Borja Docavo se desboca frente al lienzo

VALÈNCIA. En 1969, el japonés Yukio Mishima publica Caballos desbocados, una novela sobre un grupo de jóvenes terroristas que buscan devolver el poder del país al Emperador. Unos idealistas capaces de acabar con todo orden establecido que le sirve a Mishima para reflejar su inconformidad con el devenir político del país. En 2023, Borja Docavo está frente a los lienzos de la muestra que inaugura este viernes en el nuevo espacio Sèquia, en la calle Retor, 39, Caballos se desbocan. Y lejos de las analogías políticas de la obra de la que toma el nombre, él también busca la visceralidad y los mundos posibles que se activan cuando la boca ya no sirve, cuando las ideas se desbordan.

Caballos se desbocan es una serie de seis lienzos con escenas llegadas directamente de la imaginación de Docavo: “para mí es importante hacer las cosas posibles. Piensas algo, como una jarra de la que, por abajo, salen unas patas del caballo, y no es posible hasta que lo pintas, y entonces sí lo es”. El artista pinta con el lienzo en el suelo, y en ese extraño equilibrio entre hacer una serie con una coherencia y una idea propia y concreta, y la planificación detallada, empieza esas imágenes oníricas.

En una de ellas, de un halo de luz, o una hoguera boca abajo, sale la figura de una persona tapándole la boca a otra, y los caballos, precisamente, saliendo de la boca de esta. En otro, la figura del caballo y la de una persona se funden como si fueran una propia (“Hay mucho de poético en el llevar un caballo. Lo bonito sería conseguir que el caballo y la persona se fundan casi en una misma figura, no que uno obedezca al otro, sino que los dos, al final, quieran ir al mismo lugar”). Mitologías y sueños cuya narración completará quien lo mire: “tú propones una historia con una serie de imágenes, y me interesa que se pueda completar su significado desde la imaginación personal. Que salgan nuevas figuras, nuevas lecturas”. 

“En el amor y en las convicción hacia unas ideas que defiende Mishima, veía yo una analogía a perder la racionalidad. Un potro desbocado que no sabe dónde va, como canta Lola Flores”, explica el artista. De ahí lanza una alianza entre el contenedor y el contenido: si va a dibujar los caballos desbocados, ¿qué sentido tendría hacer bocetos? Docavo pinta con el lienzo en el suelo para no tener del todo clara la perspectiva, cambia de lugar constantemente, y cuando tiene una propuesta acabada, lo cuelga en la pared, observa, y cambia otras cosas. Tanto que uno de los lienzos, que componían cuatro figuras claras con una composición de color concreta, está prácticamente tapado por una nueva capa blanca y la redefinición de otras figuras. Y esa alianza también necesita el gran formato del lienzo: "tal vez hacemos el cuadro que nos gustaría ver. El gran formato permite que la pintura me permita desarrollar una historia. Me gusta moverme, encontrar lo que no se espera, no que espero yo siquiera".

Sèquia, un nuevo espacio expositivo alternativo en València

La muestra, que se inaugura hoy, también es la primera actividad abierta del espacio Sèquia, que es en realidad el estudio de Docavo y Miguel Ángel Erba. Poco a poco, y en la medida de lo posible (“la pintura necesita mucho tiempo”), buscan generar otro nodo de la extensa red de espacios expositivos alternativos como pueden ser Pols, Zape, Algo Algo Editorial, el proyecto itinerante A10, y otros.

“Queremos ser un lugar conscientemente dedicado a la pintura. No será solo obra nuestra. Vamos que València está viviendo un momento muy bueno y queremos que, las personas que aún no están exponiendo, que no están representadas por una galería, puedan mostrar lo que hacen”, explica Docavo.