.
El ghosting ya no es solo una táctica de citas. Según un estudio de Indeed para Estados Unidos, Reino Unido y Canadá, un 78% de los candidatos ha ignorado a un posible empleador en el último año. ¡Y lo más sorprendente es que el 14% firma el contrato y ni se presenta! Este fenómeno nos recuerda a aquellos días en los que esperabas a que tu cita llegara al café, solo para darte cuenta de que habías sido "dejado en visto". Parece que algunos trabajadores han decidido que, si es válido para Tinder, también lo es para LinkedIn.
Luego tenemos a los intrépidos job hoppers, esos profesionales que cambian de trabajo con una frecuencia que sorprende a muchos directivos. Según Axios, el 75% de los trabajadores menores de 34 años cree que cambiar de empleo cada cuatro años es clave para progresar en su carrera. De hecho, desde que se comunica el nuevo puesto en Linkedin, apenas pasan 2,1 años para empezar a aplicar a nuevas ofertas. Y, sinceramente, ¿quién puede culparlos?
En efecto, no podemos hablar de falta de compromiso laboral sin mencionar la falta de compromiso por parte de las empresas. Muchas veces, la lealtad no es recíproca. Las empresas exigen dedicación y esfuerzo, pero ¿qué ofrecen a cambio? Según Capgemini, solo el 28% de los empleados que no son supervisores están satisfechos en comparación con el 80% de los líderes que creen que sus empleados están contentos. Esta desconexión refleja una falta de comunicación y apoyo que puede ser tan perjudicial como la infidelidad laboral. Las empresas deben recordar que la relación con sus empleados es bidireccional. Para evitar el ghosting y el job hopping, necesitan invertir en la satisfacción y el bienestar de sus trabajadores. Es como en una buena relación de pareja: la confianza y el compromiso deben cultivarse día a día.
Así pues, resulta evidente que el compromiso laboral se está pareciendo cada vez más a un dinosaurio en extinción. Según el Índice de Relación con el Trabajo de HP (2023), solo el 10% de los españoles se sienten comprometidos con su trabajo. Es más, el último informe de Michael Page revela que el 92% de los trabajadores están escuchando ofertas de trabajo (el 8% restante, imaginamos, debe estar comunicando). En la Comunidad Valenciana, sobre una población activa de 2,6 millones, 1,2 millones están buscando activamente nuevos trabajos en Linkedin.
En la misma línea, los datos de Gallup (2023) también son reveladores: solo el 13% de los europeos se sienten comprometidos en su trabajo. Esto nos deja con una gran mayoría de empleados que están presentes físicamente, pero con la mente en la luna.
Con este panorama, ¿qué pueden hacer las empresas? La solución podría ser tan simple como volver a lo básico: no descuidar la retribución, mejorar la comunicación, fomentar la colaboración y flexibilidad y, sobre todo, escuchar de verdad. No se trata de implementar políticas rígidas ni de obligar a todos a asistir a eventos de teambuilding forzados. A veces, una buena conversación puede hacer más que una docena de correos electrónicos motivacionales.
En fin, parece que la fidelidad laboral está en crisis, pero no todo está perdido. Los datos son alarmantes, sí, pero, en lugar de lamentarnos, deberíamos empezar a pensar en formas creativas de fidelizar el talento y hacer que el trabajo sea algo más que una obligación diaria.
Así que, la próxima vez que un empleado desaparezca sin dejar rastro o que un job hopper decida seguir su camino, no se lo tome como algo personal. Tal vez solo estén buscando su propio final feliz en la gran comedia laboral que es la vida.